ELCHE (EFE). Finalmente la Palmera Imperial de Elche no será el árbol —que no lo es— europeo del año. Se ha impuesto holgadamente el Olmo centenario de Navajas (Castellón), quien ha sido el elegido entre diez árboles monumentales españoles como representante del país en el concurso europeo "Árbol del año 2019" con 95.130 votos. La palmera ilicitana ha quedado segunda con 77.182 votos, y lejos, en el tercer puesto, el Almendro Real de Valverde de Leganés (Badajoz), con 29.543, según fuentes de Bosques sin Fronteras.
Así pues, pese a la movilización de los partidos y asociaciones locales y a la difusión que se le ha dado al concurso, la Palmera Imperial tendrá que esperar otro año. A pesar de ser una población mucho más grande que la de sus principales competidoras, Elche no ha sido capaz de lograr los votos necesarios para conseguir este galardón, al que desde el alcalde personalmente —tras ver que la cosa iba en serio—, hasta diferentes asociaciones y colectivos de toda índole, pasando por la de los Amigos del Arroz con Costra, rememorando el atracón gastronómico bajo la palmera, intentaron en vano que quedara en la ciudad de los dos patrimonios, pero los esfuerzos no han sido en vano.
Asimismo, Bosques sin Fronteras es la entidad organizadora del concurso, en colaboración con el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, convoca el premio "Árbol del año 2019" para destacar los árboles monumentales como un importante patrimonio natural y cultural a apreciar y proteger, como un medio de fomentar la conservación de la Naturaleza y el desarrollo rural. En el Árbol del Año, a diferencia de otros concursos, no es importante la belleza, el tamaño o la edad sino la historia y la relación con las personas, y se buscan árboles que sean una parte integrante de la comunidad humana junto a la que viven.
El Olmo centenario de Navajas es uno de "los mayores orgullos históricos" para el municipio, que se encuentra en un pueblo donde originariamente era la agricultura el principal sustento y "donde siempre se ha profesado un gran amor y respeto a los árboles". En la placa que rememora su origen se puede leer: "Este Olmo fue plantado por Roque Pastor en el año 1636", dato con el que se justifican sus actuales 382 años.
Su plantación respondió a la necesidad de "afirmar y reforzar lazos entre los nuevos repobladores cristianos tras la expulsión de los moriscos, teniendo como símbolo de esa unión el magnífico ejemplar de olmo que a día de hoy todavía se conserva en la plaza".