ELCHE. En marzo de 2012, y tras dos décadas de actividad, la Estación Phoenix cerraba sus instalaciones en el Hort del Gat, hoy esperando su rehabilitación por parte del Consell. La decisión, adoptada por el Ejecutivo de la popular Mercedes Alonso, dejó en la estacada varios proyectos de investigación, sobre todo del cultivo de palmeras in vitro y de lucha contra el picudo rojo. Sin embargo, a pesar de que cesó la actividad en el inmueble, la investigación se recuperó a través de la Asociación Estación Phoenix, que desde entonces desarrolla otras líneas de investigación sobre distintos ámbitos del palmeral y que llegan hasta hoy. Una gran desconocida.
En ese sentido, aunque esas dos líneas eran las más relevantes, había en marcha otras 4-5 áreas de investigación a través de convenios con empresas, tanto nacionales como internacionales, por ejemplo con países del norte de África en lo referente al control de la plaga. Además del cultivo in vitro también de otras especies de palmera y la lucha contra el picudo, se estaba trabajando por ejemplo en la maduración controlada del dátil. "Cosas que había costado mucho poner en marcha", explica Susi Gómez, investigadora de la ya extinta estación, y actual presidenta de Volem Palmerar.
Junto a su compañero Michel Ferry, director de la misma, decidieron seguir su labor investigadora a través de la Asociación Estación Phoenix, nombre que pudieron registrar al no estarlo el proyecto anterior, trabajando en un laboratorio que ahora tienen en Aspe. En el lado contrario, parte de los compañeros de la Estación son los que han estado formando parte del Instituto de la Palmera que ahora gestiona Gaia Lab y al que se le ha dado una enésima oportunidad de reflotar el proyecto ante el fracaso e incumplimiento del pliego de condiciones.
Así que tras el cierre "brusco", define Gómez, las investigaciones se quedaron colgadas y las rescataron al año siguiente, cuando se pudo registrar la asociación. Por ejemplo, con la multinacional suiza Syngenta se continuó la relación de colaboración con un nuevo convenio. Con dicha firma trabajaron sobre la Emamectina, producto fitosanitario inyectable en la palmera y con persistencia de un año, pero en la que la multinacional no llegó a sacar entonces al mercado el producto, sino que solo pusieron a disposición el tratamiento, autorizando a unas pocas empresas su comercialización, con un coste más alto. Asimismo, también contactó con ellos la alemana Bayer, pues estaban interesados en su metodología para determinar la persistencia y eficacia de productos inyectados.
Así, después de haber finalizado los trabajos con ambas multinacionales en 2014 y haber investigado también con una empresa australiana, la asociación, sin ánimo de lucro, subsiste buscando fondos para financiar investigaciones, además de realizar cursos de formación y asesoramiento. Ahora tienen abiertas dos líneas de investigación, una del Ministerio de Innovación y Ciencia y otra con una empresa belga.
El proyecto del Ministerio, canalizado por la Agencia Estatal de Investigación, cuenta con fondos europeos y entra dentro del programa Retos Colaboración. Cuenta con un presupuesto financiable de 550.000 euros, contando distintas fórmulas como subvenciones, préstamos y anticipos de los fondos Feder. Están trabajando con la Universidad Politécnica de València y tres empresas. El objetivo es el desarrollo de PicuRep —de repelente— y consiste en la elaboración de repelentes ecológicos eficaces contra el picudo.
"La palmera tiene una atracción para el picudo, y se quiere proteger con un repelente, combatiendo los olores que atraen al picudo, al tiempo que se coloca una trampa", explica la investigadora. Las trampas ya se están aplicando, pero con el repelente en principio la probabilidad de la trampa es mayor, y sería una manera de proteger de forma ecológica la palmera. La universidad se está encargando del análisis de calidad y de encontrar un sustrato donde imbibir esta sustancia para que la vaya soltando la poco a poco, rechazando así al insecto. Es decir, la UPV está trabajando en la aplicabilidad del producto. Finaliza la investigación el año que viene.
Por otra parte, el otro proyecto es la colaboración PalmWatch, que también finaliza en 2021, y se está trabajando con una empresa belga y una universidad holandesa. Con un presupuesto de 300.000 euros —250.000 financiados por la Oficina Federal de Políticas Científicas de Bélgica—. Tienen entre manos tecnología de teledetección (fotografía aérea, cercanas y de satélites) para detectar las palmeras infectadas por picudo y su monitorización. Mientras que ellos ponen la tecnología, la asociación hace el trabajo de campo. En este caso se está aplicando con el palmeral, pero es un método en general extrapolable a otras especies y cultivos vegetales.
Como explica la investigadora, estas entidades belgas cuentan con esta tecnología y tratan de darle una utilidad que es muy útil para grandes extensiones de terreno y que luego puedan también vender para otros proyectos internacionales. "Nos sirve para grandes plantaciones de palmeras, es una manera muy práctica de conocer plagas de forma muy sofisticada con los diferentes espectros de luz, detectando parámetros que no son normales", señala Gómez. Aquí se trabaja con la datilera pero por ejemplo también para especies como la canaria, muy afectada por el picudo.
Por otra parte, además de las labores que realiza la presidenta de Volem Palmerar con el colectivo o con trabajos como el del desarrollo del módulo de palmerero, Ferry colabora también con la FAO (acrónimo inglés para Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), elaborando por ejemplo un manual de lucha contra el picudo y evaluando actuaciones de los países en los que surge. Para algunos es un sector clave debido a su alta producción y la exportación internacional.
Para finalizar, ambos investigadores han favorecido durante este tiempo distintos métodos que han redundado en el palmeral ilicitano, por ejemplo con el tratamiento con los nematodos o con productos inyectables. También con el saneamiento mecánico —es decir, manual— de la palmera por el picudo, con una limpieza profunda hasta llega al hijuelo, como se está haciendo ahora porque es efectivo, aunque también porque faltan muchos medios. Apunta Gómez que por ejemplo en el futuro sería una opción comercializar el repelente en el que están trabajando a través del consorcio, o que el proyecto de fotografía podría servir para para contar las palmeras, ya que a día de hoy no existe un registro real de cuántas hay en la ciudad, o analizar instantáneas antiguas y actuales para ver cómo ha variado.