ALICANTE. José Luís Pérez Pont (Alicante, 1972, originario de la localidad de Sax, aunque registrado en la capital, como la mayoría de los nacidos en comarcas de la época), ganó en abril de 2016 el concurso público convocado para la Dirección del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana, que engloba el Centro del Carmen, La Gallera y el Almudí, en València; el Museu de Belles Arts y l’Espai d’Art Contemporani de Catelló; y el MUBAG, el MACA, la Lonja y Cigarreras, en Alacant. Abogado y crítico de arte, su trabajo encabezando la presidencia de la Associació Valenciana de Crítics d’Art (AVCA) le labró una reputación de seriedad y honestidad, con su feroz critica a la gestión de Consuelo Ciscar a cargo del IVAM, o su antecesor en el cargo, con declaraciones como "improcedencia de su nombramiento para dirigir el IVAM y de la instrumentalización de esa institución pública y de los recursos de todos para lograr beneficios particulares", relativas a la actual miembro del Consell Valencià de Cultura. A pesar de haberse curtido en el trabajo intenso y sin horas, tras fundar con varios compañeros al revista de arte digital ‘Makma’, este año largo pasado al frente del Consorci de Museos parece haber emulado el título de aquella película de principios de los 80, dirigida por Peter Weir y protagonizada por Mel Gibson, ‘El año que vivimos peligrosamente’.
-¿José Luís Pérez Pont rompe una barrera, ejemplificando la entrada en la gestión pública de la sociedad civil, no vinculada a partidos ni grupos de presión?
-Ejemplo no, ya que no pretendo ser ejemplo de nada, pero sí tengo la sensación de tener la oportunidad de poner en práctica una serie de ideas y de necesidades que desde el sector profesional, desde la sociedad civil, se han estado elaborando, proponiendo y construyendo durante mucho tiempo, y que no había manera de cristalizar, porque no existía la receptividad suficiente, ni la oportunidad de llevarlas a cabo, ni a través de la propuesta, ni ha través de la ejecución. En este momento se da la oportunidad de que existan convocatorias públicas, a las que personas como yo nos podamos presentar, con una determinada experiencia profesional a las espaldas, sin ninguna vinculación política… y sin ningún complejo. Con ganas de cambiar las cosas y de prestar un servicio público. Yo creo en la utilidad de la cultura para construir un mundo mejor, una realidad mejor, sin caer en el idealismo de panfleto, haciendo cosas que mejoran la vida de la gente y, sobre todo, ayudar a que la gente tenga herramientas de autonomía suficientes, lo que en una sociedad como la nuestra es muy complicado.
-¿Y cómo se consolida esta apuesta?
-Yo me presenté a la convocatoria con un proyecto en el que se primaba establecer herramientas de participación, accesibilidad y democratización. Eso supone que la mayor parte de la programación que se lleva a cabo a través del Consorci de Museus es el resultado de convocatorias públicas, tanto a nivel expositivo, como educativo y de mediación, desde las residencias artísticas que estamos impulsando y que van a comenzar en Alicante, por ejemplo [en paralelo a esta entrevista, se publicaba en el Diari Oficial de la Comunitat Valenciana la Resolución de la convocatoria de estas residencias artísticas, siendo los selecionados David Trujillo Ruiz, con Alicante ghost soundscape, a Hertzian tale; Lucía Peiró Lloret, con Cualquier sitio es un patio de recreo; Enrique Radigales, con El injerto residente; y Begoña Martínez Santiago, con Pozos de conciencia]. Creo que es muy complicado que la ciudadanía pueda elegir, cuando no ha tenido la oportunidad de conocer otros modelos de gestión, porque el modelo de gestión ha sido el digital, el de "con mi dedo, decido, tú sí, tú no…". En Alicante esto ha sido muy manifiesto en estos años anteriores, no había oportunidad ni posibilidad de participar en programaciones ni en nada, a no ser que hicieras pasillo o tuvieras un beneplácito político determinado. Siempre he pensado que un profesional de la cultura no debe someterse, ni suplicar para poder hacer su trabajo. Tiene que pasar un proceso de selección, demostrar sus capacidades y generar interés. Tenemos un ejemplo en el Centro del Carmen mismo, en València, cuando reivindicábamos que los artistas tenían que recibir una remuneración por su trabajo en los proyectos del Consorci, el anterior director del Centro nos decía que "un artista tiene que estar agradecido de poder exponer en el Centro del Carmen, que eso era un gran honor". Mi respuesta en aquel momento fue que si él, el gran honor que tenía de dirigir ese espacio y trabajar allí, lo hacía gratis, que seguramente al segundo mes que estuviera yendo a trabajar, sin que nadie le pagara, seguramente ese honor se le terminaría y se quedaría en su casa. No se puede permitir la precarización de los profesionales de la creación y la cultura, lo que ha venido sucediendo de manera continuada en el tiempo.
