Soy la primera en celebrar cada éxito de las mujeres y la primera en reivindicar lo que nos falta para llegar a una sociedad totalmente igualitaria. Aunque hemos conseguido mucho, no es menos cierto que todavía nos queda camino por recorrer para conseguir la igualdad laboral, social o económica con los hombres. Estoy orgullosa de muchas mujeres que están logrando llegar a puestos vedados hasta hace muy poco para las féminas y que, cual lenta marea, están inundando de una manera callada y humilde lo que ya es una realidad imparable y que no tiene vuelta atrás. Que queda camino por recorrer no nos cabe duda, pero ahí estamos, conciliando vida personal y profesional, con ayuda de muchos hombres que comprenden y colaboran para que las mujeres lleguen a donde se merecen por sus méritos y esfuerzos.
El pasado año se celebró en Madrid una multitudinaria concentración el ocho de marzo por el Día Internacional de la Mujer. Un encuentro, y otros muchos que se celebraron ese mismo día, que confirmaban los temores de los sanitarios; la pandemia de covid asomaba sus fauces, era una realidad. No se equivocaron. Hospitales a rebosar, las UCI prácticamente al límite y decenas de miles de contagiados.
A partir de esa fecha, se acabó la vida “normal”. No pudimos celebrar el día del padre, ni de la madre, ni el santo, ni el cumpleaños, ni las Hogueras, ni los Moros y Cristianos, ni la Semana Santa, ni el Misteri d´Elx, ni el Día de la Hispanidad, ni el de la Constitución, ni la Navidad, por citar sólo algunos.
Y llegamos a este 8-M y vuelven a oírse voces que hablan de la necesidad de salir a la calle a reivindicar nuestros derechos, los derechos de las mujeres. De hecho, hay convocados 43 actos en la Comunidad Valenciana, 20 de ellos en la provincia de Alicante, según datos de la delegación del Gobierno de la Generalitat Valenciana. Ni las fuerzas de Seguridad del Estado ni la Conselleria de Sanidad han emitido informe alguno en contra de su realización.
Estos actos podrán concentrar a un máximo de 500 personas siempre que cumplan las medidas de distancia y el uso de las mascarillas. Y mientras, los sanitarios, agotados, clamando por que nos quedemos en nuestras casas. Y mientras, nosotros, los ciudadanos de a pie, viviendo con unas limitaciones que no nos permiten ni invitar a los vecinos a tomar un café porque nos pasamos el límite permitido de no convivientes. Y mientras, los restaurantes cerrados, con un aforo del 75% en las terrazas y sólo cuatro personas en las mesas. Y mientras, tantos negocios y actividades que están directamente cerrados o que tienen restringidos sus horarios o el número de clientes.
Parece que hemos olvidado que, desde marzo pasado, las cifras, las oficiales, nos hablan de 3,19 millones de positivos y más de 70.000 muertos en España. En la Comunidad Valenciana han sido casi 400.000 contagiados y unos 7.000 fallecidos. 146.000 positivos en Alicante y más de 2.525 decesos. Parece que también hemos olvidado que estas cifras, desgraciadamente, cambian día a día a peor.
Con 486 personas ingresadas en hospitales en Alicante y 126 en la UCI (datos del pasado domingo), yo voy a celebrar el 8-M pensando en todas las mujeres que están ahí, en primera línea de batalla, en su puesto de trabajo intentando curar y cuidar a todas las personas que ingresan contagiadas en los centros sanitarios; aquellas que han contraído el virus incluso cumpliendo todas las medidas preventivas que tenían a mano, y también a las que se han saltado las normas de salud a la torera, se han contagiado y han acudido a los hospitales a que les salven la vida.
Y me acordaré también del resto de las mujeres, de cualquier ámbito profesional, que están en su puesto de trabajo cumpliendo con su deber. Y pensaré en las que buscan empleo o intentan mantener un puesto de trabajo cuya autonomía se resquebraja. Y aprovecharé para leer sobre el empoderamiento de las mujeres, sobre sus éxitos, sus logros y sus temores. Y, sobre todo, escudriñaré qué podemos aportar para que a ese éxito lleguen muchas más.
Y haré una lista de todas las fechas que querría haber festejado y que se han quedado en el tintero, sin poder disfrutarlas o sin participar en ellas. Porque este año no pienso poner en peligro a nadie por celebrar nada.