Estamos en el ecuador de la campaña, y ya sabemos que ofrecen los partidos. A no ser que en la recta final se anime la cosa, esta campaña no tiene visos de mejorar en cuanto a propuestas: se busca el voto emocional por encima de cualquier cosa. La derecha busca el voto en la unidad de España; la izquierda, en los avances sociales y la reacción al fantasma de la extrema derecha. Las diferencias están entre los bloques, entre los matices, entre los partidos.
Está claro que la crisis de Cataluña lo ha condicionado casi todo. Pero si uno analiza en detalle lo que proponen los grandes partidos para la Comunitat Valenciana hay más puntos en común que otra cosa. Hay mucho solapamiento en algunas ideas, hay más grises, no todo es blanco y negro como lo están planteando los cinco partidos políticos.
Me atrevería a decir que dentro de la pugna de bloques, entre derecha y izquierda, la victoria de uno u otro dependerá de la fragmentación y de las ventajas que la Ley d'Hont concede a la formación más votada. El profesor de la Universidad de Alicante Antonio Alaminos, ex director de Investigación del CIS, cuenta en la entrevist concedida a la Revista Plaza de este mes de abril que la principal batalla está en los solapamientos de los partidos; es decir, entre PP y Vox, Vox y Ciudadanos, Ciudadanos y PSOE, y entre Podemos-Compromís y el PSOE.
La lucha por el voto del centro derecha es encarnizada. Lo peor de todo es que la pugna es entre el propio bloque, nadie hace esfuerzos por romper esa barrera. Y lo mismo sucede en la izquierda, aunque con el matiz de que el liderazgo ya está decidido. Ahí, el PSOE ya ha pasado su vía crucis: Pedro Sánchez ha planteado la campaña en modo institucional, buscando el voto del centro, primero, y conforme se acerque la fecha decisiva, intentará, después, arrastrar el voto de Podemos. Compromís, por su parte, ha planteado la contienda electoral de manera diferente: con un mensaje más social y con el dilema de más o menos Comunitat Valenciana, alejándose de cuestiones de ámbito nacional. No entran en las polémicas.
Pero si uno analiza los mensajes, hay puntos en común. Se vio en el debate que las cinco formaciones políticas con representación celebraron el pasado lunes en el Club de Regatas, organizado por Radio Alicante. Coinciden en las grandes infraestructuras que necesita la provincia de Alicante, todos abogan por dar más apoyo a los autonómos y pymes; excepto Unidas-Podemos, respaldan la política de trasvases aunque con los matices de las alternativas y defienden el sistema público de pensiones. Las críticas se las lleva el bipartidismo, PP y PSOE, que es quien ha gobernado y no ha cumplido la mayoría de las reivindicaciones.
¿Donde están las grandes diferencias? En la política fiscal; en la relación que deben mantener los sistemas públicos de Educación y Sanidad con el sector privado, y con el sistema de financiación para la Comunitat Valenciana, y para Alicante. Me atrevería decir que hasta Ciudadanos ha virado, en esta campaña, sobre esta cuestión, aunque los hechos lo delatan en el pasado por su abstención al Estatuto de Autonomía. El tema lingüístico, mientras está Cataluña de por medio, tiene difícil equilibrio, pero tampoco hay tomar a la mayoría de los mortales por ignorantes. La gente sabe distinguir.
La política fiscal tiene variadas lecturas y siempre habrá diferentes modelos y muchos matices. La Sanidad y la Educación pública con la privada están condenadas a convivir: el gran problema es fijar el sistema de equilibrio necesario para que sean complementarias, en caso de necesidad, y de elección, en caso de que uno busque servicios extraordinarios. Pero están condenados a entenderse, a buscar una relación de colaboración, sin exclusiones.
¿Se podrá llegar a un acuerdo o pactos de Estado sobre estas cuestiones? Actualmente es muy difícil. Como dice Alaminos en la entrevista a Plaza, cuando el país vuelva al sistema del bipartidismo, algo que él da por hecho, en un futuro cercano, con dos partidos grandes y dos pequeños, uno por cada bloque, pues posiblemente. Para ello quizás deba contribuir una salida al conflicto catalán, algo que se ve mucho más lejano. España es plural y diversa, y mientras no se encaje, de nuevo, esa diversidad, difícilmente se podrán cerrar algunas heridas.
Pero ante el 28-A, ¿alguién romperá la batalla de bloques? Pues mientras no desaparezcan o queden reducidos los extremos, se antoja difícil. El candidato de Compromís, Ignasi Candela, en la primera serie de entrevistas electorales que publicó Alicante Plaza propuso la idea de romper esos bloques y buscar puentes comunes, al menos, en la política autonómica. En el debate de Radio Alicante se vislumbró alguna posibilidad: hay margen, pero ni las estrategias de los partidos, ni la de los líderes están hechas para ese objetivo. El problema es saber hasta cuándo.