Las frutas por la mañana son oro, al mediodía plata y por la noche matan

20/11/2019 - 

ALICANTE. El pasado junio, a solo 24 horas de la disputa del partido de vuelta de la eliminatoria final del play-off en Ponferrada, el presidente del Hércules garantizaba la continuidad del club aunque no hubiese ascenso a Segunda A.

Carlos Parodi enviaba un mensaje de tranquilidad, después de que el regreso al fútbol profesional se le hubiese puesto negro tizón al equipo al caer días antes en el estadio José Rico Pérez por 1-3. Tras dos años en los que en el mes de junio no solo se había hablado abiertamente de la desaparición del club, es que desde el mismo se había amenazado con solicitar la liquidación voluntaria (en balde porque ni hizo ablandarse a la Agencia Tributaria ni hacerla caer en el tira y afloja (vergonzoso) que se le proponía sin rubor), resultaba agradable ver que con independencia de que el curso 2018/19 también finalizase sin ascenso, al menos se pensaba en el futuro, aunque solo fuera un futuro a corto plazo que hoy ya es presente y encima muy oscuro. 

Afortunadamente, es historia la amenaza de la Comisión Europea, de su millonaria decisión de Recuperación, pero en el horizonte vuelve a asomar otra a la que hace 18 meses se le dio una patada para alejarla solo por un tiempo: el próximo 30 de junio se cumple el segundo de los dos años de tregua que le concedieron los acreedores ordinarios al Hércules en el marco del reconvenio suscrito con ellos, la segunda oportunidad que le dieron ante su incapacidad para seguir cumpliendo con el calendario de pagos pactado en 2012. Desgraciadamente para los intereses blanquiazules, todo apunta a que en el mejor de los casos la temporada presente finalizará con el equipo en mitad de tabla, por lo que el Hércules se encontrará en el curso 2020/21 con que no solo continúa en Segunda B, también que ha de añadir a la lista de obligaciones económicas el pago (en junio de 2021) de un millón de euros a los acreedores ordinarios.

En pleno debate sobre si la plantilla es "cara o muy cara" y si, dado el ínfimo rendimiento de la misma, se debe prescindir de los servicios de Javier Portillo como director deportivo; sobre si la decisión del técnico madrileño de no hacer uso de 'la bala' de Samuel (aprovechar el derecho que comporta la lesión de larga duración del central para fichar ya, sin esperar a enero) es acertada o no, teniendo en cuenta que la defensa hace aguas; y, especialmente, si Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez han de invertir más dinero en el mercado de invierno para reforzar al equipo en lugar de dar por amortizada ya en noviembre la temporada, la sombra del pasado, de las obligaciones que se regatean pero siempre vuelven a aparecer en el camino empieza a tapar la luz del sol sobre las oficinas de Foguerer Romeu Zarandieta.

Los empresarios, que los dos últimos ejercicios han aceptado canjear por acciones un total de cinco millones de euros que les adeudaba el Hércules y desde 2015 vienen a desembolsar un mínimo de otro millón para convertir en negros los números rojos con que cierra cada temporada el club, se van a pensar y mucho eso de poner más dinero del previsto para este curso. Pero es que si hace semanas que están atentos a lo que sucede en el Córdoba, a la posibilidad de pescar en río revuelto en enero (ante los impagos sus jugadores), ahora su atención alcanza también a la tabla de salvación a la que precisamente desea agarrarse el club blanquiverde ante su insolvencia: ir a liquidación y que el juez tutele una venta de la unidad productiva que permita el día de mañana decir que el Córdoba no llegó a desaparecer, aunque la realidad es que sea adquirido por otro, probablemente de Segunda B y domiciliado vaya usted a saber dónde. Se trata de una solución de último recurso que también contemplaron en su día tanto el Elche como el Hércules; el primero la descartó rápido porque implicaba la pérdida del estadio Manuel Martínez Valero, su principal activo; el Hércules, por el contrario, solo la aparcó (¿se acuerdan del 'Lorca de Alicante' o 'Hércules de Lorca'?) y es en la primera Sociedad Anónima Deportiva que recurrió al concurso de acreedores para evitar su desaparición (un salvavidas al que el Hércules se ha agarrado ya tres veces, que se dice pronto) todo es posible, aunque esta vez se le han adelantado a la hora de morder la fruta prohibida.

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