ELCHE. Durante los últimos meses, y en una dinámica que lleva instalada en el tiempo en los últimos años, han ido cerrando comercios del centro de la ciudad, más concretamente de la Corredora, donde las que han abandonado recientemente sus locales han sido las franquicias de Inditex. Hace unos días, era el turno de Oysho. Una situación que ha puesto en alerta otra vez, legítimamente, a algunas formaciones políticas y a los comerciantes, que llevan tiempo quejándose de la falta de incentivos para comprar en esta zona, lo que denuncian que lleva a estos cierres. Sin embargo, en lo que respecta a Inditex, los motivos de cierre obedecen a otros motivos: su modelo de negocio se ha pasado al formato online y a las grandes superficies.
En ese sentido, el presidente de Inditex, Pablo Isla, explicaba en marzo de este mismo año que la venta online creció un 41% hasta alcanzar el 10% de las ventas netas del grupo en 2017 y que tiene venta por internet en 49 mercados de todo el mundo. Las ventas online aportan 2.530 millones de euros al año a la compañía, lo que demuestra que es un sector en auge. En consonancia, en el pasado ejercicio invirtieron 1.800 millones de euros destinados a impulsar la tecnología en sus tiendas físicas y el modelo online. En lo referente a las tiendas físicas, se da la paradoja de que ha realizado el mayor número de inauguraciones desde 2012, pero ha estado acompañado del cierre de muchas otras tiendas que lleva años acumulando en locales más grandes (en toda España).
Esto último explica lo que está sucediendo en calles como la Corredora, que ha vivido cierres de forma sostenida en el tiempo con tiendas como Oysho y Massimo Dutti más recientemente y otras como Lefties o Pull&Bear hace más tiempo, para fortalecer su presencia en el centro comercial L’Aljub, donde en los últimos meses han reformado sus locales y cambiado de ubicaciones para tener más presencia. Además de ese negocio online en auge, se trata por tanto del fomento de tiendas más grandes y concentradas en ámbitos comerciales más amplios donde está su competencia. Es además una estrategia que no sólo está siguiendo el imperio de Amancio Ortega, también otras cadenas como Kiabi, que se trasladaron al centro comercial en marzo para competir con otras empresas del textil. No sólo se concentra allí el sector, también sus públicos, gente joven o familia, donde suele haber más opciones de ocio que atraen. Aún queda en el centro Zara, que sigue siendo el buque insignia de Inditex y es además una tienda física grande, lo que la empresa está fomentando.
Por otra parte, es cierto que no se puede obviar el cierre de tiendas en esta calle —también hay aperturas, en el pasado mes de abril abrió una nueva franquicia, Andrea Milano, de ropa infantil—, pero achacarlo directamente a la paralización del Mercado Central o la falta de actuaciones en la Corredora como su peatonalización como 'varita mágica', supone no tener en cuenta otros factores. Está el caso de Inditex y de otras como Grupo Cortefiel, ahora Tendam, —Springfield o Women’s Secret, que también estuvieron en esta calle, ahora en L’Aljub— y su mayor inversión en el modelo del e-commerce, de grandes superficies, o clusters de establecimientos rentables de entre 600 metros y 900 metros, como el caso de Tendam.
También hay factores que no se suelen mencionar cuando se habla de estos cierres, como si los negocios ubicados en esta zona se han amoldado a las nuevas demandas o tendencias del mercado, como el auge de internet, la tecnología, la ecoinnovación o por ejemplo la reducción de plástico —donde hace poco ha abierto un negocio viendo ese nicho de mercado también en auge, Granel— y otras tendencias sostenibles. No es casual que Mercadona, Consum o Lidl aboguen ahora por las bolsas de papel. A esto hay que sumar aspectos básicos como los alquileres que se pagan en el centro, mucho más caros que las tiendas de barrio y con productos de proximidad, aspectos más técnicos como la crisis del comercio multimarca en el país, que ha perdido peso a lo largo de los últimos 15 años, u otros fundamentales, como el poder adquisitivo que aún no se ha recuperado tras la crisis. La macroeconomía va notando la mejoría, pero no tanto ni tan rápido la economía doméstica, por lo que los precios del centro de no franquicias aún pueden quedar lejos a mucha gente.
Con todo, todos estos aspectos son difíciles de reconocer porque no se ha hecho a nivel local un análisis profundo de la situación del comercio, y la irrupción de los centros comerciales ha ido ganando más público mientras que no se ha previsto cómo podía afectar al centro con ningún plan; no ha habido propuestas para mantener su público o sus establecimientos no se han renovado o actualizado al ritmo que hace el mercado —los que sí lo hacen suelen estar en las grandes superficies—, y es lo que ahora se está viendo. En cualquier caso, incluso el Corte Inglés de Elche está entre los menos rentables del país y se están viendo posibles fórmulas para salvarlo, como convertirlo en ‘outlet’, al igual que otros.
Sobre esta necesaria diagnosis, el propio Corte Inglés es una muestra de lo difícil que puede suponer adaptarse a las nuevas tendencias o directamente competir, en este caso, con L’Aljub, situado al lado. Tampoco tener aparcamientos garantiza nada, porque hay quien pide más en el centro como solución. Pero por contra, los datos muestran que no todos los aparcamientos del centro suelen estar al completo; algunos como los de Pimesa tienen bastante demanda, pero otros como los de Saba no se suelen llenarse a diario. Así pues, para solucionar los problemas del comercio del centro de Elche, es necesario un abordaje integral y estudios sobre el mismo para ver su presente y su futuro. Tanto de sus calles céntricas como del futuro Mercado Central que haya, ver qué modelo tendrá y si estará en consonancia con la demanda del mercado cuando se solucione el asunto.