Las giras nacionales por salas pequeñas son un deporte de alto riesgo para el bolsillo, incluso para bandas con cierto reconocimiento. El sector demanda ayudas públicas, pero las que hay no acaban de funcionar. Un músico, dos representantes y un gerente de sala razonan sobre las causas del problema
VALÈNCIA. El pasado 31 de julio se daba a conocer el listado con los 26 grupos de música nacionales seleccionados en la octava edición de Girando por Salas (GPS), el programa de subvenciones impulsado por el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) del Ministerio de Cultura para ayudar a los “artistas emergentes” de música popular a darse a conocer por todo el territorio español. Entre las bandas escogidas este año, encontramos tres referencias valencianas de perfil muy distinto: el grupo de pop indie Modelo de Respuesta Polar, la banda de metal [In Mute] y la cantautora Helena Goch. De los 840 artistas que solicitaron esta línea de ayudas desde todos los puntos del país, en esta edición se han quedado a las puertas otros 53 grupos procedentes de la Comunitat Valenciana. Algunos de ellos, bien conocidos dentro de sus respectivas escenas: Gener, Futuro Terror, Santero y Los Muchachos, Josep Alemany, Los Radiadores, Ramírez Exposure, Güiro Meets Russia, Iván Serrano o Isma Romero.
Habida cuenta del contexto de precariedad que hereda por defecto cada nueva banda que asoma en la escena musical española -así como la desproporción de ayudas públicas que recibe este sector cultural en relación a otros como el teatro o el cine-, se puede afirmar que los 26 grupos seleccionados por GPS cada año son verdaderamente afortunados. La convocatoria garantiza a las bandas el pago de cachés de 190 euros más IVA por músico y concierto (unas retribuciones no desorbitadas, pero sí dignas) y 150 euros por artista en concepto de gastos de desplazamiento y de alojamiento. Todo ello para una gira de al menos seis conciertos, a realizar entre octubre de 2017 y marzo de 2018. Paralelamente, se ofrece una ayuda de hasta 2.500 euros para grabar o promocionar un disco, así como para rodar un videoclip. Todo parecen ventajas y, sin embargo…
Año tras año, la labor de política cultural que lleva a cabo el GPS se ensombrece bajo las mismas críticas, emitidas tanto por parte de beneficiarios insatisfechos como de grupos que han sido excluidos. Unos lamentan la pobre asistencia a los conciertos y la mala elección de algunas de las salas del circuito; desde el otro lado de la barrera, otros se preguntan por qué se financia una gira a bandas que ya gozan de reconocimiento o están respaldados por discográficas o promotoras bien musculadas como Warner, Subterfuge o Live Nation.
Para explicar la naturaleza de estas quejas, lo mejor es acudir a un ejemplo. Sala 16 Toneladas, 5 de febrero de 2015. Por cortesía de GPS, Antonio Arias, líder de Lagartija Nick, defendía su proyecto en solitario acompañado sobre el escenario por miembros de Los Planetas, Lory Meyeres, Lagartija Nick y Eskorzo. Juntos sumaban muchos miles de seguidores en el enjambre (cada vez más confuso y menos determinante) de las redes sociales, pero allí solo se contaron 30 almas. Una vez sales a la carretera, ésa es la única cifra que importa.
