Era algo previsible, y ha sucedido esta semana: la Generalitat ha comunicado a la empresa Torrevieja Salud que no prorrogará el servicio otro cinco años más, como posibilidad que preveía el contrato. Además de la determinación política del Gobierno del Botànic, más por la presión de Compromís y Podem que por convencimiento del PSPV, como ya dije hace una semanas, el modelo de Torrevieja ya tenía la sentencia escrita desde hace meses, pero quizás acrecentada por dos hechos objetivos -criticables, según se mire, e incluso diría que provocativos, según los detractores del sistema-: el traslado de trabajadores de Torrevieja y Elche -en días libres o de vacaciones de éstos dos hospitales, según la empresa- a realizar pruebas de seroprevalencia en Torrejón y la elaboración de esos mismos test a la comunidad profesional educativa de Torrevieja, en contra de las directrices de Salud Pública, pese a que el TSJ después autorizara esos test. Si el PSPV tuvo dudas con la decisión, creo que esta decisión acabó por convencerles.
La decisión de no prorrogar la concesión no tiene más vuelta de hoja: como dice el colega Javier Alfonso, se trata de un despido procedente, pese a que en este caso el trabajador despedido, en este caso, presente buenos números. En un símil futbolístico, sería como en un club entra un nuevo dueño y cambia al entrenador porque busca algo diferente. Sin ir más lejos podríamos aplicar el caso del Elche CF. El Botànic, que en este caso sería el propietario del servicio, Christian Bragarnik, ha prescindido de José Rojo Pacheta, pese a los meritorios ascensos, y ha apostado por Jorge Almirón y el clan de los argentinos. Y lo ha hecho cuando el contrato vencía, o permitía una ventana de rotura sin coste. Y en esas estamos.
La decisión del Botànic no es evaluable todavía; ni lo será en los próximos meses; en todo caso, a partir de 2021, y de acuerdo cómo se inicie esa etapa. Mientras, se puede defender una postura y la contraria, las dos son legítimas, las dos tienen cosas buenas y malas, y las conocemos todos. Aquí el fondo de la cuestión es otro: principalmente, es el moral, y en segundo lugar, el económico. Pero, insisto, con el tiempo lo veremos.
Pero más allá de la decisión, que siempre tendrá defensores y detractores, hay otras cuestiones de Torrevieja que llaman la atención y que de no gestionarse bien, pueden provocar que el nuevo modelo en el departamento de Torrevieja comiencen como Alzira, o mejor. Cosas que llaman la atención:
Reconocido por la propia conselleria, e inexplicable después de 15 años de funcionamiento, y cinco con el Gobierno del Botànic. Desconoce el coste actual -tiene una valoración aproximada, de unos 120 millones al año- y tampoco tiene claro que modelo aplicará a partir del 15 de octubre de 2021, si empresa pública o gestión directa, como se hizo en Alzira. Está claro que no es exigible que se tenga ya todo previsto y calculado, pero sí al menos por dónde irán los planes, con varios escenarios. Existe la figura del comisionado de la Generalitat, que debe velar por el funcionamiento del hospital y del resto del área, pero desconocemos sí hizo informes y en qué sentido.
Ana Barceló ha prometido mucho diálogo, tanto a los 1.400 trabajadores del departamento como a los alcaldes cuyos municipios lo integran. Pero además de no saber cómo será el funcionamiento futuro, nadie sabe nada de las inversiones en mejora de las instalaciones y en centros de salud. A no ser que cambie el sistema de financiación autonómica, o la nivelación que ahora se debate, está claro que las cuentas de la Generalitat Valenciana dan para lo que dan: Sanidad todavía está atendiendo reformas y mejoras que no se adoptaron en los últimos mandatos del PP y las nuevas infraestructuras se cuentan con los dedos de la mano. El ejemplo es la ampliación del Hospital de la Marina Baixa, uno de los más saturados, y que a día de hoy, cinco años después del cambio de gobierno, todavía no ha comenzado las obras. Tampoco era muy creíble que en cinco años la empresa asumiera los 40 millones prometidos en mejoras para todo el área de Salud, pero bueno ahí quedó el titular. Está claro que Ribera Salud buscaba que las decisiones se tomaran en el siguiente mandato confiando en que la Generalitat hubiera otros actores -incluso con el PSPV-.
Esa es la gran incógnita de este cambio: Torrevieja Salud y el Vinalopó Salud -el segundo hospital de Elche que funciona con la misma fórmula- comparten muchos recursos, que quizás reequilibren los números de ambos centros sanitarios. A partir de 2021, Vinalopó puede perder apoyos, o personal en caso de que dejen de prestar servicios en los dos centros. El vencimiento de esa concesión previsto para junio de 2025. Lo veremos a partir de 2021, ó 2022.
Uno de los obstáculos con los que se puede topar la Conselleria de Sanidad es la escasez de médicos y personal sanitario. La pandemia ha evidenciado la falta de personal de manera generalizada en todo el sistema nacional. Por lo tanto, en caso de fugas de médicos o personal sanitario que no quiera integrarse en el sistema público, la Generalitat tendrá un problema importante que abordar.
A nivel político, hay dos incógnitas que llaman mucho la atención. De momento, Puig no ha verbalizado con vehemencia su respaldo a la medida de no prorrogar el modelo de Torrevieja. Está claro que la decisión no se toma sin que él y el resto de grupos políticos del Botànic suscriban la medida. Pero Puig siempre ha sido muy cauteloso con la decisión y en anteriores comparecencia públicas nunca la dio por garantizada, o siempre dejó la puerta entreabierta. Y por otra parte, de la entrevista que Antonio Trives realizó a la gerente del departamento, Eva Baró, se desprende que Ribera Salud todavía contempla un halo de esperanza de que decisión de no prorrogar sea reversible.
Conclusión: comienza el viaje de la reversión del Hospital de Torrevieja. Pese a la experiencia, los errores y aciertos de Alzira, es un viaje en globo en el que la consellera Ana Barceló sabe dónde aterrizará, pero no cómo y en qué condiciones. Y lo que peor, no sabe lo que nos costará. Si lo miramos desde otro punto de vista, pues es una oportunidad porque la Sanidad Pública casi siempre está llena de historias de éxito. Los que han gobernado lo saben. Es muy fácil defender ahora el modelo Torrevieja pero la que nos ha sacado de apuros, a la mayoría, mejor o peor, es el modelo público. Así que nunca hay que despreciar nada. Lo exigible es que se gestione bien.