CASTELLÓ. El éxito que Rosario Raro logró con su primera novela Volver a Canfranc fue algo que, la escritora de Segorbe, nunca imaginó. Quince ediciones después y tras ganar el Premio a Mejor Experiencia turística de Aragón 2021, por la ruta en libro que se creó a raíz de sus escritos, la autora regresa con El cielo sobre Canfranc (Planeta, 2022), un título que aunque comparte ubicación con el bestseller que publicó hace siete años, ofrece una historia que nada tiene que ver con este. Ahora, la también profesora de la UJI, propone retroceder hasta abril de 1944, cuando la Segunda Guerra Mundial está a punto de concluir.
Valentina Báguena, colaboradora de la Resistencia, ayuda a los que huyen del nazismo movida por un impulso de solidaridad más que por ideas políticas. Sin embargo, un día tropieza en una de sus misiones con Franz, un paracaidista alemán al que ve en un principio como un enemigo, aunque irá forjando una relación especial. Al mismo tiempo, también la novela sirve para poner luz sobre el incendió que se produjo en el pueblo de Canfranc y sus secuelas posteriores. El amor y la guerra parecen términos antagónicos pero conviven en la última obra de Rosario Raro.
-Cuando escribiste la historia en pleno confinamiento era difícil imaginar el contexto social en el que se iba a publicar la obra, con una guerra abierta entre Rusia y Ucrania, y la huida de miles de personas. ¿Estamos muy lejos de enmendar los errores del pasado?
-Sí, la verdad que sí. En Madrid un periodista me leyó un fragmento de la obra en la que hablo de Ucrania. Me preguntó cuándo lo había escrito, porque en ese pasaje, que llevaba escrito hace más de un año, lo que se cuenta de la Segunda Guerra Mundial es exactamente lo mismo que está pasando ahora con las víctimas. Ucrania también en la Primera Guerra Mundial fue una zona masacrada. La guerra sigue evidenciando que no hemos evolucionado como especie. La barbarie emerge en medio de tanta sofisticación y tecnología. Es terrible.
-Con esta ya van tres publicaciones, ¿Por qué decidiste regresar a Canfranc?
-Cuando yo estaba escribiendo Volver a Canfranc el desafío era centrarme en la trama y no irme por los cerros de Úbeda, porque encontraba cosas muy interesantes por el camino. Por eso, aunque ahora este libro no es una segunda parte, muchas de las cosas que quería contar, como el incendio del pueblo, las encontré en su momento y es ahora cuando las he podido poner en el primer plano.
-¿Cómo descubres su historia y por qué comienzas a indagar en ella?
-Lo que me despertó la curiosidad es que un lugar con tanta importancia histórica desde la Edad Media, que es paso del Camino de Santiago aragonés y la primera población que los peregrinos atravesaban, se quedara, pese a ello, sin reconstruir tras el incendio. Se recaudó mucho dinero. En el 44 obligaron a todos los obreros de España a que donaran el sueldo de un día, con lo que eso supone. Se hicieron corridas de toros, partidos de fútbol, espectáculos de varietés, pero nunca llegó el dinero. Por eso, quise ver en qué punto del camino entre Madrid y Canfranc, el dinero se perdió.
-Siempre se ha vendido que España fue “neutral” en la Segunda Guerra Mundial, pero vemos en la novela que los territorios fronterizos como Canfranc tomaron parte activa en la guerra europea, tanto acogiendo a dirigentes del nazismo como a comandos de La Resistencia. ¿Han sido estas historias y sus protagonistas en parte silenciadas?
-Sí, por eso intento sacar a la luz hecho históricos que han sido ocultados. España cambió su estado de neutralidad a estado de no beligerancia, pero apoyaba el eje alemán de una forma manifiesta. A través de Canfranc se envió mucho mineral para reforzar los carros de combate. Eso supuso, según especialistas, que la IIGM se alargara porque estos pudieron resistir más. Tuvo una parte activa pese a todo lo que nos han contado.
-En un mismo libro planteas una historia de amor y tramas más oscuras dadas por la segunda guerra mundial, el franquismo y un caso de corrupción. ¿Consideras que para que una historia funcione debe haber amor, pero no solo eso?
-Claro. Intento que mis libros no se subscriban a un solo género, porque si intento reflejar la vida, la vida es así de dispar, no solo es de color rosa. Pero por suerte, por las circunstancias del lugar donde vivimos, esto no es un thriller. En mis anteriores novelas la historia de amor no estaba en un primer plano, aquí sí que es lo que lo estructura todo. Pero al enamoramiento se suma una cierta dosis de morbo, de atracción por el peligro.
-En la novela los protagonistas viven en una contradicción entre amarse y pertenecer a bandos distintos. ¿Es de las que considera que lo que nos une puede más que lo que nos separa?
-Sí, aquí la prueba, el amor está por encima de todo. Además, porque en ninguno de los dos casos hay una cuestión ideológica de por medio. Ella se ve implicada en ayudar a la resistencia porque en la estación están salvando a muchos judíos y a Fran se lo han llevado a la guerra como a tantos otros, pero él dice que no entiende a quienes van como voluntarios, quiere volver a su vida anterior, cuando estudiaba ingeniería. Le gusta arreglar máquinas y no soporta la destrucción.
Nos han hecho creer que somos más distintos de lo que somos, por determinados intereses. Siempre se intenta enfrentar a las personas, pero tendríamos que estar por encima de esto.
-Ha manifestado que escribir ficción basándose en un hecho real facilita el proceso creativo. En este caso, más allá del momento histórico y del terrible incendio en Canfranc, ¿también están el resto de tramas vinculadas a un suceso real?
-Sí. La historia de la estafa, que se ha ocultado casi ocho décadas, ha sido completamente real. Quería basarme en sucesos que ocurrieron, porque eso facilita mi toma de decisiones en la novela.
-En El cielo sobre Canfranc no hay posibilidad de una segunda parte, porque presentas una novela con una trama que empieza y acaba en sí misma. ¿Trabajas, en consecuencia, en un nuevo proyecto?
-En estos momentos todavía estoy muy centrada en esta historia, no quiero embarcarme en otro proyecto. Después del verano me pondré.
-Participas en el programa de actividades que la UJI ha diseñado para l’Any Fuster, en homenaje al escritor valenciano. ¿Por qué dirías que es importante recordar su figura?
-Hay que reivindicar a Fuster en el centenario de su nacimiento porque fue uno de los grandes intelectuales de la segunda mitad del siglo XX. Hablo no solo de la importancia en el ámbito valenciano, con sus aportaciones ensayísticas, los aforismos, la poesía y todo lo que reflexionó, sino que es una personalidad de talla yo creo que europea.
-Te consideras amante de las series, especialmente de aquellas que tienen “buenísimas'' primeras temporadas. ¿Alguna recomendación especial?
-Una serie que me gustó mucho, pero la primera temporada, fue Dark. La trama es muy curiosa porque gira en torno al tiempo. Cada 33 años los sucesos en nuestra historia se repiten. También me quedo con Hollywood y Supongamos que Nueva York es una ciudad, sobre la escritora americana Fran Lebowitz.
-¿Y alguna segunda parte con la que te quedes?
-Sí, La maravillosa Señora Maisel.