Conversamos con la banda valenciana acerca de su cuarto álbum, 'Regalo Doble' (BCore, 2018), grabado el pasado verano con Paco Loco
VALÈNCIA. En la música, la unión de talentos y personalidades muy diferentes –e incluso opuestas- da origen a veces a grupos mayestáticos. Y el proyecto conjunto de José Guerrero, Óscar Mezquita, Nick Perry y Ubaldo Fambuena es un buen ejemplo de esta feliz y extraña confluencia de astros. Quedamos a desayunar con Cuello un domingo por la mañana en la bodega Valero, mítico punto de encuentro previo a los conciertos de la sala El Loco. Sobre la mesa, Regalo doble (BCore, 2018), cuarto álbum de la banda valenciana, que llega a los puntos de venta el próximo 2 de febrero, pero que ya puede escucharse íntegramente en internet. El disco viene precedido de un primer single, “Juego dominante”, que ya despeja varias dudas. La primera es que Cuello sigue sonando a Cuello después de pasar por el estudio de grabación de Paco Loco. Que nadie espere un volantazo. La segunda es que han vuelto a despachar un disco enérgico y coreable, situado en los intersticios entre el “pop alegre” y el punk. Estructuras de rock clásico con melodías sencillas, pero con una vuelta de tuerca. Canciones directas, efectivas, asequibles… pero con un remate retorcido.
Después de grabar Mi Brazo Que Te Sobre (BCore, 2013), Modo Eterno (BCore, 2014) y Trae Tu Cara (BCore, 2015) con Pablo Peiró, productor y bajista de Betunizer, en este álbum el cuarteto valenciano decidió probar suerte en los idílicos estudios del Puerto de Santa María (Cádiz), donde el gurú del indie pop Paco Loco ha registrado a lo largo de las últimas tres décadas cerca de un millar de discos de bandas nacionales e internacionales, tanto célebres como anónimas. The Posies, Nacho Vegas, Neuman o -por incorporar un apunte local- el magnífico Oh Germanes! de Gener.
Jose Guerrero: “Decidimos grabarlo allí sobre todo por saber cómo sonaríamos con un productor mítico como él. No lo hicimos esperando que añadiera nada demasiado evidente, porque las canciones llegaron al estudio ya muy cerradas. En el plano de la composición apenas ha introducido cambios, exceptuando alguna armonía en las que nos hizo observaciones valiosas. Además, aunque tenga mucha clientela pop, entiende muy bien a las bandas guitarreras. Creo que su aportación se aprecia más en el sonido. Tiene tanto equipo que puedes probar multitud de cosas diferentes”.
Óscar: “En el estudio había cien mil cajas y platos, era el paraíso para mí. La verdad es que yo no sabía nada de él antes de llegar allí, no me había leído su biografía ni nada de eso, pero me ha parecido un tío entrañable y maravilloso. Es muy sencillo y divertido, y está absolutamente obsesionado con su trabajo”.
Jose: “Se levanta a las siete de la mañana, antes que nadie, y se va el último. De lunes a domingo. Nos decía que los días que no trabaja se siente mal”. (ríe)
Ubaldo: “Como Paco es guitarrista, a mí es al que daba más consejos. Es muy buen guitarrista, y muy vacilón. En una última toma de la última canción, “Días de carrusel”, le pregunté si se atrevería a meter una guitarra. Y me dijo: ¿Que si me atrevo? Me quitó la guitarra de encima, le dio al play e improvisó una pista maravillosa, que se ha quedado ahí”.
Las grabaciones en los estudios del productor mexicano de orígenes asturianos son experiencias de inmersión total. Una semana a pensión completa, instalados en una confortable casita con jardín y piscina; compartiendo mesa y mantel con Paco Loco y su mujer, socia y también artista, Muni Camón. Una atmósfera familiar que Mezquita describe así: “Me encantaba que llegara el momento de la comida y la cena. Era súper variada y rica. A pesar de que suelo ponerme de los nervios durante las grabaciones, ésta ha sido la más cómoda en la que he estado en mi vida”
Jose: “Estar concentrado es importante. Salen más cosas. Si grabas en tu ciudad es diferente, porque duermes en tu casa y no tienes la cabeza 100% metida ahí”.
Óscar: “Yo normalmente lo paso mal cuando grabo. Me obsesiono mucho y me entran miedos, así que por las noches no dormía bien. Y claro, en la grabación me dormía bastante a menudo en el sofá del estudio”, reconoce.
Nick: “Sí, eso es verdad… luego se despertaba, le entraba un ataque de nervios, se ponía a gritar que esto o aquello no podía ser, y luego volvía a quedarse dormido (ríe). Paco nos cogió el sentido del humor enseguida. Era como si estuviera en mi casa”.
El primer single de Regalo Doble se llama “Juego Dominante” y, como suele ser habitual en las canciones de Cuello, la letra admite interpretaciones abiertas. Podría hablar de la noche, de la influencia externa de los demás y de la tendencia a dejarse llevar. Pero puede significar muchas otras cosas.
