ALICANTE. Si hay cosas que la nueva política no cambian son los subdelegados del Gobierno, o incluso, los delegados. Y para muestra, José Miguel Saval, el hombre que desde hace unos días ocupa la vivienda de la Plaza de la Muntanyeta de Alicante y que este jueves ha tomado posesión ante las cúpulas de las Policía, la Guardia Civil, la Justicia, representantes institucionales y como no, sus compañeros de partido. Sobre todo, dos, José Císcar, el presidente del PP y principal valedor, y Juan Carlos Moragues, delegado del Gobierno, su principal hacedor, y todos ellos, antiguos miembros del Gabinete de Fabra, el de las penurias de la Generalitat.
Saval se ha presentado como es y como quiere ser: hombre de pueblo, Callosa d'En Sarrià, hecho a si mismo y amante del orden -más bien, de la estabilidad- y de la concordia. Y sobre todo, muy orgulloso de su etapa al frente de las responsabilidades que ha tenido. Como él mismo recordó, primero como delegado estudiantil; después como diputado nacional entre 1995 y 1996 y, más tarde, como director general de Universidades, entre 2012 y 2014, etapa de la que dijo, "guarda un buen recuerdo por la multitud de becas que consiguió dar en una época muy mala para la administración autonómica".
Ingeniero de Caminos, profesor de la Politécnica de Alicante, Saval ha reivindicado para él y para todos un máxima: una persona no hay que mirarla por sus ojos o su boca, "te puede engañar", "hay que mirarla por sus manos, que son las que se hacen las cosas. "Con estas manos he recogido nísperos, hasta hace poco tenía una azada", con lo que quiso poner en valor que el trabajo y entrega van a ser sus máximas.
Pero sobre todo, Saval ha reivindicado el espíritu del Centro Democrático y Social (CDS), y de la figura de Adolfo Suárez. De esa época, el nuevo subdelegado dijo que actualmente "falta concordia y rigor", y que es justamente lo que se ha comprometido a aportar, junto al trabajo y dedicación, en su nueva responsabilidad.
Es decir, que no esperen un subdelegado 3.0, con twitter y activo en las redes sociales, ni, por lo que parece, un punto de confrontación con el Gobierno valenciano. Para eso, el PP ya tiene a la Diputación Provincial (que hoy inicia su batalla de nuevo contra el Consell por el decreto de plurilingüismo). Saval viene a defender, por pasión y convicción al Gobierno de Rajoy, pero con su particular tono de sosiego y vocación de acuerdo, con el halo del CDS. Para tareas de contienda política ya está Moragues, que al minuto de tomar posesión, no tuvo reparos en darle la vuelta al calcetín del debate de los los presupuestos y poner a Ximo Puig en el centro de la diana del victimismo. La Mutanyeta llevaba más de un año sin inquilino y nadie echaba en falta inquilino locuaz. Pues eso, hay inquilino, pero que de sus palabras se desprende que trabajará, con pasión y dedicación, pero en silencio. De perfil bajo.