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EL TEATRE CALDERON DE ALCOI PRESENTA EL DÍA 27 DE ENERO MI GRAN OBRA, DE DAVID ESPINOSA

“Es obvio que existe una megalomanía teatral que tiene que ver con los recursos económicos”

22/01/2018 - 

ALCOI. “En Mi Gran Obra nos planteamos construir un espectáculo de gran formato, sin escatimar en gastos, desarrollando todas las ideas que aparecieran, por muy caras que pudieran resultar, con material y un equipo artístico ilimitado. Pero, obviamente, con un ligero matiz: a escala 1:87”. Así presentan El Local. Espacio de creación su criatura, un teatro en miniatura, una miniatura teatral, un proyecto micrómano, en respuesta a la megalomanía imperante en la dramaturgia contemporánea. El creador y director de la obra, David Espinosa (Elx, 1976), residente y miembro de la escena teatral barcelonesa desde casi los inicios de su carrera, empezó con esta obra su particular investigación teatral alrededor de los objetos y su capacidad de actuación. Primer trabajo desarrollado con una beca del Programa de Artistas en Residencia de Bilbaoeszena, la representación goza de unas características muy particulares: sólo 20 espectadores por función, distribuidos por alturas en tres niveles o filas. 7 espectadores a un primer nivel, 2 de ellos en una silla a cada lateral de la mesa que sirve como escena, como si fueran palcos, 6 en un segundo nivel más elevado, 7 en el último, provistos de unos binoculares de 3x aumentos, para poder seguir los detalles de la función.

Es de esperar que el foco que los programadores alicantinos han puesto sobre la interesante obra de este autor, permita ver sus trabajos posteriores en espacios de la terreta, aunque tras nuestra conversación con David, tengamos alguna que otra duda. De momento, el próximo sábado, a las 20:00 horas, en el Teatre Calderon de Alcoi, primera oportunidad de enfrentarse con la propuesta escénica de David Espinosa.

-¿Qué es, en el fondo, "Mi gran obra"?

Mi gran obra es un trabajo escénico donde intento resolver los problema económicos a escala. Es una manera de cuestionar el teatro de gran formato, las grandes producciones.

-Y cómo se consigue una dramaturgia sobre una mesa de trabajo?

Al trabajar a escala decidí utilizar como actores a figuras de maqueta de tren, a escala 1/87, por lo que el trabajo dramatúrgico se basa mucho en un trabajo más coreográfico, en realidad, donde lo que trato es de mover en el espacio-tiempo a esas figuras, lo que genera un significado que yo voy manipulando a través de lo que el espectador va percibiendo y cree que va a suceder.

-¿La escenografía tiene algo de la liturgia del miniaturista, ese coleccionista que va construyendo espacios imaginarios, como un jugador de Risk en tres dimensiones?

Sí, podría ser un poco Risk. De hecho, cuando vivía en Elche, de pequeño, con unos amiguetes jugábamos bastante a él. Es como una especie de stop-motion, donde el manipular, el cambiar las figuras en el espacio, generan diferentes significados. La relación entre esas imágenes, que son muy costumbristas, muy fáciles de identificar: una vaca, un guardia civil, un policía, un ladrón, una estriper… al ponerlas en diferentes posiciones, van cambiando lo que denota de cara al significado, y el espectador va tratando entonces de generar como una línea argumental, aunque al final siempre encuentra algún tipo de conflicto, de problema, para entenderla de una manera racional. Juego mucho a eso, a engañar en cuanto al significado, a que de repente algo que parece lógico, deje de serlo.

-¿Y también de los juegos de Rol?

Bueno, en realidad en esta pieza no tanto, puede haber algo por la situación, la mesa, pero hay más coincidencia en los trabajos siguientes. A partir de esta pieza, seguí trabajando con esta idea de teatro a escala y de objetos que hacen de actores, y el siguiente trabajo y la instalación posterior, sí tienen mucho de juego de rol, porque aunque el universo es mucho más shakesperiano, más teatral, en ellas está presente el mundo del cómic, el universo caballeresco, por lo que creo que con estas los jugadores de rol sí pueden sentirse identificados.

-¿Cómo interactúa el público?

En Mi gran obra la manera de relacionarse el público con la pieza es bastante convencional, en realidad. Está sentado como en cualquier otra obra, lo único es que tiene unos binoculares para poder ver mejor las miniaturas, pero es muy pasivo. Sí que hay un juego mental, que es más complejo que en una obra de teatro normal, porque todo el rato tienes que estar interpretando esas imágenes, al no haber un texto, pero no hay una interacción real, de manipulación, como si he hecho posteriormente en otros trabajos, donde el espectador se convierte casi en el protagonista.

-No hace mucho algunos miembros de la compañía Criadero de Morsas hablaban de su condición de "exiliados culturales", en su caso en Madrid... ¿tú tienes una sensación similar desde Barcelona?

