CASTELLÓ. La castellonense Beatriz Alés está muy acostumbrada a los retos. De hecho, cuando se mudó a Berlín hace una década fue en busca de ellos. No es que la capital de la Plana se le quedase "corta", también capitales como Barcelona estaban lejos de lo que soñaba. "Estudié en la Escola Tècnica d'Arquitectura de Barcelona, pero después decidí marcharme porque sabía cuáles iban a ser los caminos que iba a poder elegir y yo quería hacer algo que todavía no estuviera escrito, algo que no pudiera imaginarme dónde me llevaría. Aquí sabía hasta dónde podía llegar y en Berlín, en cambio, todo estaba más abierto. Esa incertidumbre me gustó", cuenta. Aun así, la profesional nunca se ha desconectado de su tierra y, por eso, desarrolla proyectos entre ambos países.
Eso sí, las ganas por no dejar nunca de sorprenderse le han llevado entre otras cosas a fundar su propio estudio de arquitectura en la ciudad alemana. Un espacio que la misma define como "colaborativo, crítico y experimental". Y es que siguiendo el espíritu que tanto le caracteriza, todo lo que desarrolla en su despacho lo plantea desde cero y en equipo con el cliente. Esto, que a priori puede parecer una carga, es una de las mayores motivaciones de su trabajo. "No creo que la arquitectura vaya camino a yo te hago un proyecto y así se queda. A mi me gusta dialogar con el cliente e intentar analizar qué se me está pidiendo, porque muchas veces te piden una solución sin explicarte el problema."
Ejemplo de esta visión es la Casa Witiza, una obra que acaba de ser seleccionada en la final de la XV Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo, así como en los Premios FAD de Arquitectura e Interiorismo. Alés diseñó, codo con codo junto al matrimonio que la contactó, un hogar totalmente renovado en el barrio de Carabanchel de Madrid. Más concretamente en la Colonia Histórica Tercio Terol. Construida en los años 40, esta colonia que engloba 640 viviendas unifamiliares, fue creada para alojar a familias humildes en régimen de alquiler durante la dictadura franquista. Actualmente está protegida como patrimonio urbanístico.
"Es una obra que he disfrutado mucho porque tenía claro que quería que fuera como quisieran sus propietarios. Pedían mucho color y llegamos a un acuerdo mínimo que era establecer la casa lo más tranquila posible. A partir de aquí, lo diseñé todo junto a ellos", cuenta Alés. El proceso no fue sencillo: había que convertir una casa de 70 m2 pensada originalmente para familias de 8 miembros, en un hogar para una pareja. "Las calidades de la obra original eran muy bajas, por lo que gran parte de la obra consistió en mejorarla energéticamente. Además, sus dueños querían pasar la mayor parte del tiempo allí. Querían que las habitaciones estuvieran conectadas entre sí y que el exterior fuera habitable", detalla la arquitecta.
La pandemia aceleró el cambio de las ciudades
Además de esto, como decíamos Beatriz Alés sigue sumergida en el cambio. No únicamente el personal, sino un cambio global que salpica calles, ciudades y personas. A la castellonense, que entiende que la arquitectura ha de pensarse "desde los márgenes", lo que le interesa es "abrazar los conflictos que tienen los espacios y poner de manifiesto su complejidad". De tal modo que su trabajo siempre gira en torno a este tema, sea cual sea la escala.
En esta línea, acaba de ser seleccionada para participar junto a otros 14 estudios de toda Alemania en un proyecto que busca repensar el futuro de la periferia de Berlín. Un proyecto que aunque no se llevará a la práctica de momento -es únicamente teórico- ayuda a resolver interrogantes tales como si la periferia de Berlín terminará por tener su propio centro o si se desarrollará más bien entre minicentros. Pero también aborda otras cuestiones que preocupan de lleno al resto de ciudades. ¿Qué pasará cuando compremos todo por Internet? ¿Cómo va a afectar el shopping online a nuestras ciudades? ¿Desaparecerá en Castelló la Calle Enmedio? Estos son solo algunos de los interrogantes que la arquitectura trata de responder, pero hay más.
"Hay muchas complicaciones en el espacio urbano. Un conflicto que ahora mismo está muy presente es el de las terrazas de los bares, que por el coronavirus y los aforos, han tenido que ampliarse. Pero esta ampliación ha derivado en un retroceso del espacio público libre de consumo, ese espacio que te permite simplemente pasear. Es complejo porque hay muchas partes implicadas, no obstante de manera arquitectónica se podría solucionar. Los arquitectos podrían pensar en cómo construir un espacio donde situar la terraza para que acústicamente moleste menos y que además pueda ser utilizada en otro horario para otros fines. Sino, este espacio está entregado totalmente a usos privados", expone Alés, quien incide en que este problema ya existía antes, solo que la pandemia lo aceleró.
En efecto, también cree que muchas plantas bajas no están en el lugar idóneo para tener terraza. "Es algo que se podría solucionar. Los arquitectos somos capaces de organizar las ciudades de la mejor manera", incide Alés, quien también pide a la sociedad parte de responsabilidad para hacer frente a los cambios que inevitablemente pide a gritos la urbe. "En Castelló ha habido muchos problemas por la peatonalización de la avenida Lidón. Cuando vine a la ciudad hace un tiempo vi muchos carteles en contra del proyecto, pero hay que entender que una ciudad pasa por peatonalizar los centros. Es una medida incómoda para las personas, pero significa anticiparnos al futuro. Hay que ir hacia la colectivización del transporte para reducir el tráfico y para eso no hay que optar por medidas individuales", señala.
Bajo esta premisa, la arquitecta va aportando su propio granito de arena al cambio. Además de los proyectos mencionados, en 2016 ganó junto con Elena Zaera el primer primero de la primera fase de un concurso para diseñar el Museo del Siglo XX en Berlín y, por otra parte, ejerce como profesora en el Instituto de Urbanismo y Estudios Urbanos de la Technische Universität Dresden.