en la frontera / OPINIÓN

Los políticos nos confunden (una barbaridad)

11/04/2021 - 

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, se reunía hace días con representantes de Janssen para interesarse por las dosis que le corresponderán a la Comunitat Valenciana, que son dos millones según las previsiones oficiales. En cuestión de minutos como quien dice tuvo que salir a rectificarse a sí mismo para aclarar que en ningún momento la comunidad autónoma estaba negociando directamente con dichos laboratorios, que es lo que casi todo el mundo entendió en primera lectura. Le hubiera bastado a Puig dar un telefonazo a la ministra del ramo, Carolina Darias, para constatar las dosis que le corresponden a la Comunidad. Y subrayar de paso que se apliquen criterios de población en el reparto, cosa que sí ha hecho: no se fía ni de los suyos. Si él no se fía, imagínense, estimados lectores, el grado de desconfianza que se ha instalado en el ciudadano corriente y moliente.

Puig no se fía en el contexto de esta España anarquizada en el que cada uno hace la guerra por su cuenta. ¿Donde está esa España de ciudadanos libres e iguales, máxima teórica a la que aspiran social-demócratas y liberales de bien? No está. ¿Dónde están Ximo Puig, y Mireia Mollà, y el resto del Consell, bramando a los cuatro vientos por el drástico recorte del trasvase Tajo/Segura tras el ordeno y mando de la ministra Teresa Rivera? A lo que íbamos. Isabel Díaz Ayuso inicia negociaciones con Sputnik ante el calculado estupor de Pedro Sánchez y el todo PSOE. Las comunidades autónomas no tienen competencias para comprar vacunas por su cuenta. Pero sí que tienen competencias para opinar de lo primero que les venga en gana. De este modo, la vicepresidenta y portavoz del Consell, Mónica Oltra, ha urgido a Europa para que se compre la vacuna rusa, "segura y eficaz": habla, pontifica, la doctora Oltra; ya está tardando en telefonear a Úrsula von der Leyen (y consolarla de paso por el desprecio machista del sultán Erdogan). Mientras, veo en el informativo de Vicente Vallés un reportaje, con cierta sorna, de que en Rusia casi nadie quiere la Sputnik aunque están todos muy contentos del nivelazo de exportaciones a terceros países.

No voy a entrar en el detalle del monumental lío que se ha organizado con Astrazeneca donde existen opiniones, y medidas, ojo, en función directa de los 17 consejeros de Sanidad de las 17 autonomías de España. Lamentarse de este estado de cosas no conduce a nada, más que a la depresión, reforzada ésta por el caos que también se ha instalado en el gobierno de la Unión Europea. El lamento sí que conduce a una conclusión concreta: los políticos no hacen otra cosa que confundirnos que es lo que menos necesita este país en el que hasta el más tonto hace relojes. Me atrevo incluso a pronosticar que la batalla electoral de Madrid va a ser una mera anécdota con el batallazo que se nos avecina a partir del 9 de mayo, con el final del Estado de Alarma. Rebrotará en todo su esplendor la España anarquizada (en el peor sentido) y los tontos harán más relojes que nunca. La co-gobernanza Estado/autonomías se resolverá en un lío monumental: sin Estado de Alarma, las comunidades no tienen competencia para ordenar asuntos que afectan a los derechos fundamentales de los ciudadanos tal y como se contempla en la Constitución (toque de queda y confinamientos, incluidos los cierres perimetrales).

Así las cosas, me distraigo en el anecdotario (bobo) de la política. La diputada valenciana Roser Maestro, Unidas Podemos, impulsa una iniciativa en el Congreso para retomar la inclusión del derecho civil valenciano como una cuestión "vital" [sic]. No sé si el derecho foral valenciano, que tanto excitaba a Francisco Camps, y que lo frenó el PSOE de cuajo, incluye el derecho de pernada. Es un decir. Tampoco veo por la calle a la gente atacada de los nervios por esta ausencia de legislación medieval. Ni manifestaciones, ni páginas enteras en los periódicos disertando del asunto. Unidas Podemos, como casi siempre, en el limbo.

Emilio Bascuñana, alcalde de Orihuela, escribe un sesudo artículo en el que viene a decir que su única meta es servir al pueblo, que para eso fue ungido en las urnas. Eso no lo duda nadie, ni están en cuestión los éxitos de su gestión. Es la Fiscalía Anti-Corrupción quien ha planteado graves dudas sobre su paso como asesor en la delegación territorial de la Conselleria de Sanidad, y de ahí su imputación judicial. Conviene diferenciar.

Acabo. Es de obligada visión el documental Collective (HBO) que narra con pelos y señales la corrupción sistémica que asoló Rumanía en 2015 y que se destapó a raíz de un trágico incendio en un club de actuaciones musicales. Los pelos como escarpias: para tomar nota y para entender el auge imparable de la extrema derecha en la patria de Ionesco; y de Nadia Comaneci.

CODA 1: No se habla de otra cosa en los mentideros periodísticos más que de la salida del jefe de Prensa del Ayuntamiento de Alicante, Javier Izquierdo, periodista de prestigio y de dilatada trayectoria profesional, y a quien le deseo por wasap los mayores éxitos. No sé, ni me importa demasiado, el papel que ha jugado el Rasputín, o alter ego, que tiene Luis Barcala como jefe de Gabinete. Paz y amor para todos.

CODA 2: Visitar a Altea en día festivo es desquiciante, por lo del aparcamiento. Me ocurrió el Lunes de Mona. Pero también me ocurrió hace dos años, en julio, para ver La Consagración de la Primavera en el Palau. El alcalde Jaume Llinares (Compromís) debería elaborar un plan estratégico de accesos al casco antiguo, cosa que no ha hecho ninguno de sus predecesores.

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