VALÈNCIA. En los oficios creativos, establecerse en un lugar parece una tarea imposible. Se trata de un mundo en el que hay que adaptarse constantemente a los ritmos de las nuevas industrias, y en el que siempre hay ofertas tentadoras en ciudades que no tienen por qué ser las de origen. Para muchos, la mudanza es una necesidad y, para otros, solo responde a eso de “probar suerte”.
Para Héctor Juezas (València, 1994) el viaje entre València y Madrid respondía a ambos criterios. Por un lado, quería probar suerte en la capital, ver qué nuevos proyectos le ofrecía para “abrirse a la industria”, pero, por otra parte, no podía dejar de pensar en su València natal y en todo lo que le ha ofrecido a lo largo de su formación.
Su historia actoral empieza de la mano de sus padres, que se dedicaban a las artes escénicas, por lo que a Juezas siempre le vino “de casa” eso de actuar. Con nueve años debutó en el mundo de la publicidad y a los quince empezó a formar parte del equipo de Bon día, bonica, para Canal 9. Fue su primera oportunidad en la pantalla.
Con el cierre de la cadena, le prometieron que donde se cerraba una puerta se abriría una ventana. Pero no fue así, y su carrera actoral se vio truncada en la segunda temporada de la seria. Con la experiencia adquirida, quiso comenzar a formarse para ser actor con Estudios de Arte Dramático en la Escuela de Teatro de Ribaroja y más tarde en el Centro Sperimentale di Cinematografia di Roma.
Tras varios años de formación, y después de formar parte en proyectos como Centro Médico (TVE), decidió mudarse a Madrid hace cuatro años tras considerar que en València había tocado "casi todos los palos". Al actor también se le puede ver en la emblemática serie valenciana de La Ruta y en Vestidas de azul, la secuela de la serie Veneno.
“Siento que en València había agotado una etapa. Tenía que moverme a Madrid para jugar en primera. Me costó mucho aceptar este cambio, y tardé mucho en aceptarlo, pero necesitaba desplazarme”, explica el actor. Ahora, y desde que cumplió 25 años, lleva probando suerte en Madrid y considera que, desde que trabaja en la capital, precisamente le han ido surgiendo más cosas en València: “Es curioso porque estar en Madrid hace que me empiecen a llamar desde València para rodar; como si la vida quisiera devolverme a la ciudad. Para mí, Madrid supone un cambio de mentalidad y ver un poco los entresijos de una industria que no conocía del todo”.
Tal y como lo ve Juezas, en València hay menos proyectos “de riesgo” y también una apuesta menos firme por la ficción: "Es una pata de la que cojeamos. En televisión se apuesta por otro tipo de programas y hay menos oportunidades para los emergentes”, explica. Sin embargo, contempla que el tejido valenciano es bastante bueno, y que poco a poco aumenta el interés por contar las historias que se originan en la ciudad.
Buen ejemplo de ello es su participación en Capitanes, de los directores valencianos Kevin Castellano y Edu Hirschfeld, un cortometraje que pone el foco en la homofobia en el fútbol con València como telón de fondo: “Gracias a la industria en València, yo hoy me puedo dedicar a esto. Y poniendo la vista en el futuro, hay una nueva generación de directores como Jordi Núñez, Kevin [Castellano] y Edu [Hirschfeld], Lucía Casañ o Javier Artigas que están empezando a hacer cosas muy interesantes. En València tenemos historias para contar y hay voces que pueden hacerlo".
¿Y qué le hace estar entre las dos ciudades? Para Juezas, aunque su hogar esté en València, muchas de las oportunidades para proyectos y rodajes surgen desde Madrid, donde considera que la industria está más “capitalizada”. Para descentralizar esto, considera que hay que sacarle más partido a València y explotar las historias propias: “Hay temas interesantes y perfiles clave sobre los que se puede rodar. Puede que la industria tenga que venir desde fuera, pero para mí lo mejor es rodar en València. Es como jugar en casa”.
Ahora mismo, se encuentra trabajando junto al director alicantino Javier Marco en la producción de su nueva película A la cara, su segundo largometraje en el que extiende la historia de su cortometraje con este mismo título con el que ganó el Goya en 2021 a Mejor corto de ficción. La oferta, de forma irónica hace que se vuelva a conectar con la Comunitat de alguna manera, aunque sea un trabajo con una producción madrileña: “Me llamaron directamente por un casting que vieron mío. Me gusta pensar que puede funcionar un poco ese boca a boca; también que puedo acabar de nuevo en cosas valencianas”.
Está producida por Fernando Bovaira y se ha hecho con la Concha de Plata a Mejor Interpretación Principal en el Festival de Cine de San Sebastián gracias a Patricia López Arnaiz