El escritor es una de las principales novedades de la próxima edición de la Feria del Libro, donde acude por primera vez para participar en la jornada inaugural del 28 de marzo, presentando el que es considerado el libro del año, su última novela Ordesa
ALICANTE. El escritor Manuel Vilas (Huesca, 1962) ha obtenido numerosos e importantes premios a lo largo de su trayectoria, pero con su última novela asegura haber conseguido escribir el libro que mejor le define y le representa. Ordesa (Alfaguara, 2018) es su obra más personal y precisamente por eso es la que más le ha costado escribir. Habla de su relación con sus padres y de su sentimiento de abandono cuando le faltaron. Un texto que se gestó como terapia autoimpuesta y que ha resultado aportarle las claves para poder sobrellevarlo, que no superarlo. El autor es una de las principales novedades de la próxima edición de la Feria del Libro de Alicante, donde acudirá por primera vez para participar en la jornada inaugural del 28 de marzo. Pero también estará, un mes después, en el ciclo La dignidad de la palabra, en Elche, el 9 de mayo.
Ordesa le está llevando a viajar por todo el mundo, pero no solo porque se ha trasladado a vivir a Iowa City, en Estados Unidos, sino porque el éxito de la novela está causando furor en muchos países, como por ejemplo Italia, donde acudirá también la próxima semana. Este último texto del escritor ha sido considerado como el libro del año para los más importantes medios de comunicación en España y además ha sido editado ya 16 veces, convirtiéndose así en una novela de referencia tanto para el público como para la crítica. De momento es, para el autor, la obra que más repercusión está teniendo. Un hecho que en su opinión no se justifica tan solo por la trascendentalidad de lo que cuenta, sino también por la forma de narrar la historia, que es a través del amor y el agradecimiento.
"Cuando yo escribí la novela, no pensaba en nada más que en resolver un problema personal, pero luego, por el impacto que ha tenido, he comprobado que todo el mundo tiene dentro ese huracán de su propia relación con su padre y con su madre", afirma Manuel Vilas. "Aquello que pensaba que solo era importante para mí, ha resultado que también era importante para la gente, porque todo el mundo tiene una relación con su padre y con su madre o al menos algo relevante en su vida que le determina su camino y que es trascendental, algo que es en lo que incide el argumento del libro", añade.
"Novelas sobre padres e hijos hay muchas, pero en este caso entiendo que la manera de decirlo y de tratarlo, el contexto de la España de finales de los 60 y comienzos de los 70, pues ha hecho que la gente conecte con sus propias familias", explica el escritor. "Está escrita de una manera muy sencilla y con un lenguaje realista y cotidiano, pero que incluye dentro mucha poesía y mucho amor", describe. Y es que escribió este libro porque se sintió huérfano de su padre y de su madre y era una forma de traerlos de nuevo a la vida, de recuperar sus fantasmas. "Está hecha con enorme ternura, desde el amor y el agradecimiento, pero también cuenta muchas cosas afiladas de nuestra relación, porque en todas las familias hay dramas", confiesa.
"La novela ha sabido verbalizar el modo en que influye en una persona el amor que ve en su padre y en su madre y cómo es posible recordar eso que vive en su infancia y adolescencia, que se te mete dentro y sigue estando dentro, algo que yo quería sacar para contar esa historia", define. La motivación de este libro surge con el fallecimiento de su madre, que se produce además en un momento en el que el escritor se divorcia de su mujer. "Es una situación en la que me separo de mis dos familias, invadiéndome un sentimiento de orfandad por partida doble, tanto por la pérdida de la familia en la que yo era el hijo como por la pérdida de la familia en la que yo era el padre", explica el autor.
"Para entender la historia hay que entender que el narrador también es padre, porque la condición de hijo es universal, pero la condición de padre ya es una elección", afirma Manuel Vilas. Ahí radica la verdad que quiere contar. "Entendí que la verdad de la vida solo se halla en los caminos de la naturaleza, que no son las verdades culturales, sociales o políticas, sino que están por encima de todo eso, y uno de los grandes mandatos de la naturaleza es la condición de hijo o hija y la condición de padre o madre", afirma. Es por eso que la novela indaga ahí, en esos condicionantes, en la búsqueda de la verdad del ser humano. "El orden de la naturaleza es el único que posee los fundamentos de la verdad, y parece ser que la única verdad del ser humano es su condición de hijo o de padre", sentencia.