Casado reivindica su legado estos casi cuatro años y expresa su lealtad en esta nueva etapa a Feijóo, al que desea "mucho acierto"
Impulsado por Pablo Casado y Teo García Egea pero seguidor de las políticas de Isabel Díaz Ayuso, Mazón se verá abocado a complejos equilibrios
Hace unos meses decíamos que todo empezó en la Región de Murcia, ahora Castilla y León, pero no: es Madrid quien marcará el futuro. Sin recuperarse de lo ocurrido en Castilla y León, resulta que el PP madrileño entra en fase de involución y autodestrucción, al más clásico estilo del fuego amigo. Espionaje, detectives, relaciones familiares, adjudicaciones, comisiones o sospechas de todo eso. E Isabel Díaz Ayuso que rompe con Pablo Casado. Solo puede quedar uno o a lo mejor ninguno.
Los usos institucionales son casi tan importantes como el contenido de los asuntos. Da igual quién detente el poder. No es de recibo que el presidente del Gobierno y el líder de la oposición no mantengan un diálogo fluido y máxime en épocas como la actual con asuntos de calado. Aquí no valen ni el orgullo personal ni la displicencia hacia el contrario.
El joven Casado se ha hecho de centro para no quedarse fuera del Gran Consenso que surgirá de los escombros de la pandemia. Es uno más de la cofradía del Santo Diálogo, de los que trafican con la moderación. Ha renunciado a una oposición fiera, que es lo que necesita el país. Se aleja la esperanza de verlo como presidente