ELCHE. Es un nombre que está incrustado en la memoria colectiva, sin embargo, no se sabe bien qué es. O mejor dicho, qué importancia tiene, a pesar de que parte de él esté en el término municipal ilicitano. La declaración de El Hondo y sus más de 2.400 hectáreas como Parque Natural cumple treinta años, pero este sigue siendo un gran desconocido por gran parte de la sociedad ilicitana. Probablemente no exista conciencia acerca de que estas zonas húmedas, los marjales, son ecosistemas tremendamente productivos; los más productivos a nivel de flora y fauna del planeta, de hecho. Unas características que llegan gracias a las latitudes bajas y medias y a la luz, algo que ha determinado históricamente el desarrollo natural y humano allá donde han existido, fuera Mesopotamia, el Nilo, o en este caso el Baix Vinalopó: no es casual que la Alcudia se encontrara entre El Hondo y las Salinas de Santa Pola. Ecosistemas como este han hecho más prósperos a los asentamientos de su alrededor por el enriquecimiento de la dieta o la industria surgida a raíz de la flora. Como ahora lo puede ser a nivel turístico.
Se trata de una comparación grandilocuente, aunque real, necesaria para poner en valor los marjales como El Hondo, que en unos días cumple 30 años como Parque Natural. El principal reto que tiene por delante es “ponerlo en orden”, como explica Vicent Sansano, presidente de la Junta Rectora —el máximo órgano de gestión del parque—. Se encarga de velar por la buena gestión del mismo y de mediar entre las diferentes partes que forman este órgano (cazadores, regantes, ecologistas, regantes…). Se ha avanzado en estas tres décadas, pero queda mucho para la gestión del marjal como medio natural, además de su uso público. En ese sentido, el parque tiene mucho potencial como ocio y educación medioambiental, por lo que son dos líneas que mejorar.
Durante todo este tiempo se ha mejorado en ambas, pero aún queda camino por recorrer como en la gestión de la flora y fauna, que en algunos casos se ha hecho últimamente desde cero. Por otra parte, ahora mismo uno de los principales problemas a los que se enfrenta el parque es a la gestión de las especies invasoras como el cangrejo azul y sobre todo la carpa. Esta última excede la capacidad de respuesta del parque e incluso de la Conselleria. Sansano opina que se debe implicar la Fundación Biodiversidad del Estado. “Algo que no se ha hecho y es un problema muy grave”, avanza Sansano. De hecho, Amigos de los Humedales del Sur de Alicante (Ahsa) alerta de su peligro y la falta de soluciones, además de la reducción de parejas reproductoras que han descendido en los últimos años. Por otra parte, Sansano también asevera que está pendiente la gestión hídrica ecológica de los envases, ha habido convenios de gestión pero sin aprovechar todo lo que pueden dar de sí.
Algo que ahora sí se puede hacer debido a la profesionalización tanto de los actuales técnicos de Conselleria como de los de Riegos de Levante, con interés en avanzar en esos convenios. A ese respecto, Riegos de Levante —quien construyó dos importantes embalses en los años 20— hace una gestión agrícola, pero se puede mejorar dándole una función ecológica. En el pasado era difícil porque no había técnicos especializados en el parque, no había personal profesional, sino colocado en función de criterios políticos. Además de que la antigua dirección de Riegos tampoco tenía interés en hacer este tipo de gestión. Por otra parte, otro de los asuntos que hay que abordar, según Sansano, es el de la caza, ya que hay algunos cupos cinegéticos en invierno que son excesivos y que habría que revisar, sobre todo por la afección que está teniendo el cambio climático en la fauna.
Otras de las demandas necesarias para el parque es la de más recursos materiales para mejorar la atención al público y diseñar itinerarios. “El parque es un perfecto desconocido”, asevera el presidente de la Junta. “Se conocen los embalses, pero no el parque ni su potencial y riqueza, que está por explotar”, apunta. Para mejorar esos aspectos son necesarias publicaciones divulgativas; hay varios libros de Riegos de Levante pero ninguno sobre el parque, paradójicamente. Asimismo, otra línea que se pretende potenciar es la de la difusión del parque entre el profesorado, ya que no hay un conocimiento general sobre las zonas húmedas o marjales de la zona como El Hondo o el Clot de Galvany. En ese sentido, algunas de estas soluciones pasan por posibles convenios para traer a estudiantado o jubilados además de explotar el turismo verde, una demanda creciente en Europa por el turista que busca confort y calidad. Y por supuesto, hace falta más personal de cara al público. En 2015 había una persona para atender a las visitas, cinco días, sólo sustituido en vacaciones; ahora hay dos técnicos de atención al público, cuatro haciendo gestión y el director.
Una sustancial mejora que parece se ha dejado ver en las cifras turísticas. Según Sansano, entre 2015 y 2017 se ha duplicado el número de visitantes. En 2015 visitaron el marjal 11.000, personas, en 2017 casi 24.000 y se espera llegar este año a los 25.000. Llegan muchos visitantes de alrededor, más de Catral, Dolores y Almoradí que de Crevillente y Elche, donde se encuentra el parque. También desde Alicante, muchos puntos de toda la comunidad, y de Murcia. Además, aparte del evidente turismo ornitológico, hay un peso relevante de los jubilados extranjeros. Algunos de ellos incluso han creado una sociedad, que congrega a más de 350 socios desde Cartagena a Gandía, y que organizan rutas guiadas. No son pocos por tanto los extranjeros que pisan el humedal, ese turismo verde es popular en el norte del continente, así que llegan visitantes de Holanda, países nórdicos, o Alemania. Eso sí, Sansano echa en falta alguna asociación de voluntariado que complete la gestión, que le dé vida al parque, “que la llene de contenido”: gente que pueda dar charlas para ayudar a difundir el patrimonio natural que el parque tiene.
