ALICANTE. Este miércoles se cumple un mes desde que un centenar de aficionados al fútbol de la provincia de Alicante se vieron discriminados en la Ciudad Deportiva del Valencia por algún burro que se negó a venderles entradas para el Mestalla-Hércules por su procedencia. Con dos cojones.
Ese ejercicio del derecho de admisión contrario al artículo 14 de la Constitución, al que no escaparon ni herculanos ni valencianistas, constituye una infracción grave de la normativa autonómica sobre espectáculos públicos, pero 30 días después nada se sabe de la Generalitat (no descarten que ahora aparezca un expediente de rápida confección que dormía el sueño de los justos en un cajón).
Sí, es cierto que hasta la fecha tampoco la Federación o Antiviolencia han tomado una decisión al respecto, pero es que a los cargos públicos que están al frente de esos organismos no los vimos entonces lanzarse en busca de un micrófono a criticar, con tanto acierto como oportunismo, lo ocurrido en Paterna. Uno no pide un juicio sumarísimo para nadie, que quede claro, pero sí que alguno espabile porque parece que las normas no son iguales para todos.
A todo esto, como si de homenajear el citado dislate se tratara, el domingo una panda de cafres se recorrió de norte a sur la Comunitat para pegarse. Aunque algún aspirante a Eliot Ness dijera que habían quedado para currarse con otros cafres de aquí, la realidad es que los primeros, todo y su diarrea mental, sabían que en Alicante se iban a topar con otros bárbaros tan débiles de mente como encantados de liarse a palos. No hay afición al fútbol que no tenga ese virus. La del Valencia, sin ir más lejos, lo tiene bien inoculado. Pero igual que por sufrir lo anterior y/o por la torpeza de alguno de sus responsables, el club che y su afición no merecen que se los catalogue como violentos o se diga que fomentan el odio, el Castellón, el Hércules y sus respectivos aficionados tampoco.
Supongo que si persiste la inacción de la Administración respecto a lo ocurrido en Paterna el Síndic de Greuges sí actuará... Espero también que Antiviolencia se decida de una vez; en un sentido u otro, pero que lo haga. En el Valencia está claro que sí han actuado y es que si bien su director general gusta de desviar la atención y obviar lo verdaderamente importante y grave, está acreditado que el pasado 27 de octubre un alicantino podía adquirir en la taquilla del Antonio Puchades una entrada para asistir al Mestalla-Alcoyano. Es decir, que a alguien le han leído la cartilla para que no vuelva a meter la pata.
Pues a ver si esa metida de pata no queda impune...