ALICANTE. La idea no es nueva y no solo en el caso de Luis Rubiales, el hoy presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Ya en tiempos del procesado Ángel María Villar, que se llevaba igual de mal con Javier Tebas que su sucesor en el cargo, se puso sobre la mesa desde el propio ente federativo que los partidos de Segunda División B y Tercera se disputasen en una franja horaria del fin de semana libre de encuentros de categoría superior. La diferencia es que ahora el máximo mandatario de la RFEF propone que sea los domingos por la tarde, cuando Villar y sus correligionarios eran partidarios de las mañanas del último día de la semana.
El lunes, en el transcurso de una visita a la Federación Asturiana de Fútbol y seguramente imbuido por el espíritu de Mareo, una de las canteras más prolíficas del fútbol español, Rubiales abogaba por "buscar un horario para el fútbol modesto", libre de partidos televisados de Primera y Segunda, llegando a mostrar su predilección por "los domingos por la tarde". La propuesta, que ya recogía el programa con el que concurrió a las elecciones a la presidencia de la RFEF y con el que derrotó (por 80 votos a 56) a Juan Luis Larrea, tiene muy pocos visos de prosperar, incluso a medio plazo, por mucho que Rubiales emplee argumentos tales como que "el fútbol modesto es la base de la pirámide y donde todos los futbolistas se inician", que "no se le puede ahogar" y "hay que darle alternativas".
La oposición de la Liga de Fútbol Profesional con Tebas a la cabeza parece cantada y no solo porque este lleve ya más de un mes aguantando estoicamente las duras críticas que le llegan desde múltiples sectores, empezando por la propia RFEF y su presidente, por los horarios de los partidos y el calor, también porque al final quien manda en el fútbol español es la televisión a la que, con la connivencia del Gobierno, la patronal de los clubes le entregó las llaves del negocio a cambio de una lluvia de millones para los dos grandes y migajas para el resto, favoreciendo un campeonato en Primera todavía más desigual.
Por cierto, chirría lo suyo que se hable de fútbol modesto para referirse a aquel en el que también participan clubes con un presupuesto que ronda los tres millones de euros como Hércules, Racing o Murcia y, especialmente, equipos filiales cuya camiseta defienden futbolistas por los que se ha pagado nada menos que 45 millones de euros de traspaso como el caso de Vinicius, jugador brasileño del Madrid Castilla, o cuentan con una cláusula de rescisión de 80 millones como la de Kangin Lee, surcoreano de Valencia Mestalla.