ALICANTE. De un tiempo a esta parte, en las entrañas del Mercado Central de Alicante se está moviendo una corriente gastronómica que aprovecha la inmediatez del productazo que existe en su interior para hacer cocina de calidad. Uno de esos binomios perfectos existe en el restaurante El Palé, en el puesto número 133.
Regentado por Daniel, que empezó con este proyecto en la Calle San Fernando número 8 en el año 2013, cambio de ubicación en septiembre de 2020 para encontrar en el mercado su esquilax, su híbrido mágico, el lugar perfecto donde hacer la comida que quiere, con el producto que quiere y en el ambiente que le gusta.
El Mercado Central tiene mucho rollo. A los que lo hemos conocido como un lugar de culto y epicentro de las relaciones sociales para nuestros abuelos (que pasó a ser un lugar de picorsito con el nacimiento del tardeo), es normal que nos entre cierta nostalgia (y ganas de jarana) al pasar por la puerta principal y adentrarnos por los puestos, pero si encima encuentras un sitio con una selección de vinos más que correcta, un precio totalmente asequible y una comida realmente espectacular, tu día puede ser maravilloso.
Recuerdo la primera vez que vi el puesto. Paseando en la zona de pescadería, al torcer una esquina, apareció una pizarra salvaje en suelo junto a un puesto que me hizo poner cara de suricato. En ese momento, miré a mi mujer y con sus palabras me recordó el motivo por el que me casé con ella cuando me preguntó ¿is this real life?
En esa tabla, figuraban palabras que no se suelen conjugar normalmente como ahumados de tierra y mar (atún, emperador, pato, presa ibérica), falso tartar de embutido de Monóvar, tostas de sardinas ahumadas con romero, de roast beef con germinados y ceviche de boquerones.
Todos los platos tienen una potencia terciada con elegancia pero que te pega un golpe en el paladar que te viste de torero. El sitio, además, está regentado por un gran tipo, que tuvo la amabilidad de contarnos los orígenes de su local: "En mi casa cocinamos todos, mis padres, abuelos, hermanos etc.…y nos gusta. Una amiga, me invito a organizar el convite de su boda con casi un año de antelación...y dicho y hecho, lo hice y además me salió de puta madre. A raíz de este evento surgió la posibilidad de dar presupuesto para un congreso en el Hospital General que finalmente no salió, pero preparando el presupuesto, yo hablaba con el tipo del bar en el que desayunaba (cerca de la correduría donde trabajaba) y así de repente me ofreció quedarme con su local (él se jubilaba)".
"En aquel momento estaba quemado como la pipa de un indio en la correduría donde trabajaba y con mi adicción por la cocina, ni me lo pensé pese a tener ni puta idea de gestionar un negocio de hostelería (solo había currado de camarero para sacarme la carrera)
Siempre he pensado que un sitio de hostelería que transmita autenticidad, honestidad y la personalidad de su dueño tenía que triunfar. Y bueno, esa ha sido mi guía en estos años", relata.
"En cuanto a mi cocina… no sabría muy bien cómo definirla. Creo que es bastante ecléctica. Se me ocurren ideas y las trabajo hasta que consigo lo que quiero, pero de la forma más sincera posible. Creo que ese sería el mejor adjetivo para definirme", resume.
Lo cierto es que clava su definición, por lo que en virtud de lo expuesto solo queda por añadir ¡larga vida al rey de los ahumados!