ALICANTE. La dirección del PP provincial de Alicante que lidera José Císcar puede estar satisfecha con las elecciones a presidente local del PP: se han celebrado en 8 municipios, en la mayoría, con una amplía participación. Quizás el peor dato ha sido el de Alicante, donde han participado 500 militantes, de los 14.500 inscritos, y claro está, era una de las que se esperaba más respuesta del afiliado de base, pero posiblemente la lista de integración liderada por Antonio Peral haya restado afluencia. En Elche y Orihuela se rebasaron los 1.000 votos en participación.
La operación más complicada era Alicante si de verdad hubiera habido choque de trenes entre los dos aspirantes natos a la Alcaldía: Carlos Castillo y Luis Barcala, pero esa posibilidad se abortó hace tiempo. Finalmente, hubo votación porque se validó, a duras penas y con muchas dificultades, la candidatura de Francisco Maestre, un sparring para el lista oficial, la de Peral, que barrió a su contrincante. Al menos, a Mestre le debe quedar la honra de haber forzado al aparato a votar y de esta manera, que la lista de Peral no hubiera sido un dedazo de otras épocas. El objetivo de Maestre era aglutinar el voto protesta, pero parte de ese voto protesta ya está en la lista oficial en busca de una recompensa (en forma de puesto en una candidatura). Peral tiene la tarea ahora de canalizar a todos los sectores y familias en una propuesta de lista electoral, que, más allá de la elección de su líder, no será fácil de conciliar. Y a ello, se añade que debe recuperar la ilusión para que el militante se sienta motivado, algo que las votaciones no han demostrado.
El gran triunfo de la dirección provincial se ha dado en Elche. El partido era consciente de que la agrupación ilicitana necesitaba una renovación y que la holgada victoria de Pablo Ruz le da aire fresco a la futura oferta electoral y a la actividad del partido frente a Mercedes Alonso, que esta vez ha perdido hasta el voto del afiliado. Ahora debe conformar un equipo, que una a todos -a los derrotados y a los votantes que eligieron a otras propuestas como Ilicitanos por Elche- y que concluya con una propuesta electoral capaz de disputar la Alcaldía a la izquierda. Si Compromís en su día sacó tajada a la ausencia de la lista de Podemos, ahora el PP debe intentar aglutinar todo el voto de centro-derecha si quiere tener opciones de gobierno.
Quizás la victoria más amarga del PP provincial y regional haya sido la de Orihuela. Sí, ganó el candidato del aparato, Dámaso Aparicio, pero un estrecho margen de votos a Víctor Valverde, el contrincante lanzado por el alcalde, Emilio Bascuñana. A penas 40 votos de diferencia para el candidato del aparato. Si la idea era lanzar un mensaje de que el actual alcalde, Emilio Bascuñana, está liquidado, pese al hartazgo generan algunas de sus formas de gobierno, pues no. El alcalde ha sabido, a través de Valverde, hacer ver que todavía controla una parte del partido que la cúpula no debe despreciar. Pero esa batalla vendrá a partir de 2018 cuando se elijan los candidatos a la Alcaldía y en este caso, es València quien debe decidir. Dámaso presidirá, pero falta saber si será el candidato que quiere el partido. ¿Qué hubiera pasado sin la candidatura de Andrés Ballester? Pues a lo mejor las diferencias hubieran sido más amplias o, quién sabe, si más estrechas. Bascuñana también pudo negociar y eligió ir a la guerra democrática: ha logrado aguantar el chaparrón, pero sólo una encuesta dirá si debe repetir o no.
Otra operación que le ha salido rana a la dirección es la de Altea. La cúpula provincial hubiera deseado a Pedro Barber (actual gerente de la empresa de la Diputación Geonet) como presidente local, pero ganó José Miguel Cortés, afín al ex alcalde Miguel Ortiz. Pero, sucede lo mismo que en Orihuela, u otras ciudades; una cosa es la presidencia local y otra bien distinta es ser alcaldable. Y el PP sólo impondrá nombres si una encuesta le otorga mejores resultados que al presidente local de turno.
A diferencia de otros procesos y de otras épocas, el PP puede estar satisfecho de la normalidad de los procesos, a excepción de lo ocurrido en Sant Joan d'Alacant, donde se invalidó una candidatura, o las pocas facilidades puestas a Maestre en Alicante. La participación, en la mayoría de las agrupaciones ha sido muy elevada, y sólo Alicante ciudad representa un pequeño borrón que deberá ser tenido en cuenta para futuras elecciones, al menos, si existen candidatos de más peso en liza. Bien en líneas generales, Alicante sigue sin un liderazgo claro y Bascuñana sigue vivo.