ELCHE. El domingo 11 de agosto se inauguraba el Racó fester en Elche, el mismo día que empezó el concurso de mascletaes y que supone el comienzo de los días fuertes de las fiestas de agosto. Tras esa primera mascletà, de una potencia considerable, se dio a conocer el lunes que el día anterior, cayó un cascote de la fachada de la Basílica de Santa María, produciendo heridas leves a una mujer que se encontraba en el entorno viendo la mascletà. Un desprendimiento que ocurrió durante el espectáculo pirotécnico, y que ponen de relieve las problemáticas que pueden suponer estas acciones en pleno corazón del patrimonio municipal.
Ese mismo domingo, el primero de las mascletaes de Traspalacio, empezaron las pruebas que la Conselleria de Cultura exigió al Ayuntamiento para conocer el impacto en pleno Conjunto Histórico Artístico, ya que el concurso tiene lugar justo encima del Museo de Historia y Arqueología de Elche (Mahe), junto al Castillo de Altamira, Bien de Interés Cultural (BIC) y a doscientos metros de la basílica, también BIC. Precisamente, el ingeniero encargado de realizar el estudio, Salvador Ivorra, catedrático de Estructuras en el Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad de Alicante, advierte que a priori la caída de ese cascote "no es buena señal".
Ivorra, que lideró un estudio en 2018 sobre el daño de les 'mascletaes' en la fuente de Luceros alertando del peligro hacia el patrimonio, y que le dio la razón en les Fogueres de este año, con una fisura en la fuente, indica que no se han colocado sonómetros, ya que lo que se están midiendo son las vibraciones, que son las que provocan las posibles afecciones al entorno. Lo que han hecho ha sido colocar ocho sensores —"parecidos a sismógrafos", especifica— en las inmediaciones de Traspalacio, como el Mahe o el Palacio de Altamira. No se aventura aún a lanzar ningún pronóstico, puesto que tienen que analizar los estudios, que espera tener listos en un par de semanas. A ese respecto, sobre la caída de un cascote de Santa María durante la primera mascletà señala que hay que estudiar si hay una relación causa-efecto y si esa parte de la fachada estaba en mal estado. En cualquier caso, apunta que el desprendimiento "no es buena señal" y que "es un dato significativo", ya que la basílica está a unos 200-250 metros de la zona en la que se realiza la mascletà. Un contexto en el que la basílica urge una rehabilitación de varias de sus fachadas por el progresivo deterioro que sufre desde hace años.
Por otra parte, sobre las medidas protectoras que toma el Ayuntamiento para aislar del impacto de la mascletà, cuyas placas de acero tapa estrictamente la parte de las fuentes y no el resto del suelo, Ivorra manifiesta que aislar de esas vibraciones "es complejo", que las medidas que habría que tomar son particulares y que aislar y proteger todo no sólo es complejo, también costoso. Apunta a que hay inmuebles que se aíslan completamente, dando a entender que todo es relativo, ya que "se tendría que valorar la relación entre el coste y el interés" para casos como este. No obstante, explica que hay una solución rápida, que como es obvio, se trata de "cambiar las mascletaes de sitio", algo en lo que incidió l'Institut d'Estudis Comarcals del Baix Vinalopó (IECBV), quien puso en alerta a Patrimonio para que se hiciera ese estudio, además de que no se le había solicitado nunca permiso para la mascletà en esta ubicación. Como se explicó desde el equipo de gobierno, la mascletà de Traspalacio es ya "una tradición".