ALICANTE. El exdiputado autonómico y ahora jefe de gabinete de César Sánchez en la Diputación de Alicante, Toño Peral, es desde este viernes el nuevo presidente del PP de la ciudad de Alicante. Peral, que unos días antes no las tenía todas consigo, 'barrió' sin embargo a su oponente, el militante de base Paco Maestre, quien obtuvo menos votos que integrantes tenía su lista. Con más de un 93% de los votos a su favor, a la victoria apabullante e incontestable de Peral hay que ponerle un 'pero': la bajísima participación registrada.
El nuevo presidente del PP local obtuvo 476 votos, frente a los 25 de su oponente. Contando los sufragios nulos o en blanco, un total de 510 militantes del PP de Alicante se acercaron a la sede en la avenida de Salamanca para depositar su voto entre las 17.30 y las 21.30 horas del viernes. Una participación irrisoria si se tiene en cuenta que en Elche votaron 1.250 personas, y que en Orihuela se superaron los 1.000 votos.
En las diferencias entre los tres procesos puede estar parte de la explicación. En Orihuela se enfrentaban tres candidatos, uno afín a la dirección provincial (Dámaso Aparicio), otro al alcalde (Víctor Valverde) y un 'outsider' (Andrés Ballester). Y el ambiente estaba caldeado desde semanas antes. En Elche, fueron tres hasta horas antes de votar, cuando se retiró Enriqueta Seller. Y quedaron la exalcaldesa, Mercedes Alonso, y su delfín, Pablo Ruz, que 'destronó' a la política que lo hizo crecer en el partido.
En Alicante, en cambio, se había presentado una lista de consenso que integraba a los pesos pesados que tenían previsto enfrentarse (el portavoz munuicipal, Luis Barcala, y el vicepresidente de la Diputación, Carlos Castillo), de forma que la carrera por ser alcaldable se aplazaba hasta el invierno de 2018. Y además, sumaba al resto de sensibilidades, hasta el punto de que afines a la exalcaldesa Sonia Castedo (que este viernes acudió a votar) también forman parte de la lista. De forma que muchos militantes han podido percibir que no tenía demasiado sentido acudir a las urnas (incluso a pesar de la irrupción de Maestre). Sin contar que la amplitud de la lista de Peral, donde cabían todos, ha sentado juntos a enemigos irreconciliables, lo que también ha podido desmotivar a partidarios de uno u otro.
El aparato del partido se había aplicado en las últimas horas para intentar lograr una imagen de amplia participación, con llamadas a rebato incluso desde algún despacho oficial. Los partidarios de Peral esperaban una participación de unas 700 personas, y ganar por un margen de 80-20. Sin embargo, acudió la mitad de la militancia que tenía derecho a voto. Y ese grupo ya era más reducido que en Elche u Orihuela: muchos simpatizantes no han mostrado interés en pagar la cuota para poder tomar parte en el proceso, de forma que incluso habiendo acudido todos los que podían ya habrían sido menos que en las otras dos ciudades.
Peral, con todo, se mostró muy emocionado al finalizar el recuento y hacer oficial el resultado el secretario de Organización, Rafa Candela. Tras intercambiar abrazos y palabras de ánimo con su contrincante (que también tomó la palabra para darle la enhorabuena e instarle a trabajar para recuperar la Alcaldía), Peral agradeció una victoria que no esperaba, según confesó, que fuera por tan amplio margen. Buenos deseos y propósito de integración en el nuevo equipo. Pero el ánimo de sus partidarios, entre los que asomaban varios ediles, exediles, parlamentarios autonómicos y nacionales, estaba muy lejos de la euforia que estalló en Elche con la victoria de Ruz.
A las 22.30, la sede del PP se quedaba vacía (y los bares de las inmediaciones llenos) con Peral investido como nuevo presidente. Maestre firmó el acta del resultado tras las intervenciones de los dos candidatos ante medio centenar de afiliados reunidos para conocer el resultado. Pero sus interventores ya habían presentado una incidencia antes del comienzo de las votaciones por "vulneración de derechos fundamentales", al considerar que la provincial anunció vía comunicado solo una candidatura (la de Peral), y que no se ha notificado a los afiliados (más allá de las llamadas a la movilización de parte) la existencia de unas elecciones. Probablemente la impugnación, en cualquier caso, no llegue a nada.