Jose: “Lo puedes llevar a muchos terrenos. Todas las letras de cuello hablan en general de las dudas que nos persiguen durante toda nuestra vida: quién soy; estoy haciendo lo correcto; que será de mi vida mañana… Y, en el fondo, ser feliz a pesar de las dudas. No me gustan las letras de canciones demasiado pretenciosas ni serias. Me gusta ponerle un poco de sentido del humor a todo”.
Uba: “Creo que esa canción habla un poco de esa debilidad en la voluntad. De cuando sabes que algo está mal y te lleva al precipicio, pero no puedes dejar de hacerlo”.
Óscar: “Son letras sugerentes, pero que nadie sabe muy bien qué significan. Como las pelis de David Lynch. Nadie puede decir que sabe de que va. Y eso a mí me gusta”.
La historia es conocida. Cuello es un proyecto ideado por José Guerrero, un músico hiperactivo que parece querer cubrir todos los flancos de la creación musical desde proyectos diferentes. Si Betunizer es un campo de improvisación y experimentación rítmica, Jupiter Lion es el grupo en el que flirtea con más libertad con la psicodelia y los loops, y Segunda Persona le permite jugar en solitario con las texturas austeras de la guitarra acústica, la idea con Cuello era hacer un grupo de “pop alegre”. Para hacerla realidad, no acudió a la solución más fácil. En lugar de buscar músicos dóciles y maleables, se buscó a cuatro personas con personalidad muy marcada. Llamó a Óscar Mezquita, baterista de grupos de hardcorepunk extremo como Derrota y Zanussi (banda de culto imprescindible que por cierto acaba de celebrar sus veinte años de existencia). También a Ubaldo, antiguo miembro de la banda de garage-blues Tracahombres; y Nick Perry, multinstrumentista radical e irrepetible en muchos sentidos, cuyo currículum en los escenarios abarca a Jackson Milicia, Tucán, Fliping Colors y –más recientemente- Podium.
Uba: “Recuerdo cómo me fichó Jose… Una noche en la Residencia, se sentó a mi lado y me dijo: “Oye tío voy a hacer un grupo de pop alegre, ¿te gustaría tocar? He hablado con Óscar Mezquita”. ¿¿Óscar de Zanussi haciendo pop alegre?? ¡¡Vamos a hacerlo!!, le dije”.
Nick: “A mí me pasó algo parecido. Pero le advertí enseguida a Jose: “¿Sabes que con Óscar ese grupo no va a sonar a pop para nada, verdad?. (ríe) De todos modos, tengo que decir que yo no creo que seamos una banda de pop alegre en absoluto. Para mí es punk. Al menos es la actitud con la que me subo al escenario”.
Jose disiente: “Es muy fácil… Todas las canciones de Cuello suenan alegres cuando las tocas en acústico. Prueba a hacer lo mismo con Joy Division y verás lo que te sale…”.
Óscar: “Yo al principio me preocupaba por si estaba sonando demasiado fuerte. Luego Jose me tranquilizó y me dijo que justamente es eso lo que buscaba. Contundencia”.
El sistema de trabajo sigue siendo el mismo que cuando empezaron a ensayar en el año 2013. “Yo llevo las canciones bastante avanzadas al local, sobre todo la guitarra y la melodía de la voz, y allí las terminamos de pulir entre todos. Es curioso porque en Betunzier se trabaja justo al revés. Estamos obligados a no traer nada de casa. Todo tiene que surgir de la improvisación”.
Que el peso de la composición y la gestión recaiga principalmente sobre una persona del grupo es un método bastante habitual, pero quizás no tanto en el underground, que es al fin y al cabo del caldo de cultivo de todos ellos.
Óscar: “Para mí es una comodidad absoluta, me da mucha tranquilidad. Y también el hecho de que Jose es también el secretario, presidente, tesorero, el que se encarga de encontrar los conciertos. ¡Nosotros básicamente lo que hacemos es disfrutar tocando!”.
Nick: “Yo he hecho el papel de Jose en otras bandas como Flipping Colors y me estresa mucho. A mí me parece fenomenal porque, al fin y al cabo, las canciones que salen con Cuello me flipan”.
Jose: “Ellos aportan mucho con cada uno de sus instrumentos; ideas que a mí no se me ocurrirían en la vida. Si les dijera todo el rato lo que tienen que hacer, la banda tendría mucha menos magia, sería una especie de rock clásico. Por eso busqué a gente como ellos. No quería músicos que se limitaran a seguirme”.
Nick: “Estoy convencido de que la gracia del sonido de Cuello es que cada uno hace lo que le sale natural. Por eso en suena empacado, pero no preciso ni encajonado. Precisamente esa agresividad que nos distingue en los directos viene de ese punto suelto y aleatorio”.