Es uno de los barrios extramuros más antiguos de la ciudad. Ha llegado a nuestros días de milagro, luego le diré por qué. Y es uno de los más populares, incluso en pleno siglo XXI. Ya verá. Me refiero esta vez al barrio de San Antón.
Además del Raval Roig y el de San Francisco, está el Arrabal de San Antón. Su origen está en las casas que se edificaron junto a la construcción de un convento de frailes dominicos a mediados del siglo XVI en los aledaños de la ermita de San Antonio Abad. Con el tiempo se fue generando un núcleo urbano importante, aunque desordenado. Fueron más de 700 casas a mediados del siglo XVIII, que no era poca cosa, residiendo allí más del 20% de la población alicantina de aquellos años con unas 2.500 personas.
Dos hechos trascendentales ponen en peligro la existencia de este barrio. Ocurrieron al principio del s. XIX. La peste de 1804 hizo estragos entre la población. El otro hecho trascendental fue el miedo a la invasión napoleónica durante la guerra de la independencia, por lo que las autoridades locales mandaron derribar buena parte de las casas de este barrio para evitar que los franceses lo usaran contra la guarnición del castillo Santa Bárbara que tenía tan cerca. Pero no fue para tanto, el ejército francés no llegó tan lejos y el barrio se construyó de nuevo en 1816 con planos de Cascant. Entonces también albergó un barrio dentro de este barrio al construirse lo que se denominó la Barriada de las Provincias con viviendas para pobres.
Entre sus casas más emblemáticas destacaron inmuebles importantes como la Casa de la Misericordia, el Palacio Episcopal, el Hospital del Rey, la Fábrica de Tabacos, … ¿Qué pasó con todos ellos?, ¿Cuáles han sobrevivido a la insaciable piqueta urbanística? Pues casi todo, a pesar de sus vicisitudes. Incluso alberga el panteón de Quijano.
Deje que le cite algunas de ellas. La Casa de la Misericordia se creó en 1752 para atender a los pobres que mendigaban por la ciudad. Para esto se unieron el ayuntamiento y el Obispado mediante la firma de un convenio. La iniciativa nació con el obispo José Flórez pero fue su sustituto – Juan Elías Gómez de Terán – quien lo desarrolló. Esta Casa tenía varias funciones: casa para pobres, albergue para chicas desprotegidas, iglesia auxiliar de San Nicolás y posteriormente parroquia.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX se construyeron dos hospitales en Alicante para aliviar la falta de camas de los que se habían creado intramuros. Uno fue el hospital Militar, llamado Hospital del Rey, ubicado en la actual Comandancia de la Guardia Civil, planificado por Juan Violat y Emilio Jover. En él se atendieron, por ejemplo, heridos de Expedición a Argel en 1774 convirtiéndose así en un hospital militar-civil. Posteriormente, el hospital Militar se trasladó a Colegio de Oblatas en los Ángeles, actual Subdelegación de Defensa, en Alicante. En 1849 se declaró hospital provincial. El otro hospital fue el que se proyectó en el barrio del Plá por Vidal Ramos en tiempos del General Primo de Rivera (1923) aunque se inauguró en 1931, actual Museo Arqueológico (Marq).
El Panteón de Quijano, rodeado de un jardín románico, se hizo para honrar a este madrileño que durante su mandato como Gobernador Civil arriesgó su vida y falleció durante la epidemia de la peste asiática de 1855. Una de mis crónicas en este periódico – con el título “Por qué el Gobernador Quijano fue recibido como un héroe” – menciono a Quijano, su hazaña, y su panteón.
La Fábrica de Tabacos fue singular en todo. Por su actividad industrial. Por la oportunidad que le dio de trabajar allí a miles de mujeres – las cigarreras – que entonces no tenían muchas oportunidades laborales. Fue una de las fábricas de este tipo más importantes de España y por serlo la visitaron los reyes y reinas de España como Isabel II, Amadeo de Saboya, Alfonso XII y Alfonso XIII. Ocupaba parte del palacio episcopal, posteriormente su totalidad. También conté sus peripecias en este periódico con una crónica titulada “Lo que nadie le ha contado de la Fábrica” desde sus inicios en 1801. Hoy todas estas instalaciones están en fase de restauración para albergar oficinas municipales y espacios culturales para la ciudad.
Ya ve, el barrio de San Antón ha pasado por mucho. Y ahí sigue con su propia personalidad. Si quiere saber más de él lea a los Cronistas Viravens o Gonzalo Vidal Tur o al escritor Manuel Martínez López. Este barrio destaca también por la festividad de San Antón y el Porrate. Tienen procesión, verbena y bendición de animales, aunque actualmente estos suelen bendecirse en el coso de la plaza de toros de Alicante. Ya ve, este barrio no se priva de nada.