Desde luego, no todas las giras subvencionadas por GPS caen en saco roto. Hay muchos casos de éxito, como el de Izal, Pablo Und Destruktion o Viva Suecia (que logró vender 1.400 entradas a lo largo de ocho conciertos). Junto a esos ejemplos, surgen muchos otros como el de Jorge Pérez, un músico que sabe lo que significa enfrentarse a una sala absolutamente desangelada en el marco del GPS. Ha vivido esta situación con dos formaciones distintas, Maderita y Tórtel. “Tocamos para una sola persona tanto en Valladolid como en Rasquera (Tarragona). Allí actuamos en una sala especializada en ska, lo que a mí no me genera ningún conflicto, pero es como su intentas proyectar una película de culto en Kinépolis. A lo mejor resulta que deberías irte al Babel. Creo que desde GPS se intentaba, con buena voluntad, pero con desconocimiento, dar cabida a salas de fuera del circuito, y eso es muy complicado que funcione”, sostiene el artista valenciano. En su opinión, detrás de estos fracasos está la falta de promoción de los conciertos a nivel local por parte de las salas, derivado del hecho de que éstas tienen asegurado el alquiler del espacio a través de la subvención. La percepción de Tórtel de la campaña de promoción realizada desde GPS tampoco fue buena: “Publicaron el cartel demasiado tarde, y además era muy genérico; con todas las bandas juntas, sin especificar salas ni fechas. Creo que tratándose del Ministerio podrían invertir más. Con una sola ayuda pública de las que les dan a las películas españolas se podrían pagar casi todos los discos de música indie que se graban en un año”, reflexiona.
Desde la oficina de Girando por Salas responden a este tipo de críticas, a las que ya están muy acostumbrados. “GPS no es una promotora ni una agencia de prensa. Ojalá tuviésemos presupuesto para hacer campañas personalizadas de los 200 conciertos que organizamos al año, pero no es así. Nuestra comunicación es global y genérica, y damos apoyo puntual cuando una banda nos informa con suficiente tiempo de que en un concierto la venta de entradas está yendo muy mal”. Según esta portavoz, detrás de cada concierto fallido anidan factores diferentes. “Hay que tener en cuenta que hablamos por lo general de bandas que son muy poco o nada conocidas fuera de su ciudad, incluso cuando no son emergentes en el sentido estricto de la palabra. Estas ayudas son para plantar una primera semilla; para superar una primera gira, cuyo coste no podrían asumir con sus propios medios. Sirve también para salir de tu zona de confort, para probar suerte en plazas kamikazes como las islas Canarias o Baleares, donde es muy difícil actuar sin perder dinero”.
En cuanto a la responsabilidad última de la promoción, la posición oficial de GPS es clara: “Muchos grupos y salas, cuando van a gastos pagados, se relajan. Nosotros concedemos un dinero y aconsejamos que se invierta parcialmente en la comunicación, para que la gira sirva realmente para difundir al grupo, pero la realidad es que no se suele dar prioridad a esa parte. Por eso funcionan infinitamente mejor los grupos que van con una discográfica o una agencia de prensa detrás. Los grupos que más aprovechan estas ayudas son las bandas que ya están en pleno proceso de desarrollo, de ahí que exijamos unos requisitos mínimos, como que hayan publicado un EP o un LP y hayan registrado los derechos de autor de las canciones”.
“Por otra parte –añade esta fuente-, los festivales han hecho mucho daño a las salas, y cada vez es más difícil convencer al público de que te vayan a ver a ti sin ningún otro aliciente. De hecho, hay muchas bandas con cierto nombre que solicitan entrar en GPS porque tampoco para ellas es fácil emprender una gira por el país sin perder dinero. Ahora asombra que hayan pasado por aquí grupos como León Benavente, Izal o We Are Standard, pero la realidad es que en ese momento no vendían ni de lejos como lo hacen hoy”.
Tórtel comparte este punto de vista. “Puede que no todas las bandas seleccionadas por GPS sean emergentes, pero es que hoy es todo tan precario que este tipo de ayudas las necesita todo el mundo. Quizás no es el caso de La Habitación Roja o Amaral, pero te puedo asegurar que hay grupos que salen en todos los medios importantes y sin embargo lo pasan fatal cuando tienen que salir a tocar”. Nosotros afortunadamente ahora estamos en una situación mejor –añade-, pero, para que te hagas una idea, este fin de semana vamos a hacer una gira de solo tres fechas que nos va a suponer un gasto de mil euros, y sin llevar técnico de sonido. Ésta es otra de las razones por las que las ayudas del GPS solo tiene sentido que se las den a grupos con cierto bagaje o una discográfica detrás. Necesitas a alguien que te adelante el dinero, porque las ayudas llegan después, una vez ya has presentado las altas en la Seguridad Social de todos los músicos y has justificado hasta el último de los gastos con facturas”.
