ALICANTE. Más allá de la derrota e incluso de la imagen ofrecida sobre el césped de Llagostera, en cuanto al pobre juego y el sainete de la indumentaria improvisada, la expulsión de Borja Martínez constituye la otra gran consecuencia negativa del fin de semana para el Hércules.
El extremo alicantino era expulsado en el minuto 89 con roja directa por "empujar al entrenador local con fuerza excesiva, derribándolo, cuando este sujetaba el balón con la mano, antes de realizarse un saque de banda". Así lo recogió en el acta el árbitro maño Sergio Usón Rosel, una redacción que como adelantábamos en Alicante Plaza el sábado puede ayudar a que Borja esquive una sanción por agresión, lo que conllevaría para el futbolista una castigo mínimo de cuatro partidos de suspensión, de acuerdo con el artículo 98.1 del Código Disciplinario de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF).
El club blanquiazul cuenta hasta las 14 horas del martes para formular alegaciones al acta, algo que por descontado que hará (aportando prueba videográfica) para tratar de que Borja sea suspendido con solo un partido, aunque en el fondo lo que se buscará es que Comité de Competición castigue como mucho lo sucedido como violencia con el juego parado y no agresión. Es decir, le aplique el artículo el artículo 123.2 del citado Código Disciplinario, en el que se contempla una sanción de dos a tres partidos de suspensión (serían dos al no haber reincidencia).
Si ocurre esto último, Jesús Muñoz no podrá contar con el extremo alicantino en los encuentros ante Barça B y Andorra. El miércoles saldremos de dudas.