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encabezado por el coronel Segismundo Casado

El golpe de Casado: cuando la República confió en Franco

10/03/2024 - 

ALICANTE. Arturo, nada más acabar periodismo, tuvo la suerte de encontrar empleo en un medio de su ciudad. El primer día de trabajo, el jefe del área de nacional le pidió que se estrenara con un artículo sobre el golpe de Casado, cuyo aniversario tendría lugar en unos pocos días. Abandonó la redacción y durante el trayecto hacia su casa —donde vivía con sus padres— elucubró sobre el tal golpe, tema del que no tenía ni idea: «¿Guardará relación con la polémica dimisión de Pablo Casado? ¿Quizá algún robo o atraco famoso que desconozco? ¿Será uno de los numerosos golpes de Estado que se dieron en siglo XIX? Ese periodo de nuestra historia siempre ha sido un misterio insondable para mí... Los del XX no hay duda: Primo de Rivera, Franco y Tejero».

Entró a su cuarto, encendió el portátil y ansioso consultó Wikipedia, recurso inconfesable para documentarse sobre un asunto cuando se ignora por completo. Leyó la amplia referencia que venía y se preguntó cómo ese episodio tan relevante del final de la Guerra Civil era tan desconocido. Para aclararse, pues los hechos que figuraban le parecieron enrevesados, escribió una sinopsis de una página:

«A primeros de marzo de 1939, cuando la mayoría de los españoles consideraba que la República había perdido la guerra, se produjo en el bando republicano un golpe de Estado contra el Gobierno legítimo del socialista Juan Negrín —que defendía continuar resistiendo— con la intención de alcanzar un acuerdo justo con los sublevados. El golpe, que estuvo encabezado por el coronel Segismundo Casado, contó con el apoyo del Ejército y de los partidos y sindicatos republicanos, salvo los comunistas con sus mandos militares y una minoría del partido socialista que seguían secundando al presidente de Gobierno. Franco, que estuvo al tanto desde el minuto uno por su red de espionaje, les prometió —por medio de la Quinta Columna— una paz honrosa y sin represalias si se deshacían de Negrín y de los comunistas, objetivo común a ambos bandos. Tras el golpe, se constituyó el Consejo Nacional de Defensa para iniciar las conversaciones con los franquistas y…».

Terminó el resumen y decidió quedar con una buena amiga del instituto, que estudió historia y se había especializado en contemporánea, para preguntarle las muchas dudas que albergaba.

—¿Cómo podían confiar en Franco si fue quien dio el golpe de 1936?

—En primer lugar, Franco no lo dio, fue obra de los generales Sanjurjo y Mola. Él no quería ser el tonto del banderín por si fracasaba, y se subió al carro cuando vio que había triunfado. De hecho, dejó en la estacada a Sanjurjo en su golpe de 1932, pues estaba convencido de que no iba tener éxito, como así sucedió. Fue condenado a muerte, el Gobierno le conmutó la pena por cadena perpetua y al final lo amnistió... Y volviendo a Franco, te diré que sus colegas comentaban que era un cuco… Por tu gesto veo que no sabes nada de cucos: sus hembras ponen los huevos en los nidos de otros pájaros, cuando no están los padres, para que se los críen... Un ejemplo de cómo consideraban a Franco: tras el 18 de julio se formó una Junta Militar en la que pasaron olímpicamente de él, y solo lo admitieron a las dos semanas… Ah, y tu pregunta: ¿por qué confiaron en él? Hay varias razones, pero la principal fue que Francia e Inglaterra acababan de reconocer a su Gobierno como legal.

—Vaya, desconocía todo eso… Y una cosa: ¿cómo llegó al poder, a ser Generalísimo?

—Sería muy largo explicártelo, pero quédate con esta idea: de pura carambola, por mero azar histórico… Otro día si quieres te lo cuento con calma.   

—Por cierto, ¿los miembros del Consejo no sabían de su historial de barbaridades?

—Estás pensando en la posguerra… ¡Pero eso todavía no había sucedido! Ahora bien, el Consejo era consciente de que ambos bandos habían consumado masacres: unos la de Badajoz y otros la de Paracuellos. Y también bombardeos indiscriminados sobre la población civil con la ayuda de sus aliados respectivos: el de Cabra realizado por republicanos pilotando aviones rusos, el de Guernica por la aviación alemana e italiana, el del mercado de Alicante por los italianos… Este causó más muertos que el de Guernica, pero no apareció ningún Picasso que se interesara… Y no olvidemos que hubo más aliados por medio: los portugueses que ayudaron a los golpistas y las brigadas internacionales de más de cincuenta países a los republicanos. Muchos historiadores piensan que la II Guerra Mundial comenzó en España. 

—Otra pregunta: ¿por qué se empeñó Negrín en resistir?

—Porque no aceptaba una capitulación sin más. Estaba persuadido de que la política de resistencia a ultranza, como moneda de cambio, era la mejor vía para alcanzar un acuerdo honorable y evitar que el autodenominado «bando nacional» cometiera una matanza masiva, uno de sus máximos temores. Su decisión se apoyaba en la capacidad militar que aún disponía la Republica: controlaba un tercio del territorio, sus combatientes rondaban el medio millón y la flota contaba con un número significativo de naves, aunque sus recursos aéreos eran endebles. Su estrategia consistía en mantener la zona centro del país, mientras fuera posible; y, si el escenario se deterioraba, replegarse de manera escalonada concentrando las fuerzas en el triángulo formado por las ciudades de Albacete, Valencia y Cartagena con su base naval, de tal forma que la escuadra garantizara una posible evacuación de militares y políticos republicanos en caso de emergencia final. Así pretendía ganar tiempo en la convicción de que la guerra española enlazaría con la europea, cuyo comienzo creía inminente, y que con ello se daría un giro al curso de la contienda, estimando que Alemania e Italia retirarían el apoyo a los sublevados y la República recibiría la ayuda de las potencias occidentales… Muchos decían que era El cuento de la lechera.

—Su plan tenía mucha lógica, y más sabiendo luego lo que ocurrió…

—Exacto, pero eso lo sabemos ahora, a toro pasado.

—Otra duda: explícame lo de la miniguerra civil tras el golpe de Casado.

—Fue surrealista…  Nada más constituirse el Consejo Nacional de Defensa, unidades comunistas se dirigieron a Madrid para detener a sus miembros. Ante la crítica situación, Casado pidió a sus fuerzas que acudieran en su ayuda. Las anarquistas, que eran las más cercanas, abandonaron sus posiciones para defender al Consejo. Sin duda, esto fue contemplado con gozo por Franco, que ordenó a sus tropas no avanzar y que vigilaran los enseres de sus trincheras… Algo increíble... El centro de la capital se convirtió en un campo de batalla y una semana después los anarquistas vencieron en esta miniguerra civil dentro de la Guerra Civil. Hubo centenares de muertos y un número muy superior de heridos. Entonces, el Consejo comunicó a los «nacionales» su disposición para empezar las negociaciones. Se iniciaron, pero Franco las rompió unilateralmente aduciendo razones absurdas… El final ya lo sabes: se produjo la desbandada republicana hacia Levante, sobre todo hacia Alicante, para exiliarse y cuando acabó la guerra sucedió lo que temía Negrín…

El joven periodista agradeció a su amiga su inestimable ayuda y marchó a su casa. Buscó imágenes en la hemeroteca de su medio para ilustrar el texto y después inició su escritura tecleando el título que se le acababa de ocurrir: «El golpe de Casado: cuando la República confió en Franco».

Su opera prima gustó y, de hecho, fue lo más leído del día.   

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