ALICANTE. La Responsabilidad Social Corporativa (RSC), convenientemente integrada en la estrategia global de cada empresa, es sin duda una herramienta con importantes retornos para las empresas en todas sus áreas de gestión. Pero sin embargo, y aunque admitamos que la mayoría de grandes empresas (y algunas que no lo son tanto) la han incorporado a su funcionamiento diario, sigue necesitando de un marco legal que la impulse para modificar años de tradiciones muy arraigadas y poder consolidarse.
Es una de las ideas que sobrevoló la jornada Responsabilidad Social Corporativa: claves estratégicas de sostenibilidad y reputación para la empresa, que se celebró en la Universidad de Alicante (UA) auspiciada por el Club de las Buenas Decisiones y con participación de empresas tan relevantes como KPMG, Hidraqua, DKV, Verne, Actiu, Suavinex, Mercadona y Procter & Gamble, así como asociaciones representativas del segmento de empresas responsables como el Club de Empresas Responsables y Sostenibles de la Comunidad Valenciana o la Fundación Valenciaport.
En la mesa redonda final del programa, con Mercadona, Procter&Gamble, Suavinex y Actiu, quedó de manifiesto que la RSC no es solo un asunto de grandes empresas. Es un sistema de gestión capaz de mejorar en todos los aspectos la realidad de la empresa, de cualquier empresa, en tanto que actúa sobre el compromiso con todos los grupos de interés de la compañía mejorando su reputación e incidiendo, como consecuencia de hacer las cosas bien, en la mejora de todos los ratios de gestión.
Grupos de interés
Este compromiso con los grupos de interés, Mercadona lo centra en el cliente, el 'Jefe' para la empresa: productos seguros, fomento del consumo responsable, atención a clientes con necesidades especiales (celíacos, intolerantes a determinados productos, etc), el trabajador (salario superior a la media del sector, prima por objetivos, mejoras sobre el convenio colectivo, plan específico de igualdad, etc), el proveedor (contratos a largo plazo y máxima productividad; planificación de compras para estabilidad de los proveedores; crecimiento compartido y sostenible), la sociedad (apoyo al desarrollo sostenible y mejora del entorno natural; colaboración con ONG) y, finalmente, el capital, de manera que satisfaciendo los 4 primeros, el quinto llegará por añadidura. Su aspiración, como trasladó su responsable de Relaciones Institucionales, Luis Consuegra, es la consolidación permanente del proyecto Mercadona, una empresa de la que la sociedad se sienta orgullosa.
Procter&Gamble mostraba su convicción de que hacer las cosas bien para todos los grupos de interés en la empresa es la única forma de ser sostenibles". Hoy la reputación precede a las empresas; se construye a lo largo de mucho tiempo, pero con la inmediatez de la comunicación, se puede destruir con mucha facilidad. Su programa de responsabilidad social se llama Ciudadanía Corporativa y con él pretenden influir positivamente en el entorno, ayudando a las comunidades donde se desarrollan y especialmente a los colectivos más desprotegidos. Su planta en Xixona, por ejemplo, vierte cero residuos industriales. Trabajan codo con codo con socios, proveedores y clientes (también en Xixona tienen un equipo de empleados solidarios que identifican oportunidades de apoyo a la comunidad y promueven su implantación).
Devolver parte del éxito
Suavinex, mientras, destacó que "el compromiso, entendido como compartir con la sociedad el éxito que ésta ha facilitado a la empresa, forma parte del ADN de la compañía". Ese compromiso de Suavinex se plasma en la calidad (certificaciones ISO, preservación del medio ambiente, colaboración con ONG como Apsa...); el gobierno corporativo (comité expreso de RSC; código de conducta interno/externo; compromiso con la seguridad y el desarrollo de las personas de la compañía), la escucha activa (atención cercana al cliente; uso del Big Data para tomar las decisiones más efectivas) y la comunicación responsable, como sus estudios relacionados con la familia, la maternidad y la crianza de hijos.
Por último, Soledad Berbegal, de Actiu, dejaba claro desde el primer momento que el primer valor de la empresa es su compromiso con las personas de la compañía, y después todos los demás. Para Actiu es más importante el proceso que el resultado, en lo que coincidía con Mercadona e implícitamente con el resto de integrantes de la mesa. Los resultados económicos son consecuencia de hacer las cosas bien. El énfasis en las personas aparece a lo largo de toda la trayectoria de la empresa (el diseño por encima de la estética): "En Actiu contribuimos a mejorar el bienestar de nuestros usuarios con muebles diseñados por y para las personas". La concesión del certificado Leed Platinum rubrica la construcción responsable con el medio ambiente.
Firmas responsables
Fernando Ibáñez, presidente del Club de Empresas Responsables, intervenía antes de la mesa redonda para señalar que las características básicas de este tipo de firmas son la Integración (los programas de RSC deben estar ligados a la estrategia y las operaciones de la empresa y no limitarse a acciones aisladas), Voluntariedad (más allá de la legislación; el cumplimiento de la ley solo es el inicio de la RSC), Ajenidad (las acciones de RSC son siempre para atender expectativas o necesidades de grupos de interés, nunca para exclusivo beneficio propio) y Difusión (las prácticas de RSC deben ser comunicadas y someterse al escrutinio de stakeholders de la empresa).
En cuanto a las dimensiones básicas de la Responsabilidad Social, según Ibáñez, serían tres: una dimensión económica (las empresas tienen que ganar dinero, pero es tan importante el valor económico generado como la forma en que se genera ese valor y cómo se invierte y distribuye), una dimensión social (cuyas principales áreas de actuación son los derechos humanos, erradicación de la pobreza, cobertura de las necesidades básicas, fomento de la salud, la educación y el desarrollo, y fomento de la cultura) y una dimensión medioambiental (para minimizar y compensar los impactos medioambientales negativos con valores relacionados con la prevención, integración con el entorno y preservación).
Sin duda el compromiso con la RSC por parte de la empresa tiene retornos fundamentales, con impactos muy importantes para las empresas en todos sus grupos de interés: empleados, pues mejora el clima laboral y facilita la atracción y retención del talento; proveedores, al favorecer la credibilidad y la confianza; clientes, que reconocen el comportamiento responsable y penalizan las malas prácticas; y accionistas, pues mejora la proyección de la empresa y su rentabilidad.
Y sin embargo, siguen necesitando de los citados impulsos legales para romper tendencias asentadas a lo largo de los años. Por esta razón, el pasado diciembre se publicó en el BOE la ley 11/2018 que extiende la obligación del informe no financiero de las empresas a todas las compañías mayores de 500 empleados (250 a partir de 2021), conteniendo cuestiones medioambientales, respeto a los derechos humanos, información sobre la sociedad, cuestiones sociales y relativas al personal, así como la lucha contra la corrupción y el soborno.