ALICANTE. Hay una máxima que dice que 'si funciona, no lo arregles'. Salvo los escudos deflectores del Halcón Milenario, eso sí. O la puñetera vulnerabilidad de la Estrella de la Muerte, que manda narices las millonadas que se gasta el Imperio en sus juguetitos (en el actual contexto inflacionista, auguro que la licitación se quedaba desierta por el precio de los materiales) y la facilidad que tienen para estallar esas temibles estaciones espaciales de combate. Pero para casi todo lo demás, vale, incluso en una galaxia muy, muy lejana.
Todo parece indicar que el nuevo dueño del mayor 'western de hadas' jamás contado, Disney, ha entendido por fin cómo funciona la maquinita. Tras la extraordinaria y a la vez desconcertante serie de Obi Wan Kenobi (que solo por el nada canónico duelo final entre Ewan McGregor y Hayden Christensen, al que solo se le ve un ojo, ya vale la pena), Star Wars repite fórmula con 'Andor': serie en vez de película, personaje carismático pero no de la línea principal, y sobre todo, y aquí está de nuevo la clave, cercanía temporal a los sucesos mollares de la primera trilogía.
Decíamos al final de la reseña sobre Obi Wan Kenobi que "las historias, para desesperación de los críticos modernos, funcionan mejor cuanto más se acercan a la trilogía original", y en su nueva criatura, Disney se ha aplicado el cuento (cosa que no debería extrañar, dedicándose a lo que se dedica la compañía). Los experimentos, con gaseosa, como diría el barman de Mos Eisley. Menos películas reboot sobre personajes de la saga Skywalker con actores nuevos (terrible el resultado de esa 'Han Solo'), y más ir a lo seguro, que al final se trata de darle al cliente lo que quiere. Lo cual no significa, cuidado, refritar hasta la extenuación 'Una nueva esperanza'.
Y para ello, Star Wars ha cogido a uno de los personajes más carismáticos que ha parido su universo en esta nueva era, desde luego mucho más que cualquiera de los protagonistas de la tercera e innecesaria trilogía (¿para qué, para ridiculizar a Luke, el jedi que derrotó al emperador Palpatine, y convertirlo en un meme de Seur?), y a años luz (ta-chan) del Poe Dameron de Oscar Isaac, tan cargante como la Leia niña de Obi Wan Kenobi, y lo ha elevado a la categoría de estrella. Se trata de Cassian Andor, el personaje que en 'Rogue One' interpretó el mexicano Diego Luna.
La conmoción en la Fuerza de Diego Luna
Aquí hay mucha tela que cortar, mejor sin sable láser. Primero, Diego Luna, que es un actorazo, ha conseguido dejar de interpretar mexicanos (impensable que sea el mismo de 'Y tu mamá también', de 2001, junto a Maribel Verdú) en Hollywood, lo cual es en sí mismo extraordinario, porque Antonio Banderas aún no lo ha logrado. Segundo, la serie es una precuela de la única película de Star Wars producida bajo el paraguas de Disney que sí vale la pena, la ya citada 'Rogue One'. Tercero, se trata de una historia, al menos hasta el cuarto episodio que es lo que se puede ver, mucho más madura no ya que Obi Wan Kenobi, sino incluso que The Mandalorian. Y cuarto, de momento no parece que, siquiera por error, la trama vaya a pisar Tatooine o un planeta desértico parecido, lo cual sin duda merecerá, de confirmarse, una página en el Libro Guiness.
Otras claves a tener en cuenta y que hacen brillar la serie son, por ejemplo, las similitudes entre las semillas de la Rebelión que nos muestra Andor y las que se producían en '1984', con quintacolumnistas de apariencia burguesa o incrustados en altas instancias del totalitario aparato gubernamental, cuyo funcionamiento también recuerda al que ¿inventó? George Orwell; la 'suciedad' de los escenarios, que remite a las películas originales; o los flashbacks de la infancia de Andor que podrían ser descartes del copión de 'Predator: Prey', homenaje a los nativos americanos incluido.
¿El mejor producto de la nueva Star Wars?
En resumen, todo en Andor encaja para que la serie, a la que lo único que cabría achacarle es cierta lentitud sin demasiada intención dramática, cuente una interesante historia que rellena muchos 'porsentados' de la saga galáctica, como el funcionamiento burocrático del Imperio, el nacimiento de la Alianza Rebelde a la que se une Andor, los motivos por los que lo hace (recordemos que, junto a la Jyn Erso que interpretaba Felicity Jones, es el héroe que roba los planos de, sí amigos, la Estrella de la Muerte) o el hecho de que existan más planetas que Tatooine, Alderaan o Dagobah.
Si en lo que resta de serie (interesante descubrimiento el 'sistema Disney' de estrenar un capítulo a la semana frente a la costumbre de otras plataformas, lo que devuelve a una historia seriada su auténtico carácter de tal) Andor no cae en el lado oscuro, podemos estar ante el mejor producto Star Wars desde, precisamente, Rogue One. Que la fuerza les acompañe.