VALÈNCIA. Érase una vez una mujer de treinta años, con un trabajo estable, un bebé recién nacido y muchos planes de futuro. Una persona con metas, retos y muchas ambiciones. Alguien que también cuidaba a sus amigas, a sus padres, a su hija y le daba tiempo a mimarse a sí misma. ¿Es esto posible? Tal vez en un mundo de fantasía sí que lo sea, pero no en el mundo real. En este segundo escenario, aunque cada vez se presta más atención a los cuidados, esta mujer estaría arrollada por sus responsabilidades. No siempre podría dejarse caer en sus redes de amistades, y hasta puede que la maternidad se le hiciera “un poco bola”. En el mundo real, puede que esta mujer (no tan ficticia) necesitara un ejército de acompañantes para llegar a todo y, a su vez, dormir más de cinco horas diarias.
Esta utopía es la que plantean desde la compañía valenciana de danza y teatro Unaovarias en su obra Tribu, en la que, jugando con la ficción, imaginan un grupo de mujeres que se encargan de funcionar como red de apoyo entre todas. Este proyecto se sube al escenario del Talía del 28 de agosto al 8 de septiembre para contar la historia real de varias protagonistas que no dan abasto en su día a día: desde una mujer muy desencantada con la sociedad que le rodea, hasta funcionaria que en realidad quiere dedicarse a las artes o una madre desbordada.
Puede que todas ellas, con una buena red, hubieran podido alcanzar sus sueños, o sentirse menos frustradas en su día a día. Su enfado con lo que les rodea se fundamenta en sus círculos, en que son mujeres que tienen que ejercer constantemente de “cuidadoras” y esto les quita tanto tiempo que no pueden trabajar sobre lo que les motiva. Con el sistema de cuidados cubierta, Unaovarias plantea al espectador un escenario en el que una mujer en su treintena sería capaz de llegar a todo sin morir en el intento.
Bajo la dirección de Laura Bellés las actrices Arantxa Lecumberri, María Martí, y Maria de la Pera, se suben al escenario para dar vida a esa “tribu” que ellas mismas crean y desde la que plantean la problemática que se vive en la sociedad actual. La intentan "resolver" a través de un grupo que acoge a esas mujeres en la treintena que no quieren seguir con la norma de la sociedad. Martí explica que esta posición de rebelarse contra el modelo que les rodea supone un planteamiento de una utopía que, desde el humor, intenta responder a “todas esas dudas existenciales que aparecen a nivel individual y personal” y que les ayuda a reflexionar sobre la importancia de los círculos sociales.
Al más puro estilo Unaovarias se centran también en las alertas sociales y las noticias para extraer testimonios reales de personas que se sienten solas y que sufren depresión y ansiedad, y que se proyectan tras ellas durante la obra. Bellés añade que el individualismo es el que les lleva a conformar la obra, desde la que dan importancia a la reconexión “humana y colectiva”.
La obra, que nace de la experiencia personal de las artistas, consigue representar esa “sociedad capitalista e individualista” que les rodea, y que para de la Pera, es contra la que se debe luchar: “Planteamos un intento de solución y lanzamos la reflexión para luchar contra este individualismo. Lo hacemos a través de testimonios reales y con varios recursos para que el espectador se sienta comprendido en la necesidad de crear algo diferente”.
Para ello se sirven de escenas textuales, proyecciones de testimonios de personas reales -con vidas muy diversas- y escenas más puramente visuales que se muestran en un podcast “simulado” en el que se plantean varios temas a debatir. A su vez hay varios toques de humor, como la inclusión de un T. Rex que busca cómo extender su descendencia.
Tal y como puntualiza Martí, lo que sobresale es cómo el peso de los cuidados tiene un sesgo de género: “Nuestra sociedad contempla los cuidados como un privilegio cuando deberían ser un derecho. Cuando entrevistamos a los perfiles que aparecen en la obra siempre se refieren a las cuidadoras de su vida hablando de su madre, su mujer o su pareja, casi siempre mujeres”, señala la actriz.
A lo largo de la escenificación de esta utopía, Bellés señala que buscan que esta “tribu” enseñe al espectador que hay una gran diferencia entre las palabras y los hechos y que es muy importante pasar a la acción para huir del individualismo: “En nuestro discurso prestamos atención en la idea de juntarse con las amigas, cuidar a los círculos y estar presentes. Queremos plasmar esto a través de personas reales y personajes que hagan reflexionar sobre los vínculos y las amistades”. Sirviéndose de un podcast repleto de verdades, en según qué casos un tanto exageradas, Unaovarias pretende que el espectador se encuentre en sus personajes. Que entre el “surrealismo y la fantasía” la gente aprenda a conectar: “No queremos aleccionar, tampoco damos una solución, solo queremos que la gente que venga a vernos salga con ganas de conectarse con los suyos”.