-¿Y cómo se hace eso?
-En principio, diferenciando la política del partidismo. Cualquier decisión en el ámbito cultural es una decisión política, lo que no quiere decir que sea una decisión partidista, pero es que todos hacemos política cada día, cuando decides si compras una marca de detergente u otra, esa es una decisión de política de consumo doméstico, pero se trata de una decisión políticas, con consecuencias en la política económica, en el mercado, en el consumo. Cuando uno toma decisiones en el ámbito de la cultura, lo hace enmarcado en una manera determinada de entender las cosas, y se puede optar por pensar en la cultura como herramienta activa y positiva, que construye un determinado modelo de sociedad, o se puede pensar en la cultura y el arte como un capricho, como algo accesorio, relegado a las élites, exclusivo o excluyente. Creo firmemente en la capacidad de cada individuo para modificar su entorno y construir otra realidad. Todos, en todo momento, estamos contribuyendo para que el mundo sea de una manera o de otra. Todos deberíamos asumir la responsabilidad que supone que lo que hacemos, las decisiones que tomamos, tienen consecuencias.
-Y en el trabajo propio del Consorci, ¿como se plasma esta filosofía?
-Nosotros en Alicante colaboramos con el Mubag, titularidad de la Diputación, y con el MACA, la Lonja y Cigarreras, del Ayuntamiento. Debo decir que estamos trabajando con total independencia y sin ningún tipo de intromisión política, hemos encontrado, tanto en la Conselleria de Cultura, como en las Diputaciones y los Ayuntamientos, respeto hacia el trabajo que realizamos, ninguna imposición, lo que es remarcable, ya que sí se han producido en el pasado. Tengo la suerte de haber encontrado unos interlocutores en todos los entes implicados, y remarco el "todos", en total armonía, con un objetivo común que es el de mejorar la oferta cultural en la Comunicad Valenciana. Con mi currículum a cuestas (aquí se cuela una sonrisa de complicidad), si se produjera algún tipo de interferencia, lo contaría igual.
-Bajando al detalle, con individuos concreto, implicados también en esa toma de decisiones, como Dani Simón, por ejemplo, en Alicante.
-Muy bien, la verdad es que con él el trabajo ha sido en todo momento fluido y de una vocación igualmente de construir y enriquecer la política cultural, en este caso de Alicante, con total disposición a la colaboración y en abrir esos procesos a la participación y el cambio de paradigma de una ciudad en la que la programación se construía en los pasillos y en los ámbitos de poder, exclusivamente. Creo sinceramente que ha hecho un trabajo muy positivo y que ojalá continúe esa línea de trabajo, porque a Alicante le hace falta.
-En la presentación de la antológica de Emilio Varela en el MUBAG, has comentado que el Consorci no se va a quedar exclusivamente en los museos consorciados, sino que va a haber un trabajo más allá.
