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el sur del sur / OPINIÓN

Habrá pinzas en el PPCV

8/07/2018 - 

El Partido Popular sigue sin tener líder, o lideresa. Tiene una candidata a presidir el partido, Soraya Sáenz de Santamaría, que es la más votada, pero el sistema de contrapesos que diseñó el equipo de Rajoy puede posibilitar que Pablo Casado sea el presidente con el respaldo de los compromisarios de los otros candidatos. Todo hace indicar que habrá pinza, también en la Comunitat Valenciana, donde las formas de la secretaria general, Eva Ortiz, y el presidente de Alicante, José Císcar, no han gustado al resto de los aspirantes. No es que se hayan mojado mucho personalmente, pero sí sus equipos, con advertencias serias, para que el voto fuera para la exvicepresidenta. Y claro, el proceso pedía libertad para que cada uno se posicionara, según su conveniencia.

Y vista la determinación de Pablo Casado, lo normal -y ya se han producido- es que las alianzas se rearmen para que Soraya sea vencida en el congreso del 20 y 21 de julio. Razones hay varias, pero sobre todo hay intereses comunes entre los perdedores. 

Por partes. El resultado de Soraya en las provincias de Alicante y Valencia es muy meritorio, pero insuficiente. Con el aparato a favor, la política de Valladolid debió volcarse más en la Comunitat para lograr más ventaja y evitar, de esta manera, la segunda vuelta. O una segunda vuelta con alianzas imposibles. Los equipos de Soraya confían en que se respete la lista más votada, pero Casado sabe que puede tener votos suficientes para alzarse con la presidencia del PP. Él y Cospedal controlan la mayoría de las provincias, a excepción de Andalucía, Valencia y Alicante, que se han decantado por la ex vicepresidenta. 

De consumarse la victoria del segundo más votado, caerá un mito en el PP: por primera vez, la lista más votada puede ser apeada del poder. Y con la alianza entre Casado y Cospedal juega un elemento a su favor: el compromisario puede elegir con más libertad en campo neutral, con el voto secreto y sin la presión de sus superiores locales o regionales. Es decir, la posibilidad de Casado presidente del PP puede ganar solidez conforme se acerque la fecha del cónclave.

Pinzas posibles 

Lo dicho hay resquemor entre la gente de Pablo Casado y de María Dolores de Cospedal por la presión de cómo la dirección provincial de Alicante ha jugado en determinado municipios que se salieron de la línea oficial. Esto aboca a alianza que se van a producir.

Por ejemplo, el primero en prestar su respaldo de la gente de Casado será César Sánchez, pese a que Císcar le ha invitado, de nuevo, a sumarse, a la plataforma de Soraya. La gente de Luis Barcala, que, con el presidente local de Alicante, Toño Peral, jugó a última hora la baza de Cospedal, también se sumará. Tanto César Sánchez como Luis Barcala son ahora aliados naturales: temen, o han temido en los últimos meses, que la cúpula provincial les moviera la silla de cara a las elecciones de 2019. De todos es sabido que el candidato a la Alcaldía de Alicante de Císcar era el ex subdelegado, José Miguel Saval, y que César temió por su continuidad durante algunos meses de su mandato. En Alicante, se da la circunstancia de que se consensuó una lista de compromisarios, y después la gente de la provincial, presentó otra.

Lo mismo sucede con Orihuela. La secretaria general del PPCV, Eva Ortiz, ya ha vendido la salida del actual alcalde, Emilio Bascuñana, y ahora las cosas pueden cambiar, sobre todo, después de todos líos generados en las votaciones en la capital del Bajo Segura, donde se ha dejado fuera a muchos militantes sin votar, y en el resto de la comarca, a alcaldes significativos del PP, pese a estar al día de su cuota. Bascuñana puede aliarse con la gente de Casado perfectamente y defender que el alcalde de una ciudad debe repetir, sino media imputación por causa de corrupción, circunstancia que no seda. Es más, la gente de Casado juega con la baza de que ha sido el candidato más votado en dos feudos del PP: la Vega Baja del Segura y el Baix Vinalopó. El respaldo podría haber sido mayor de haber votado más gente.

Y lo mismo sucede en València capital: la victoria de Casado en el cap i casal es un balón de oxígeno para Luis Santamaría, el presidente de la gestora del partido, y la persona que ni Bonig ni Eva Ortiz quieren que lidere la lista local. Su preferido, como es sabido, es Eusebio Monzó. Y en la provincia de Castelló ha ganado también Casado.

Es decir, el panorama no es tan bucólico como desde el seno del PPCV como desde el partido en Alicante se ha querido vender. La alianzas de Madrid pueden tener réplicas en la Comunitat, y todas ellas, perjudican a los intereses tanto de Bonig como de Císcar. Los derrotados tienen apalabrado sumar compromisarios para Pablo Casado. O hay pacto entre los dos aspirantes, o esto puede tener contraindicaciones. No para hacer una revolución, pero si para cambiar ciertos vicios y decisiones que se daban por amortizadas anticipadamente. Y en política, todo es posible. Lo ha demostrado Pedro Sánchez,

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