El lunes comienza un nuevo curso político, con algunas incógnitas que despejar. Algunas de ellas van a marcar el devenir el mandato en la Comunitat Valenciana. El futuro del congreso del PSPV; los nuevos Presupuestos Generales del Estado; los cambios en la normativa educativa y el cumplimiento de los compromisos del personal de Sanidad.
Dos de ellos dependen directamente del PSOE, y de las singularidades de la militencia del PSPV. Los otros dos están la mano del Ejecutivo de PP-Vox y pueden medir el nivel contestación a sus medidas de mayor calado. Las estéticas ya las conocemos, aunque el PP las da por superadas, Vox se empeña en recordarle que hay otro mensaje. Veáse lo ocurrido esta semana con el premio de Poesía Miguel Hernández de Orihuela.
El congreso del PSPV podría estar ya decidido. Ahora bien, aquí no solo vale ganar (quién gane), sino cómo lo haga. Los medios de comunicación afines al bipartidismo clásico van a estar muy atentos no sólo al ganador, sino al resultado. En este caso, no vale sólo con ganarse a la militancia, sino que hay tener a los bastiones que comen de lo público bien (o suficientemente) saciados para crean en la alternativa. De lo contrario, ya se sabe, serán un opositor más, más allá de lo que diga la militancia. Creo que Alejandro Soler parte con cierta ventaja, pero debe tener a socios prestos para el acuerdo y a la candidata de Ferraz, Diana Morant, metida en la ecuación para que todo salga medianamente bien. El resto de aspirantes podrán tener cierto protagonismo, pero en función de dónde se posicionen. Quien gane debe saber que su función urgente es unir el partido y engrasarlo, algo de lo que Ximo Puig sólo se acordaba en las elecciones y los procesos congresuales. La calle marcará las opciones. Y en función de eso, la candidatura a la Presidència a la Generalitat. De lo contrario, lío y zizaña al aspirante. En la oposición hace mucho frío. Y el péndulo ahora está escorado hacia el centro derecha. Es decir, más difícil todavía.
Los Presupuestos Generales del Estado también serán otro punto de clave. No por lo que incluyan, que también, sino por la posición que sitúen a la provincia de Alicante. Sabemos que a la Comunitat le corresponde el 10% de las inversiones, algo que se cumple (otra cosa es la ejecución), pero si el PSPV quiereque su Gobierno aliado les tire un cable debe ayudar que retirar ese maleficio que concede la estadística de situar a la provincia de Alicante en las últimas casillas de la inversión per cápita. Ese sería el mejor favor que Pedro Sánchez podría hacer a su federación valenciana. El de los argumentos de la inversión, que los hay, ya les toca a los propios socialistas, sea en la Delegación del Gobierno o en cada corporación. El PSPV debe ganar la batalla del relato si quiere confrontar con garantías con el PP. El dinero, como el agua, más o menos, llega (no al gusto de todos), pero hay que decirlo que llega y se ejecuta. Y sabemos cómo llega: dos o tres obras por mandato. Pero hay que convencer con ello. El PSOE (ni Sumar) no se puede permitir deslices como los de éste 2023, pese a que la realidad (en inversión contante y sonante) haya sido otra.
Comentado aquí la semana pasada. El PP deberá hacer equilibrios entre satisfacer a una parte de su electorado que quiere un cambio sustancial en el modelo educativo; la legislacción actual y molestar los menos posible a los colectivos y sindicatos que respaldaban las políticas dle Botànic. De momento, el PP ha tenido gestos con las zonas históricamenta castellano hablantes, pero falta saber cómo resuelve la ecuación educativa con el menor desgaste posible. Los Escola Valenciana y compañía no tienen nada que perder: ya les han quitado todas las ayudas; Compromís suspira por una Primavera Educativa, como en 2013 y los profesores, que van camino de ser los grandes olvidados de este nuevo gobierno, parece que les van a despojar de su autoridad pedagógica. Parece. La vuelta al sistema de líneas se vislumbra como la solución, pero también tiene mayor coste para la maltrecha Hacienda de la Generalitat. Los cambios en Educación se tienen que realizar en breve para que entren en marcha en el curso 2024/25. Y que Vox se dé por satisfecho.
Otra de las patatas calientes del nuevo Gobierno valenciano con la aplicación de las 35 horas semanales. Aunque el conseller de Sanidad, Marciano Gómez, ya ha empezado a dar pasitos hacia atrás, el desgaste en Sanidad, más allá de lo que arrojen los picos de la gripe y de la covid, lo fijará el compromiso real de la aplicación de las 35 horas sanitarias en la Sanidad valenciana, como acordaron sindicatos y el Botànic en el anterior mandato. En teoría, ese acuerdo debe entrar el marcha el 1 de enero de 2025, con lo cual habrá que contratar más personal. Quizás ese entuerto, si es que se aclara, será en los últimos meses del año. Pero el marrón sigue ahí. Y los sindicatos tienen ganas de salir a la calle.
Así que las sorpresas políticas de este 2024 vendrán de éstos cuatro asuntos, más los que puedan surgir, los que provoque Vox por su cuenta, y el entretenido calendario electoral que nos viene. Gallegas, vascas, europeas y catalanas (si se adelantan) y las crisis que se puedan generar en todos los partidos. Porque ninguno de ellos está a salvo en este 2024. Y el Gobierno jugando siete partidas de ajedrez a la vez para tener estabilidad y por lo menos aprobar sus primeros presupuestos de esta nueva etapa. Es decir, un tiovivo.