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carme pinós y su paso por morella

La huella valenciana de la última Premio Nacional de Arquitectura

14/12/2021 - 

CASTELLÓ. Fue en Morella donde Carme Pinós realizó uno de sus primeros trabajos como arquitecta. Una escuela residencia que ya fue reconocida en 1995 con el Premio Nacional de Arquitectura por integrarse a la perfección bajo la montaña desde la que nace este pueblo del interior de Castellón. Ahora, más de veinticinco años después, la catalana vuelve a ser reconocida con el máximo galardón de arquitectura que otorga España por "su sólida trayectoria". Así lo consideró el pasado viernes un jurado profesional que puso de manifiesto su "gran potencial como creadora" y su "sobresaliente ejecución en lo proyectado". 

Desde que abriera su propio estudio en 1991, Carme Pinós se ha encargado de reformar y ampliar parte del centro histórico de Barcelona, ocupándose de la Plaza de la Gardunya, la Escuela de Arte Massana y la fachada posterior del Mercado de la Boquería. También ha trabajado para el Caixaforum de Zaragoza, el MPavilion en Melbourne (Australia) y el Edificio de Departamentos en el Campus WU de Viena. Además, está su obra presente en destacadas colecciones museísticas como las del Centre Pompidou de París o el MOMA de Nueva York. 

Hasta Castellón llegó en el año 86, acompañada del que por entonces era su compañero de estudio Enric Miralles. Juntos se encargaron de dar vida a una escuela que nacería en un lugar para nada convencional. Protegida por una muralla y un castillo medieval, el CEIP Virgen María de Vallivana es testigo directo de todo el patrimonio que alberga Morella. De hecho, si por algo logró tanto reconcomiendo el proyecto fue por su manera de integrarse con la propia geografía del lugar, siguiendo las curvas de nivel del terreno y la pendiente de la montaña sobre la que descansa. 

Una escuela con diferentes alturas que ofrece en su recorrido diferentes exteriores a los que mirar. Quien la visita puede descubrir nuevos espacios cada vez que llega a la arista de unas de sus esquinas.

Decía Carme Pinós, en una entrevista del Confidencial, que si por algo le fascina ser arquitecta es por la responsabilidad que supone serlo. "Los arquitectos tenemos en nuestras manos la posibilidad de dignificar la sociedad y hacer que las relaciones sean. Las ciudades se hacen con elementos con los que la ciudadanía se identifica porque es la que detona la actividad. Puede ser un museo, una ópera, una iglesia... Y esto no puede ser anodino, como son las casas, deben ser elementos con los que se identifiquen ". En este caso, la profesional se enfrentaba al doble reto de proyectar un edificio en medio de una montaña que, al mismo tiempo, iba a funcionar como escuela y residencia. 

Anexa al colegio se encuentra la Escuela Hogar, donde se alojan de lunes a viernes aquellos alumnos y alumnas de primaria y secundaria que viajan de municipios a los que no llegan las rutas del transporte escolar. La obra pedía, en consecuencia, una arquitectura cuidada, pero también llena de contenido. 

Pinós lo resolvió con amplios patios y ventanales que permiten al alumnado estar en todo momento en contacto con el exterior. Además, el hogar se situó en un entorno resguardado y rodeado de naturaleza. En su globalidad, se dio luz a un espacio público abierto al paisaje y atento al paso del tiempo. Hay quienes consideran, por todo esto, que el proyecto de Morella es uno de los que sintetiza de manera más precisa los intereses y aspiraciones de la catalana, que terminó por acometer la dirección de la obra en solitario.

En la actualidad, la escuela continúa en funcionamiento, aunque tuvo que realizar recientemente varias mejoras de su interior. 

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