La Santa Cena en procesión.ALICANTE. José González Merino, capillero de la Santa Cena y miembro más antiguo (que no más viejo) de la hermandad, con 32 años dedicados a ella (desde los dieciséis), abre a este diario la capilla que cuida, atiende y custodia desde hace tanto. La capilla del Santísimo Cristo de la Santa Cena.
En su interior, los doce apóstoles y Cristo, este último bendiciendo la mesa. Jesús lleva un Talit hebreo que le cubre la cabeza y cuyos flecos él va restaurando minuciosamente a mano cuando hace falta. Señala las tres potencias que lleva en la cabeza, simbología propia de los Cristos, tres rayos para recordar el triunfo del Mesías sobre la muerte, el dolor y el mal, y que se cambiarán por otros para el gran día.
En la Iglesia María Auxiliadora hay otras dos capillas más dedicadas a monumentos que saldrán en procesión. Se trata de la del Santísimo Cristo de la Caída y la de María Madre de Misericordia Auxiliadora del Pueblo Cristiano. Además, el Cristo de los Jóvenes, perteneciente a la parroquia de los salesianos, pende de la pared cerca de la puerta de entrada y también procesionará.
La canastilla donde va dispuesto el paso de la cena tiene una longitud de 4,60 y 3,60 metros de ancho. Con los varales montados, pasará a once metros de largo y seis metros de ancho. El trono será subido a hombros de los 220 costaleros del paso. La mesa que lleva el paso está llena de comida, platos, cubertería, cristalería de Bohemia puesto con esmero, simulando la que debería haber sido aquella última noche antes del prendimiento. Judas con una bolsa de monedas, parece con intención de huir. El resto de los apóstoles se miran entre ellos, con la duda de si se referirá a alguno de ellos cuando dice Jesús que lo traicionarán. En el centro, un cordero asado recién hecho y buena cantidad de verduras, frutas y panes. Al día siguiente, toda esta comida irá a la entidad benéfica del Cotolengo, exceptuando las fresas, que por un curioso acuerdo realizado hace muchos años pasan a la Hermandad Salesiana.
Judas, con una bolsa de monedas.Antes de tener esta ubicación en la capilla, las figuras eran repartidas en casas particulares, peculiaridad que se extendió durante bastante tiempo. El problema de entonces era alojar a Judas, ya que nadie lo quería en su hogar. Aunque la Santa Cena es un trono que data de 1774 con figuras realizadas por Salzillo, tal como la conocemos hoy en día, la Pontificia, Real, Ilustre, Venerable y Salesiana Hermandad Sacramental de la Santa Cena de Alicante procesionó después de muchos años, por primera vez, en 1963, con nuevas tallas de los artistas Ortega Bru, Vicente Salvador y Juan de Avalos.
José González Merino.
José González Merino y Antonio Girón Torrano. El trono pasó de llevar ruedas a ir a varal en el año 1998, siendo portado por 208 costaleros. “Claro que tuvieron que hacerse reformas en la estructura del paso, sobre todo para aligerar de peso la estructura que alcanzaba los 6500 kilos cuando era llevado a ruedas; ahora, tras cambiar hierro por aluminio, estamos hablando de menos de 4000 kilos”, describe José. “A varal, sí o sí”, reza su lema.
Después del Domingo de Ramos se llevan y montan los tronos en el patio, que saldrán por la calle Ferré Vidiella el Jueves Santo. Hay ambiente de trabajo dentro de la Iglesia. Los vestidores de la Virgen María Madre de Misericordia, Auxiliadora del Pueblo Cristiano son Paula, Elena, Carlos y Manu, quienes comienzan a cambiar el traje de la imagen por otro con el que procesionará.
Los últimos detalles tendrán lugar el mismo día de su salida. Insisten en que El Hermano Mayor Presidente, Don Antonio Girón Torrano, “es el promotor de los jóvenes de la hermandad desde antes de ser presidente y antes de ostentar ningún cargo”. Un hombre amable, dedicado a la hermandad y persona solícita que explica todos aquellos detalles que normalmente desconoce quien no pertenece a ese mundo, como el número de cofrades de la Hermandad (sobre los seiscientos) o cómo se organiza el desfile procesional:
En los días previos se puede ver la Casa Hermandad de la Santa Cena, que alberga el trono de La Caída y la parte de los tronos que se complementan con plata maciza. Ya están montados los tronos en el patio, a la espera de colocar las imágenes, los faroles y las flores para el día grande.
Solo falta el olor de los cirios, del incienso, alguna lágrima de agradecimiento o emoción, alguna indisposición pasajera y, sobre todo, la sensación de orgullo que acompañará por las calles de Alicante este paso tan intrínsecamente nuestro, catalogado como el mayor de España.
Los costaleros están esperando ese peso sobre sus hombros y los alicantinos están esperando verlo, deseando que no haya incidentes: “Ojalá no llueva; ojalá sea visto por muchos y discurra sin contratiempos porque hay mucha gente que trabaja por qué así sea”.
