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La incógnita del turismo MICE

7/03/2021 - 

Si hay un sector que ve su futuro como una gran incógnita es el turismo en todas sus vertientes. Las restricciones son un torpedo de flotación a un modelo de negocio que se basa en las presencialidad, el ocio, descanso y nuevas experiencias. Lo han dicho muchos expertos: el turismo no va a ser el mismo después de la pandemia y todo hace indicar que nos vamos a encontrar con nuevos hábitos, como ya sucede en estas ventanas de distracción que nos permiten los cierres perimetrales.

Pero si hay un segmento sobre el que pesan más incógnitas es el turismo de congresos y eventos; el denominado turismo MICE. Puede tardar más en volver a su esplendor y al impacto que deja en ciudades como Barcelona (más allá de las protestas en favor de Pablo Hasel). El turismo de congresos sufrirá la propia improvisación de cómo será la nueva normalidad, y además, cómo será ésta en los grandes eventos celebrados en espacios cerrados. Los eventos volverán, lo que no sabemos todavía si lo hará en las mismas condiciones que antes y las adaptaciones que deberán sufrir los espacios que albergan esos congresos o reuniones masivas.

Estamos acostumbrados a ver cómo el turismo se adapta a todas las circunstancias. Y además, suele hacerlo de una manera rápida. Son como las pinadas mediterráneas cuando son arrasadas por un incendio: rebrotan al poco tiempo. Pero en el caso del turismo MICE se van a dar dos circunstancias que todavía los expertos no saben ni analizar ni cuantificar. 

Por un lugar, las grandes corporaciones empresariales van registrar impacto en sus cuentas y, por tanto, es posible que sean más reacias a realizar eventos corporativos (al menos, a corto plazo), que suelen llevar a otras ciudades o que reúnen a gente de diversos puntos, máxime teniendo en cuenta que la tecnología ha demostrado en esta pandemia que las reuniones masivas se pueden celebrar con plataformas como Meet o Zoom (por citar dos). Es decir, las crisis económica como tal afectará al turismo MICE en estos primeros años de postpandemia: además, se trata de un crisis global y por tanto, azotará a todos por igual. 

A ello habrá que sumar otros estigmas que se generarán a bote pronto, y que ya están sobre la mesa y afectarán a todo tipo de turismo: el miedo a viajar o a compartir espacios cerrados sin la garantía de unas mínimas condiciones. El miedo ya se vivió tras el 11S, por tanto, el nuevo desafío -y esto es para todos los sectores- será disponer de instalaciones con unas condiciones de reunión que cumplan con unos estándares de calidad.

La otra circunstancia la va a marcar, además de las condiciones en las que se genere el evento, el destino. Y aquí sí que las ciudades del entorno, Alicante, Elche, Benidorm o València, sí que tendrán que recolocar en sus propias ligas de competidores y deberán ofrecer prestaciones con las que todavía no habían pensado, o las habían dejado para más adelante. Además de readaptar y mejorar espacios, habrá una serie de imputs que sí medirán la capacidad de un destino para atraer un evento o congreso. Aparecen aquí elementos que se han puesto en valor en esta crisis: espacios públicos abiertos, limpieza y estética urbana, calidad del aire, diversificación de movilidad (no sólo lo que ofrece el transporte público, sino quizás una buena red de servicio de alquiler de bicicletas convencionales o eléctricas) los sellos de calidad de los establecimientos, tanto hoteleros  como hosteleros, etc.  

En algunas cosas, son elementos que ya cumplen nuestras ciudades; en otras, será necesario implementar una serie de proyectos para que el destino pueda competir para pescar eventos. Es algo que quizás se nos olvida y que ahora va a tener más valor que nunca. Las condiciones del entorno siempre han tenido un valor diferencial en toda actividad turística. Pero en el caso de los congresos, además de las características del sitio en el que se celebra el propio evento, las ciudades van a competir, dentro de la escasez y de los miedos de los primeros años de nueva normalidad, por las características o las calidades del entorno. No creo que sea una incógnita nueva, pero habrá que afrontarla; los destinos tendrán que afrontarla, y eso sí que obligará a que las ciudades o determinados espacios medioambientales también estén en perfecto estado de revista. De no estarlo, un congreso puede ir a un sitio u otro. Es lo que hay que tener en cuenta para futuros edificios, y presentes.

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