Nos desplazamos a otra artista de la industria, la de los representantes, para explorar otros puntos de vista. Jorge Álvarez, manager de la agencia Good Farmers, nos habla de su experiencia personal con este tipo de ayudas, que considera positivas “si se saben aprovechar bien”. “Mi primera experiencia en GPS fue cuando empezaba a representar a Senior i El Cor Brutal, y no estoy nada satisfecho con el resultado. En primer lugar, porque los conciertos en las ciudades a las que fuimos no tenían público. En segundo lugar, las cuatro “salas” donde actuamos eran en realidad pubs con un equipo de sonido bastante precario. En Zaragoza recuerdo que era la planta baja de un hostal”. “Creo que parte de la subvención debería utilizarse para invertir en una agencia de publicidad que se encargue de que en las radios locales suene la música de los grupos, que se lean entrevistas en los periódicos, y que las salas por su parte hagan lo posible por darles visibilidad”, agrega Álvarez.
Pepe de Rueda, programador y gerente de la sala 16 Toneladas, no escurre el bulto de la responsabilidad que le toca. Aprendió bien la lección después del “pinchazo” del concierto de Antonio Arias al que hacíamos alusión al inicio de este reportaje. “Pagué la novatada. Hacía solo tres o cuatro meses que había abierto la sala, y no me di cuenta de que el GPS te ofrece una oportunidad, pero eres tú el que te tienes que encargar de llenarlo, ya sea haciendo promoción a nivel local o buscando un telonero adecuado. Para que este tipo de conciertos funcione, la sala tiene que tener claro cuál es su línea y qué tipo de clientela tiene, y el grupo también tiene que hacer su parte”. Otra de las ventajas de las ayudas del Ministerio, en su opinión, es la posibilidad de acoger propuestas “difíciles” sin arriesgarse a perder dinero. “Que viniese a tocar Cabezafuego desde Bilbao para tocar delante de 50 personas sí valió la pena, porque es una propuesta complicada de traer con tus recursos”.
Nacho Cabrera, representante de Biznaga, considera que la inclusión de la banda madrileña en la séptima edición de GPS fue positiva, a pesar de haber tocado para diez personas en algún que otro concierto. “Algunos ven las ayudas del GPS como coge el dinero y corre, mientras que otros sí hacen trabajo de promoción. Normalmente, cuando el concierto funciona es porque el agente de la banda se ha puesto las pilas. A nosotros, los conciertos que nos fallaron fueron en plazas complicadas ya de por sí. Lo que solemos hacer es reservar los conciertos del GPS para salas donde pagan un caché inferior al que puedes obtener con la ayuda, o ciudades muy alejadas, donde no puedes ir a pelo porque los gastos de desplazamiento se disparan. Gracias a estas ayudas pudimos ir a tocar a Canarias y grabar un videoclip, así que sí estamos contentos”.
Las del GPS son las únicas subvenciones públicas que concede el Gobierno central para giras de grupos de música popular. A nivel privado, la Fundación SGAE y la Asociación AIE gestionan varios programas similares. Pero si nos descendemos al estrato autonómico, Cataluña es la comunidad que marca la pauta, con varias líneas presupuestarias concebidas para fomentar la movilidad de los grupos de música tanto dentro como fuera de sus fronteras. Otras regiones como Galicia –cuya situación geográfica periférica encarece por lógica cualquier intento de salir a promocionar tu música- ya han empezado a tomar nota. ¿Acaso no lo necesitan también las bandas valencianas? “Me consta que actualmente hay personas dentro de las instituciones valencianas se está intentando crear algo similar. Es gente que conozco y en la que confío, porque han estado siempre relacionados con el mundo de la música –comenta Jorge Pérez “Tórtel”-. La nuestra no es una comunidad fácil, pero yo soy optimista”.