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Sandra Mar: "Me interesa cambiar la tradición cerámica, ver qué pasa si no sigo las normas"

La artista, que actualmente forma parte de una exposición colectiva en el IVAM, ha sido la ganadora del Beca Velázquez 2024/2025

9/08/2024 - 

VALÈNCIA. Si diéramos forma a un mapa pasado, presente y futuro de la artista Sandra Mar (València, 1995) tres son los espacios clave para hacer un recorrido fugaz sobre su trayectoria. Es la galería de arte contemporáneo Rosa Santos la que, tanto en su sede de Madrid como en la de València, ha mostrado en el último año dos de sus primeros proyectos expositivos en solitario, las exposiciones La sangre, los ojos o el ramillete y Ninguna fantasía. El presente la lleva a una de las principales instituciones artísticas de la Comunitat, el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM). Es en el marco del programa de creación en territorio rural Confluències que ha venido desarrollando un proyecto artístico que ahora se traduce en la exposición colectiva Entre el archivo y la intervención, que se podrá ver hasta el próximo mes de noviembre.

Y, ¿dónde nos lleva el futuro? A la Casa de Velázquez de Madrid. Hace apenas unas semanas que se anunció a la artista valenciana como ganadora de la Beca Velázquez, que concede el Ayuntamiento de València, en la convocatoria 2024-25. El nuevo curso la llevará allí, donde llevará a cabo un proyecto que, a partir de esculturas de gran tamaño construidas en cerámica y el texto, reflexionará sobre cuestiones como el deseo, la pasión y la seducción. Formada en Bellas Artes en la Universitat Politècnica de València, donde más tarde se especializó en cerámica con el Máster de Producción Artística, Sandra Mar se prepara ahora para un viaje que supone un punto de inflexión en su carrera, la de una artista que expresa su sensibilidad a través del barro y que en pocos años se ha convertido en uno de los nombres a tener en cuenta para entender la escena artística valenciana –y más allá- del presente. Y, parece, también del futuro.

-Haca unos días se anunciaba que ganabas de la Beca Velázquez, ¿qué supone esta beca? 
-Es un halago que se hayan interesado por el proyecto. Fue Greta Alfaro, a la que se la dieron hace años, quien me animó a presentarme. Dar el salto a Madrid supone conocer otro contexto, abrirte más posibilidades... cosas que inevitablemente van a enriquecer tu obra y a ti como persona. Me gusta mucho València, me ha aportado mucho, pero es verdad que el año pasado llevamos la exposición de Rosa Santos a Madrid, hemos estado en la Feria ARCO... me apetece explorar esa escena. Esta beca, además, es la posibilidad de poder centrarme sobre todo en producción artística. Al final es un mundo muy precario, siempre tienes que estar compaginándolo con otras cosas, haciendo malabares de tiempo para poder llegar... Es un lujo poder estar un año dedicándome a un proyecto. De alguna manera es parte de un camino hacia la profesionalización, si es que eso existe, la posibilidad de poder hacer un proyecto con calma, con tiempo y con presupuesto.

-Háblame del proyecto que vas a llevar a cabo allí. Los tres pilares que lo motivan son “el deseo, la pasión y la seducción”. 
- He querido poner el foco, sobre todo, en la emocionalidad. Me ha influenciado muchísimo la literatura, porque al final, sobre todo la poesía y la mayoría de autores y autoras que me interesan, como Berta García Faet, han estado vinculados a esa temática de deseos, pasión, amor, romance... Me apetecía profundizar en esa parte. El proyecto lo pienso como una primera parte de escritura y lectura, en relación a la biblioteca de la Casa Velázquez. Me apetece tener ese momento de escritura, no tan frenética como puede ser la escritura de poesía, sino trabajando en unos textos que después van a estar en las piezas. Después, en cuanto a la materialización de las piezas, quiero trabajar con la cerámica pero haciendo piezas más grandes, invadir más espacio. Me apetece jugar con el material en relación a la expresividad de la forma, alejándome de todas esas formas más tradicionales de la cerámica, que me gustan y he utilizado mucho, por ejemplo, con jarrones, pero ahora me apetece ahondar más en la construcción de escultura desde un sitio más abstracto.