-La vocación del Consorci, como línea estratégica de la Conselleria de Cultura, es la vertebración territorial y que la cultura sea un elemento accesible y extendido por todo el territorio. Durante demasiado tiempo se han volcado recursos en la ciudad de València, principalmente, y luego, en muy, muy inferior comparación, en Alicante y Castellón. Nuestro objetivo es incrementar la acción en las capitales, pero también hacer extensiva esa acción cultural en municipios con un importante volumen de población, que mantienen excelentes contenedores culturales, y nuestra idea es fortalecer toda esa actividad, dentro de nuestros medios, con la filosofía de que todos los ciudadanos deben estar en igualdad de condiciones, en la medida de los posible, y que la cultura debe ser una herramienta que abra puertas de conocimiento y de activación social, por lo que a cuantos más lugares lleguemos, mejor será esa activación cultural de nuestro territorio. En agosto comenzamos por Castellón, con exposiciones y actividades en Morella, Vila-real o Segorbe, y estamos haciendo ya estas rutas expositivas que van a crecer y que en breve se podrán ver también en municipios alicantinos.
-¿Cómo aprovechar las tendencias en redes para la comunicación del trabajo que se está haciendo de reactivación cultural?
-Yo creo que en cultura falta todavía mucho trabajo de reactivación y de actualización en el ámbito tecnológico, de redes sociales y de herramientas de comunicación de masas, que se están utilizando muy eficazmente por ámbitos empresariales y con trasfondo económico, al igual que ha sucedido con la publicidad ha sabido canalizar la comunicación audiovisual de una forma mucho más eficaz que los lenguajes artísticos, ha bebido de las tendencias artísticas, utilizando muchas veces a creadores, artistas plásticos o escenográficas, para generar sus puestas en escena y sus golpes de efecto de comunicación pública, utilizando la herramienta del marketing y otras formas más eficaces de comunicación. ¿Qué supone eso? Que en cultura el propósito de los creadores es trasladar ideas, cuestionar, analizar, criticar, comunicarse de otra manera. Pero vivimos en una sociedad cada vez más simplificada, más "disneyficada", donde a la gente se le exige cada vez menos, porque al gran sistema económico mundial lo que le interesa es una masa de individuos simplificados, adocenados, reducidos a su papel de consumidores. De manera que desde el ámbito mediático se tiende a generar estímulos de comunicación simples, fáciles, directos y que te trasladen una mensaje muy claro: consume tal cosa, que vayas a tal sitio, que consumas tal producto o que te sumes a tal servicio. Pero claro, los objetivos de la cultura no son exactamente esos, son otros: generar una sociedad, unos individuos, capaces de tener herramientas de reflexión, de análisis y de crítica. Ese es el papel de la cultura, de la mano de la educación, que es el otro gran pilar de transformación y fortalecimiento de la sociedad. Lógicamente, eso no quita para que seamos capaces de desarrollar estrategias para que la cultura, valiéndose de las herramientas de comunicación que existen, pueda encontrar vías para llegar a más público, sin caer en la simplificación y en el detritus de la comunicación de masas. Para ello son importantes las estrategias interdisciplinares, donde a los equipos de cultura se sumen nuevos perfiles especializados en el marketing, la comunicación estratégica, etc. De la misma manera que creo que en el mundo de la empresa faltan creativos, falta gente que proceda de la cultura, con otros resortes mentales y otras capacidades, que aportarían y enriquecerían el ámbito empresarial a muchos niveles, tanto en grandes como en pequeñas empresas. Hay que romper esos compartimentos estancos que hacen que no haya un flujo natural entre el ámbito del pensamiento, el conocimiento y la creación y el de la empresa y la generación de contenidos.
-Para acabar… con nuestra densidad urbana, funcionamos a nivel cultural como una gran urbe, como una gra continuum cultural, sin corte entre localidades, ¿se puede hablar ya de "una" política cultural?
-Nos falta todavía construir un mapa cultural potente y comunicarlo adecuadamente. Desde la Conselleria de Cultura se está trabajando en una app, con la intención de concentrar la programación que genera la Generalitat, y puede que también otras administraciones, en una herramienta que haga más accesible esa información. Es cierto que ahora mismo la información está, pero está en tantos sitios, fragmentadamente, que a veces al público, aunque sea un público interesado y activo, le es muy difícil acceder a toda ella. Al final la información es todo. Puedes estar haciendo una grandísima programación, pero si no se entera nadie, o no se entera a tiempo, no sirve de nada.