Un patrimonio natural que es amplísimo y que tiene en sus aves la joya de la corona. Hay una flora de saladares protegida, propia de otros enclaves similares como las Salinas de Santa Pola o l’Albufera, invertebrados muy interesantes como mariposas o libélulas, reptiles, anfibios, mamíferos… Pero sin duda las aves son las estrellas del parque. Hay más de 200 especies durante el año, aunque nunca todas juntas ni en los mismos lugares, varían dependiendo de la profundidad o la salinidad de cada humedal. Como también van y vienen según la época del año; unas llegan para reproducirse, otras están todo el año y otras vienen de paso entre África y Europa. Eso sí, las ‘cuatro magníficas’, como las define el presidente de la Junta, son el porrón pardo, la malvasía cabeciblanca, la cerceta pardilla y la focha moruna. Las cuatro están en peligro de extinción y únicamente se pueden ver las cuatro juntas en el marjal ilicitano.
Asimismo, el cambio climático está afectando a la avifauna del parque. Por ejemplo el pato cuchara, proveniente de tierras nórdicas, pasa más tiempo aquí del tradicional, y algunas aves que en invierno se iban a África se quedan aquí ahora, como la focha moruna o la propia cerceta pardilla, que aún no se ha ido y tendría que haberlo hecho. En cualquier caso, son indicios de ese cambio, aunque aún son hipótesis que necesitan ser demostradas. Son algunos de los problemas que debe abordar la gestión. En se sentido, con la gestión se ha logrado recuperar el calamón, que estaba en peligro de extinción, o la cerceta pardilla, que estaba desaparecida desde el siglo XX en El Hondo y volvió en los 80s, viviendo sus mejores tiempos a finales de los 90s, con 100 parejas reproductoras. Aunque ahora han disminuido mucho, se mantienen por programas europeos de cría en cautividad.
Precisamente, sobre el cambio climático, aunque El Hondo se ve afectado por las variaciones en la vida de sus especies, el propio marjal hace de sumidero de CO2, ya que al ser un ecosistema muy productivo, necesita mucho CO2 que las plantas vegetales y las algas consumen, y que luego pasan a la red trófica. Por eso resulta de vital importancia la gestión de estos espacios naturales, tanto como los bosques, que también son grandes consumidores de dióxido de carbono. En lo que se refiere a la flora, también es muy específica de este ambiente, ya que son plantas de saladares, como las gramíneas, que han hecho adaptaciones muy duras. Han aprendido a absorber el agua y expulsar la sal. No se pueden encontrar muchas de estas especies dado que los marjales se han desecado en todo el mundo o se han eliminado por el urbanismo depredador en la costa —de ahí el valor de las dunas del Carabassí—, por eso tienen tanto valor, al igual que los saladares de Aigua Amarga o el Clot de Galvany. Son plantas que se han adaptado a un modelo de vida semidesértico.
Asimismo, y en lo referente a la importancia de estos enclaves naturales en los asentamientos de alrededor, precisamente de estas plantas se extraía la sosa. Junto al aceite de las oliveras que había fuera del palmeral, hicieron del jabón la industria más importante del Elche medieval, hasta finales del siglo XVIII. Se exportaban también fibras para el textil de la lana, el vidrio o jabón a Marsella. Un ejemplo de cómo este ecosistema es una fuente de recursos y cómo El Hondo lo ha sido para la ciudad durante todo su desarrollo. Una ciudad pequeña, pero próspera. Ha enriquecido a la población a nivel alimenticio con la caza y la pesca y también a nivel económico por sus materias primas. Además, como puede hacer un río urbano, el marjal mejora el microclima, “hace el paisaje que más habitable, y por eso no es tan árido como alrededor”.
Así pues, al igual que El Hondo —cuyo territorio fue desecado, colonizado y transformado por el cardenal Belluga y Ponce de León, que ejecutó las obras proyectadas por el Duque de Arcos— generó riqueza y significó un elemento clave para el desarrollo de Elche, la declaración del espacio como Parque Natural el 12 de diciembre de 1988 ayudó a potenciarlo a nivel turístico, sobre todo ornitológico. En cualquier caso, hay que seguir mejorándolo como centro de conocimiento y de ocio natural así como en su gestión. Un parque, por otra parte, que para Sansano podría haber sido unificado junto a las Salinas de Santa Pola, ya que el territorio no estaba urbanizado como ahora. Junto con las de Torrevieja, todo forma parte de una unidad. La misma que ha hecho que El Hondo forme parte de la Convención de Ramsar, relativa a la importancia internacional de los humedales para el hábitat de las aves —junto al Delta del Ebro, el marjal de Pego-Oliva, Doñana o rutas interiores de la Meseta, el Hondo forma parte de una ruta natural peninsular de las aves de África a Europa—. Un patrimonio natural importantísimo que debe seguir su camino para ser puesto en valor a nivel turístico y medioambiental y que pide atención en este treinta aniversario.
Para que deje de ser ese gran desconocido.