No conozco a la compañía Criadero de Morsas, pero me voy a poner a buscar información ahora mismo en Google, porque me pica la curiosidad. Pero en mi caso me fui a estudiar a València arte dramático, porque en Elche no había escuela, la opción más cercana era Murcia. Yo decidí ir a probar a València y me cogieron.Empecé a formarme como actor, pero enseguida me empezó a interesar más la parte de teatro físico, la danza contemporánea y a partir de ahí, después de pasar un tiempito muy corto en Bruselas, me salió un trabajo así, como de rebote, en Barcelona, con Sonia Gómez, y empecé a trabajar allí (aquí). No deja de ser algo circunstancial, o de azar, cosas que vas encontrando, que te estimulan y que te van llevando por ese camino. Lo que está claro es que, sobre todo si te interesa trabajar en el arte contemporáneo,  las grandes ciudades son las que aglutinan los centros, los apoyos financieros, los espacios y gente que hace cosas que te interesa, esto es una obviedad. Es algo natural… como que la propia Barcelona, cuando ya llevas un tiempo, te parece que deberían pasar más cosas, se vuelve algo provinciana. Imagino que todo el mundo tiene esa sensación en su ciudad, sea la que sea, con el tamaño y vitalidad que tenga cada una. Cuando sales fuera y hablas con la gente, te transmite esa misma sensación, de que siempre son los mismos, vienen los mismos, yo creo que es, sencillamente, esa necesidad que tenemos todos de crecer. No me siento exiliado en absoluto, estoy muy a gusto en Barcelona. Decidí venirme aquí y la verdad es que no hecho mucho de menos la vida en Elche.

-¿La "aparente" revitalización del teatro en las comarcas alicantinas te plantea la posibilidad de volver... o al menos de hacerte un circuito permanente por aquí?

Pues de “revitalización del teatro en las comarcas alicantinas” es la primera noticia que tengo. Por la zona hubo ese momento “centro Párraga” en Murcia, que generó mucha atención allí, pero es algo que se ha disuelto, porque esa vitalidad tuvo un origen puramente económico, de momento tuvo unos presupuestos enormes, que les permitieron traer a gente de primer nivel internacional, algo que no tiene transcendencia a lo largo del tiempo. Yo voy donde me llaman y de Elche y Alicante no me han llamado prácticamente nunca.

Aún así, hay una cosa que a mí no me gusta mucho, esta cosa del que se va fuera, no es profeta en su tierra, pero luego, cuando vuelve, se convierte en una especie de figura intocable, porque “él ha estado fuera”, conoce lo que pasa y todos los demás son unos catetos del pueblo. Esa relación que se establece no me gusta para nada, creo que es tan válido lo que se hace allí, como lo que pueda hacer la gente que está fuera. Lo que es evidente es que en lugares donde hay menos habitantes o menos recursos, es más difícil encontrar cosas interesantes, porque hay menos gente haciendo cosas y menos público, lo que genera menos movimiento.

-¿Existe una cierta megalomanía teatral, a imagen y semejanza de la megalomanía arquitectónica o de eventos deportivos?

Es obvio que existe una megalomanía teatral que tiene que ver con los recursos económicos y en basar el trabajo en esas posibilidades en una demostración de virtuosismo, no tanto en una búsqueda. No hay más que ver el trabajo que ha hecho Jan Fabre ahora, de 24 horas seguidas de representación, que al parecer es buenísimo, pero no deja de ser la misma megalomanía de todos matándose por conseguir una entrada, porque es una cosa superreducida que sólo se hace un día en Madrid, en los Teatros del Canal, y que aunque el trabajo tiene un potencial brutal, fundamentado no tanto en el dinero como en los intérpretes, o sí, porque tantos intérpretes en escena y de tanta calidad, al final se traducen en dinero. Impresiona, pero no deja de ser megalómano.

A mí, lo que me gusta mucho en escena es cuando veo a una persona que con unos recursos limitados, consigue plantear algo ingenioso, interesante, y resolver esos problemas desde otro lugar. Incluso el que a pesar de contar con muchos recursos, no hace un alarde de ello, sino que los utiliza de manera inteligente. Eso es lo que me toca, como espectador.

-¿Hay un espacio ideal para un montaje teatral, una "medida áurea dramatúrgica"?

No creo que haya un espacio ideal. De hecho, a mí la sala de la caja negra no me gusta mucho como espacio teatral. Lo veo un lugar oscuro que a veces es útil, dependiendo del trabajo que estés planteando. En la pieza siguiente a Mi gran obra, en que trabaje mucho con la luz y las sombras chinas, necesitaba un espacio oscuro, pero igual puede ser una caja negra que una sala de exposiciones. Depende del trabajo, de lo que estés buscando, del planteamiento que te hagas, aunque la mayoría de las veces te viene dado por las condiciones del lugar en que te han planteado trabajar, y te tienes que adaptar a ello. Lo importante es ser flexible y adaptarte a cualquier tipo de condición.

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