Hoy es 18 de noviembre

LAETITIA SADIER SOURCE ENSEMBLE EN LAS CIGARRERAS O LAS LEYES DEL MERCADO 

La profesionalidad de Laetitia Sadier seduce desde el escenario de la Caja de Música de las Cigarreras

22/10/2017 - 

ALICANTE. Dicen los economistas que las leyes del mercado son rígidas descripciones del comportamiento humano. Ya saben, la oferta, la demanda y sus diferentes combinaciones, fruto de la psicología del consumidor, veleta fluctuante entre los deseos y necesidades propios, y el marco creado por la mediatización de la publicidad y un gusto a menudo averiado o, al menos, chirriante.

Los programadores culturales, gestores públicos o autónomos delegados por aquellos, suelen buscar la originalidad, en su intento de captar nuevos mercados, nuevos públicos para nuevos (o viejos) espacios, aumentando el segmento de la oferta, esperando provocar una nueva demanda.

A veces se acierta, y a veces no. El mismo día, a la misma hora, miércoles 18 de octubre de 2017, dos propuestas musicales con un toque especial coincidían en la ciudad de Alicante. Por una parte, el Teatro Principal continuaba con su colaboración con Cervezas Alhambra y los conciertos íntimos en el escenario, un espacio con no más de unos 140 asientos provisionales y algún que otro participante a pie quieto, situados alrededor del donostiarra Mikel Erentxun, uno de esos nombre que enlazan las periferias de la Movida con los ramalazos del indie más de gente bien, como no podía ser de otra manera en la aristocrática ciudad vasca asomada al cantábrico. En el haber del día, lista de espera y un público entregado.

Al mismo tiempo, en la parte alta de la ciudad, unos pocos metros más sobre el nivel del mar, el Centro de Cultura Contemporánea de las Cigarreras, en su Caja de Música, acogía una de esas visitas que “te ponen en el circuito” –sea lo que sea lo que esto significa-, el nuevo combo de la franco-británica Laetitia Sadier, su Source Ensemble, en el que más que reinventarse, reafirma como nunca su abanico sonoro que transita desde el “French yé-yé” hasta el krautrock, sentencia esta de la nueva biblia del periodismo musical, Pitchfork. 250 butacas, entre 25 y 30 asistentes, siendo muy generoso, apenas un 10 ciento de ocupación. 

En el haber de la noche, una total sensación de familiaridad, casi como si se estuviera asistiendo a una sesión de ensayo en algún local de provincias francés, sólo faltaban los beaujolais y poder fumar, aunque no parecía que ninguno de los presentes fuera un fumador habitual actualmente.

Llegado el momento, casi con una total iluminación todavía, con la sensación de que tal vez en en algún momento habría más gente sobre el comprimido escenario que en la grada, se fue situando el combo en una cerrada formación. En el centro, al fondo, en su isla formada por la batería, los teclados de programación y el micrófono, el percusionista francés Emmanuel Mario; en la izquierda, parapetada tras un teclado y miles de cables, la también muy francesa teclista, vocalista y actriz Nina Savary; a la derecha del escenario el muy sonriente bajista brasileño Xavi Muñoz, dándole el toque de estética hipster al grupo; en el centro, caminando sobre sus cómodas zapatillas de estilo oriental, se situó la espigada figura de Sadier, totalmente vestida de negro. Una breve presentación –aquí estamos para cantar-, y Mario empezó a marcar el ritmo que dio paso a la primera entrada de las características armonías vocales de Sadier, contrapunteadas por los coros del propio Mario, en Undying Love For Humanity. Casi como si estuviera presentando el disco a un grupo de amigos que hacen una primera escucha, siguió la luminosa, en tanto que manifiesto de libertad, Love captive. 

The women with the invisible necklace dió paso a algunos temas de la época su época en solitario y de Monade, hasta que con Reflectors  retomaban esta tímida presentación de este interesantísimo Find Me Find You, no sin acometer antes un involunario cambio de equipo de sonido, ante el tímido sabotaje de un par de pantallas quejicosas y la intensa búsqueda entre los pedales de la stratocaster invertida al rasgueo zurdo de Sadier, sin encontrar culpable. 

Un concierto que quedará en la retina autidiva de los presentes como una celebración de la profesionalidad y el gusto por el contacto con el público de una artista internacional que se merece desquitarse ante un público alicantino más numeroso. 


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