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Orihuela: susto, muerte y el relato 

10/04/2022 - 

La moción de censura de Orihuela era como una nube negra que venía transitando por los cielos hasta que alguien ahora ha decidido pincharla. Quién conozca o haya seguido la actualidad municipal de la capital de la Vega Baja, sabe que era posible. Las relaciones entre PP y Ciudadanos nunca fueron las mejores, ni ahora, ni en el anterior mandato; que los liberales nunca apoyaron a Emilio Bascuñana como alcalde y que la ciudad lleva cuatro años sin un presupuesto municipal, pese a que populares y liberales tenían mayoría suficiente para hacerlo. La desconfianza y el cúmulo de navajazos era tal que sólo faltaba que se diera una alineación de intereses entre todos las partes para que confluyera en el círculo vicioso de la moción. Si se consuma, el gran reto para todos, incluido el PP, será defender y hacer valer su relato.

¿Cuál es la conjunción de todos esos intereses? Ciudadanos podía haber firmado esta misma moción hace un año, cuando se produjo la imputación del alcalde Bascuñana, pero entonces había un contexto que no invitaba a ello: acababa de pasar la fallida operación de Murcia y el PP estaba en plena OPA de cargos de la formación de Inés Arrimadas. Por tanto, Ciudadanos Orihuela, aún con razones de peso, no podía arriesgarse a ese clamor que había entonces contra la dirección de Arrimadas con el desgaste que acumulaba el PSOE y las elecciones de Madrid a las puertas de la esquina. 

Los socialistas tampoco estaba en su mejor momento, pese a que habían ofrecido en varias ocasiones hacer la moción a Ciudadanos. El PSOE siempre puso como condición tener la Alcaldía; era la única opción válida para que se sumara Cambiemos y dieran los números. Por mucho que confraternizaran socialistas y liberales, sin la marca local de Unidas Podemos no podía haber moción.

Pero ahora, como hemos explicado en los análisis de Alicante Plaza, en la candidata a alcaldesa, la socialista Carolina Gracia, también había una oportunidad. Tras la derrota interna de los ximistas en la Vega Baja, que Gracia alcance la Alcaldía le da un cierto aire político, pues solo con la vara de mando podría garantizarse la continuidad al frente de las listas y poder rentabilizar la gestión, también en el seno de la agrupación.

A Cambiemos, la moción también cierta visibilidad y protagonismo en el cambio, aunque sigan estando en la oposición. Es posible que ganen medios (más asesores), pero su gran baza será influir en descabalgar en el proyecto de urbanización de la Cala Mosca, aunque con ello alguien se tenga que tragar sus palabras del pasado.

La reacción del PP también demuestra que el voto de censura es una oportunidad para ellos para consumar la transición con la que ya trabajaban en Orihuela para buscar un cartel mejor, a sabiendas, que lo eran, del desgaste del gobierno de Bascuñana. Ahora bien, aquí hay un elemento nuevo: de nuevo el sector de Eva Ortiz puede tener algo que decir; si no en la elección del candidato/a, si en la confección de la lista. Es decir lo que podría ser una oportunidad para recuperar a gente del entorno de Mónica Lorente, ahora la transición deberá ser compartida con otro perfiles. 

Y en este nuevo contexto, con las manos libres para confeccionar una nueva alternativa, aunque condicionada, el PP tiene una oportunidad para construir un nuevo relato para desmarcarse de la etapa que culminará el 25 de abril. Ahora va a estar en la oposición, e independientemente de quien la lidere, necesita un nuevo argumentario.

Y además de la confluencia de todos éstos intereses que tienen los protagonistas de la moción, después están los externos: el relevo en la Alcaldía confirma  en que sitios ya no va a ser posible la integración de cargos de Cs en el PP y en qué sitios sí. Las reacciones lo han dejado en evidencia. Y en el caso de Orihuela, si hace un año, decíamos en esta misma columna que el gran gurú de los liberales, el abogado José Alcántara, especulaba con la reunificación del centro-derecha para no presentar el voto de censura, cuando ahora se ha dado el visto bueno, además de las razones, que las hay, es que Ciudadanos Orihuela irá a 2023 con todas a salvar su marca, o al menos, su herencia. Y esa es la reflexión que se ha impuesto: en vez de morir arrastrados con Bascuñana, mejor el susto, aunque después sea muerte (aunque que ya cuenten con ella). Porque no olvidemos que esa herida, la del centro-derecha, lleva dañada desde 1999, cuando la marca PP se rompió en dos Y que desde 2011, el PP no ha logrado repetir una mayoría absoluta.

A partir del 25 de abril, si todo se consuma, comenzará, como he dicho, otra batalla, la del relato: el PP azuzará a Cs con que si ha pactado con comunistas; que si se ha dejado embaucar por el Botànic que no defiende el trasvase e impone el valenciano, y...habrá quien se atreva a decirle al PSOE que ha permitido que el omnipresente Alcántara se meta en su gobierno sin olvidar que ha compartido siete con ellos. Vamos a oír de todo por construir una única verdad, pero que nadie olvide que esta película ya la hemos visto en Orihuela, de 2011 a 2015 y aquí la gran duda es saber hasta qué punto esto se queda en la Vega Baja, o tiene más ramificaciones en el desgaste de otros. Veremos si es susto o muerte, y qué relato se impone (con un convidado de piedra). De momento, el PP ha mordido el polvo, veremos quién es el último que lo prueba.

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