ALICANTE. Hablar de divorcio se queda corto. La afición del Hércules ha dicho basta.
La derrota ante el Badalona (1-2) en el estadio José Rico Pérez, en otro partido bochornoso del equipo blanquiazul que seguirá hundido en el fondo de la tabla, en puestos de descenso a Tercera División, y las últimas decisiones adoptadas desde los despachos, como obligar a los abonados a pasar por caja para ver la Copa del Rey, terminaba este sábado por hacer saltar todo por los aires.
Si ya el choque se anunciaba caliente y no solo por la necesidad de ganar a un rival directo en el estreno de Vicente Mir como técnico, también por el llamamiento a los aficionados por parte de algunos colectivos a no entrar al campo hasta el minuto cinco y hacerlo al grito de "Respetad el escudo", el desarrollo y desenlace de la tarde-noche de fútbol (por llamarla de alguna manera) no se quedó atrás y es que, una vez finalizó el duelo, cerca de medio millar de aficionados se congregaron en la puerta cero por espacio de una hora para primero cantar contra los jugadores, los empresarios Enrique Ortiz (que no asistió al encuentro por encontrarse fuera de Alicante) y Juan Carlos Ramírez, el yerno del primero y socio del segundo, Javier Portillo, (que tampoco se dejó ver por el Rico Pérez en la semana de su dimisión como director deportivo) y el presidente del club, Carlos Parodi, y después abroncarlos cara a cara, aprovechando el momento en que abandonaban el coliseo blanquiazul protegidos por la Policía.
Lo anterior se produjo minutos después de que con el 1-2 en el marcador, poco antes de la hora de juego, la grada estallara al grito de "directiva dimisión" y que una vez decretase el árbitro el final del partido en tribuna baja se vivieran escenas de mucha tensión, con amago de asalto al palco incluido.
Salvo los canteranos Abde, Pedro Torres, Víctor Olmedo y el meta y uno de los capitanes Ismael Falcón, el resto de jugadores hubo de soportar todo tipo de gritos e insultos, después de aguardar casi una hora a que la Policía (una vez se reforzó el dispositivo de seguridad) les permitiera abandonar en sus coches el aparcamiento del fondo norte del estadio. Lo hicieron entre una nube de aficionados que, eso sí, siempre respetó el cordón de seguridad dispuesto por los funcionarios policiales y la seguridad privada contratada por el club. Minutos después de la salida de los integrantes de la plantilla y de un Vicente Mir que no se libró de las críticas por alguno de sus comentarios en la sala de prensa tras el choque, eran Ramírez y Parodi quienes hacían lo propio, también en sus respectivos coches y ya con muchos menos aficionados presentes aunque eso no les libró de escuchar todo tipo de improperios. El autobús del Badalona y Valentín Botella fueron los últimos en enfilar la calle Foguerer Romeu Zarandieta. El presidente de la Fundación del Hércules, por cierto, tuvo que aguantar junto a Parodi todo tipo de insultos en el palco, a diferencia de Ramírez que se retiró a la zona vip antes el cariz que estaban tomando los acontecimientos con el balón todavía rodando sobre el césped.
La afición del Hércules (su facción más vehemente si bien durante el partido fueron muchos más los que también se pronunciaron) dejó clara su opinión este sábado: de la situación penosa que atraviesa la entidad a todos los niveles hay un culpable y es Enrique Ortiz; también muchos cooperadores necesarios, empezando por su socio Juan Carlos Ramírez y siguiendo por Javier Portillo, pero el vestuario no se libra también de su cuota de responsabilidad. La brecha social es total.