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conferencia en el cámara business club 

El obispo Munilla plantea un distintivo para las empresas que cuiden de la familia 

18/11/2023 - 

ALICANTE. En el restaurante El Plantío, entre la calma tensa que irradian los jugadores en las inmediaciones de un campo de golf, se celebró la Conferencia Circular de la Cámara Business Club impartida por el obispo de la Diócesis Orihuela-Alicante, Monseñor José Ignacio Munilla. Inauguró la cita el vicepresidente de la Cámara, Jesús Navarro, desvelando su condición de católico practicante con tintes propios de San Agustín en sus Confesiones o de Tolstoi en su obra Confesión. Se congratulaba de tener un amigo Obispo, y no es para menos porque de eso a recibir a la indulgencia plenaria hay un paso.  

Llegó el turno de Munilla y enseguida puso ante el espejo a los presentes señalando la falta de felicidad de nuestro tiempo como consecuencia del individualismo acuciante y del olvido de Dios. De pronto entendí porqué en la mesa la organización había dejado a cada comensal un ejemplar del libro escrito por el propio obispo Dios te quiere feliz; no daban puntada sin hilo, estaba todo premeditado y sin alevosía. Para más inri nos obsequiaron con una lata Mano de Santo para reponernos de la catarsis interior que allí iba a tener lugar. El que esperaba irse sin el propósito de enmienda que te produce el sermón de un cura en una misa le pillarían por sorpresa esos toques a bocajarro en los que Monseñor disparó que deberíamos reflexionar todos si lo habíamos hecho bien en la vida, “si formamos parte del problema o de la solución”. 

Para apoyar sus tesis tiró de las fábulas modernas representadas por los spot publicitarios: reprodujo el anuncio de Navidad de Suchard y en ese momento pensé que ojalá no hubiese tenido esa ocurrencia, ya me veía yo llorando más que las magdalenas que nos sirvieron; imagínense qué vergüenza, un servidor emocionado delante de sus colegas, eso sí que no me lo esperaba. Achacaba al torrente de melancolía a la ausencia de unos estandartes sólidos sobre los que edificar la propia vida. Crisis existencial que generaba la necesidad de buscar unos placebos como la pornografía, el juego y otros vicios que anestiasen la tristeza que atormenta a la sociedad. Erigía a la familia como ese faro que orienta a los barcos antes de que precipiten contra el acantilado, le otorgaba, como decía Chesterton, el estatus del mejor gobierno en la sombra.  

Cuando algunos ya se preguntaban en sus adentros que qué hacía un tipo como él en un sitio como ese, puso deberes a los empresarios y habló de la importancia de las compañías en el desarrollo de la sociedad. Sugirió que de la misma forma las empresas se sienten orgullosas de su compromiso con el medio ambiente, también deberían velar por defender a las familias; lanzó el guante de la creación de un distintivo que reconociera a las marcas que trabajasen en favor de ellas. Planteó la promulgación de medidas destinadas a facilitar la conciliación familiar y así mismo insistió en la necesidad de que las organizaciones se coordinarán con los centros de orientación. En ese momento pidió a los trabajadores de la Diócesis que desempeñan esa labor que se levantasen, y tengo que reconocer, que por un momento me dieron ganas de hacerlo a mí también; un tic propio quizá de haber estudiado en un colegio del Opus, que al decirte un cura que te levantes te piensas que estás en misa.

El turno de preguntas puso la guinda con la intervención del director de Cáritas Diocesana de Orihuela-Alicante, Víctor Mellado, el que tras un ruego de una asistente habló de la labor social que hacía la Iglesia en la sociedad. Apostilló para terminar el presidente de la Cámara de Comercio, Carlos Baño, protestando ante el desconocimiento de muchos del trabajo social que realizan tanto las empresas como la Iglesia Católica. Jesús Navarro preguntó con sorna al terminar que si había algún comunista en la sala; les habría venido bien asistir a todos los que demonizan al empresariado y a las instituciones católicas para desmitificar los clichés existentes hacia ambos colectivos.

Carlos Baño se reconoció pecador (como lo somos todos) esperando quizá una confesión ad hoc de Monseñor Munilla. Me acordé de la parte final de la película Ángeles y demonios cuando el profesor Langdon interpretado por Tom Hanks, le dice al Papa que no confía en la Iglesia por su pasado oscuro y el pontífice le dice que no podemos olvidar que las instituciones están formadas por personas y sus miserias.  

Sólo faltó la bendición.

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