No hay debate o o foro profesional al que asista que no se aborde la necesidad de retener y atraer talento. Industria, servicios, tecnología, por supuesto, y el otro día también lo oí en el debate sobre los retos del sector agroalimentario que organizaron Alicante Plaza y el Cercle Agroalimentari. Sólo falta que se sume el sector agrario, que posiblemente también lo necesite para abordar sus procesos de innovación.
España sea un país de talento. Estamos ante las generaciones más formadas de los últimos decenios. La ecuación falla, a mi modesto entender, por dos cuestiones: el desequilibrio entre la demanda de empleo y la oferta de mano de obra cualificada, ya abordada en otra ocasión, en esta misma tribunal, cuando se trató la Formación Profesional (todavía poco) dual, y las condiciones laborales y económicas de un puesto de trabajo.
Se lo escuché decir al economista José María O'Kean con motivo de un diálogo que protagonizó con el ex ministro Cristóbal Montoro en los Diálogos para el Desarrollo del pasado mes de marzo. "Las empresas deben hacer propuestas atractivas para las nuevas generaciones, que quieren trabajar menos, cobrar lo mismo y dedicar parte de su tiempo al ocio", vino a decir. O'Kean insistió en que la empresa debe digitalizarse para adaptarse a los cambios, e intentar motivar a los jóvenes para que trabajen en ella.
Posiblemente, esa sea ya una de las razones por las que la hostelería tiene problemas para encontrar trabajadores. Los últimos incorporarse al mercado laboral -o que buscan nuevas experiencias- quieren saber de antemano cuál va a ser su jornada y qué días de la semana va a descansar. Ni siquiera un tentador salario les convence. No es nuevo este debate. Se lo plantearon los gerentes de los hoteles de Benidorm no hace mucho (también recogido por Alicante Plaza). A igual sueldo, un operario del sector servicios suele decantarse por una jornada sin horas extras y con más tiempo libre.
El mercado laboral se va mover en función de lo atractivo de las ofertas y los entornos en los que estén. Ya los estamos viendo, la movilidad laboral ya ha dejado de ser un obstáculo y las personas se mueven -los que tienen talento- si la oferta les llena profesionalmente y además tienen una base geográfica en la que pueden satisfacer otras necesidades: ocio, cultura, deporte, gastronomía y buenas comunicaciones, incluso en un entorno rural, al que además habrá que sumar buena conexión de internet si no se dan las primeras condiciones. Para una familia, habría que añadir, igualmente, buena oferta educativa multilingüe, algo que por cierto sí que tiene la provincia de Alicante.
En este escenario compiten todos los territorios, y todas las comarcas, cada una con su sector económico. No se trata de cambiarlos; hay que adaptarlos a los tiempos -tecnología-, pero sobre todo reforzarlos con mejor oferta formativa educativa, y empresas con proyectos atractivos. Quién lo consiga hacer, retendrá el talento, si reúne las condiciones antes mencionadas, o lo atraerá, en función de sus mercantiles y sus proyectos profesionales. El salario, también. Pero lo dicho, al igual salario, mejores condiciones. Y sólo en este contexto, y en determinados sectores -de momento, muy minúsculos- podrá entrar la jornada laboral de 32 horas como elemento de atracción. Ya existen ejemplos, como se pudo ver en el congreso de València, pero son minoritarios. Pero no lo descarten para aquellas empresas que quieran competir en condiciones. Cuestión de tiempo (o de tendencias).