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tribuna / OPINIÓN

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24/05/2019 - 

Como dijo un sabio agricultor: “Tenemos dos madres, una  nuestra propia madre y  la madre tierra que nos regala todo lo que necesitamos para vivir.”

A día de hoy  una de las consecuencias de vivir pendientes de la rentabilidad de las cosechas, la sufren los suelos que están sometidos a un ritmo de productividad que no permite la recuperación natural de los ciclos orgánicos. Es necesario que todo lo que plantemos cumpla con los objetivos económicos y de productividad de toda inversión, debe crecer en el tiempo establecido y de no ser así  ya no es rentable.

Inmersos en este círculo vicioso que precisa el crecimiento, a costa de abonos artificiales y que excluye en la mayoría de los casos, los procesos naturales de regeneración como el compostaje, donde la naturaleza hace lo que mejor sabe hacer, restaurar el equilibrio, se hace imprescindible un cambio en la línea a seguir de aquí en adelante. Un nuevo  rumbo que abogue por la salud, la  del suelo y por ende nuestra propia salud.

En esta línea, el marco europeo en cuanto a tratamiento de residuos, sitúa al compostaje como la solución ideal con objetivos muy claros para los próximos años. La actual forma de gestionar los residuos  no tiene ya  ningún sentido ya que son una fuente de contaminación de los suelos. El compostaje debe normalizarse como hábito de abonado para devolverle a la tierra lo que necesita: su equilibrio, sus nutrientes. Porque si ella está bien nosotros también. Porque una cosa es comer y otra bien distinta es alimentarse.

La tierra en sí misma tiene la capacidad de transformar los elementos, los microorganismos. Cuando se añaden compuestos artificiales como los nitritos o nitratos, las plantas crecen más rápido pero sin vida, sin los nutrientes necesarios con las consecuencias que conlleva para nuestra salud la presencia de estos compuestos que no han sido previamente transformados.

Cierto es que la tierra necesita una parte de nitrógeno y una de carbono en su proporción adecuada, es decir, una mezcla entre la parte animal y la parte vegetal que junto a unas condiciones adecuadas de luz y humedad lleven a su pasteurización. He aquí la clave del proceso; la correcta fermentación  es la clave para la transformación de los nitratos, para que se haga la digestión, para completar así el viaje de la materia orgánica.

El poner en marcha el compostaje con el aprovechamiento de las podas y de la materia orgánica, supone volver a conectar con este viaje de la materia, supone entender los procesos que crean la vida y la transforman, supone conectar con nuestro campo,  huerto y  cosecha. Igual que en los centros educativos enseñamos y estudiamos el viaje de la gotita de agua para entender el proceso de transformación del agua, se hace prioritario poner en valor la transformación de la materia orgánica, el poder transformador y regenerador de la tierra como ente vivo, dar un giro y recuperar la calidad y la salud de los suelos agotados y en muchos casos, estériles ya, en nutrientes.

Un uso continuado del compost, como abono natural, genera en el interior de la tierra la formación del humus, que en suelos arcillosos, como el nuestro, consigue que se desbloqueen las moléculas de los microorganismos para que liberen los minerales que alimentan a las plantas (magnesio, potasio, hierro) y éstas a nosotros.

El humus es un proceso activo de intercambio de nutrientes que se vincula a la fertilidad de la tierra, porque en una molécula de humus están presentes todos los elementos bioquímicos naturales y  necesarios para la vida; cada molécula está recubierta de una capa  protectora de agua que alimenta y humedece el suelo. Es decir, implantar el compost como abonado natural, genera el humus, que a su vez hace que los suelos se transformen y se recuperen.

Si cuidamos la tierra que nos alimenta ella misma se encarga de cuidarnos, reduciendo el consumo de agua. Como consumidores tenemos mucho más poder del que creemos cuando compramos porque decidimos a quién le encomendamos nuestra salud y podemos por tanto marcar la línea del modelo productivo.

El Plan Integral de Residuos de la Consellería establece la obligatoriedad de realizar el separado de lo orgánico y su compostaje. Pero desde el Ayuntamiento de Elche este tema se aborda muy de puntillas y como algo meramente experimental dentro de su pliego de condiciones de la Contrata de Basuras, es decir, algo así como: “ya veremos si lo hacemos”. Resulta incomprensible que, aspirando a ser Capital  Verde Europea 2030,  estemos como estamos, teniendo el sector agrícola que tenemos. Una jugada más de un equipo de gobierno que deja atado su “plan” a una semana de las elecciones, demostrando que no está a la altura de sus responsabilidades.

Necesitamos representantes preparados para un  futuro de calidad. ¿Lo tendremos?


Paz Victorio es integrante de la Asociación Alonis (Asociación  para la  Defensa de la Salud y del Medio Ambiente)

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