-Quizá es una generalización, pero muchas veces cuando hablamos de textos en el arte plástico nos vamos o bien a la inspiración o como complemento posterior para explicar la obra. En este caso hablas de una unión total entre el texto y la obra física.
-Es cierto que muchas veces el texto es una justificación o una herramienta para explicar algo que igual no se entiende. Es interesante que a veces esos textos te completen la lectura, pero yo soy partidaria de que la obra se entienda sin nada más. De hecho, a veces me gusta poner trabas para que el texto no se pueda leer del todo, aunque no deja ser un pilar. Lo que me permite el texto es generar imágenes o traer recuerdos a la propia pieza.

Foto: MIGUEL LORENZO.

-¿Qué tiene el elemento cerámico que te atrae para crear?
-Para mí la escritura es algo muy mental y la cerámica me permite hacer cosas con las manos. En realidad fue por casualidad, yo había hecho como pintura, dibujo y escritura, pero sentía que ninguna de esas cosas era lo que yo quería hacer realmente, no acababa de encontrar ese espacio en el que me sintiera con libertad y haciendo cosas que disfrutaba. Fue la casualidad la que me llevó a hacer cerámica porque siempre me ha interesado toda esta cacharrería con la que te relacionas en el día a día. Me interesaba hacerme esos objetos para relacionarme así con ellos, me apunté a clases de cerámica y a partir de ahí vi una posibilidad de tener un soporte en el que hacer cosas que quizá no se estaban haciendo a nivel de artesanía.

-Hay una gran tradición cerámica en València, pero no sé como se conecta desde el punto de vista de la práctica del arte contemporáneo.
- Es complicado. Me parece interesante que esté ahí y que se mantenga, hay que abogar muchísimo como por la artesanía, pero puede que esa tradición se pueda convertir en una especie de lastre. Está muy estipulado lo que tienes que hacer, los procesos, los tiempos. A mí me interesa cambiarlo, ver qué pasa si no sigo a rajatabla las normas. A partir de ahí veo el barro como un material artístico más. Con la tradición hay respeto pero también lucha.

-En estas semanas el público puede ver tu obra en el IVAM, en el marco del proyecto Confluències, ¿cómo ha sido la experiencia de producir obra esos espacios alejados de estas grandes instituciones culturales? 
-Fue muy enriquecedor porque me permitió pausar y darme cuenta de cómo hacía o cómo pensaba un proyecto. Aproveché mucho esos procesos, tanto en soledad como en relación a la gente del pueblo, que era ajena al arte contemporáneo. Era complejo porque tienes que hacer el proyecto de una manera que les llegue a atraer, eso fue lo interesante. Además, justamente toda esta parte de poner el foco en la escritura surgió mucho de ahí, Confluències tuvo mucho que ver en eso porque al final el relato, la palabra oral, lo que te cuentan, es una manera de llegar más y de entenderte.

- Una de las primeras veces que vi tu obra fue en Hard Counter Club, de Zape, ¿qué espacio ocupan los espacios independientes, no convencionales, en el circuito cultural de València? 
-Son espacios muy necesarios. De alguna manera, es lo que lo hace más accesible a todos los niveles, tanto para relacionarte con gente que pueda hacer cosas que te interesan como para conocer la escena desde un lugar un poco más amable. Al final, la misma idea desde la que parten tanto Zape, Pols o Espacio Luna es la de hacer cosas que seguramente no haga el IVAM o una galería, genera un espacio vivo que es muy necesario. Hay propuestas que no se habrían hecho sin estos lugares, como la exposición de Pepet, que creó una cabaña en Luna. Fue brutal. Hay proyectos que habrían sido difíciles de realizar sin esa cercanía.

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