ALICANTE. "Le pondremos Hércules para infundir respeto". Es una frase que se le suele atribuir a Vicente Pastor de la Llosa Alfosea, fundador del Hércules allá entre 1914 y 1918. Aunque no está históricamente demostrado, es muy posible que sí la pronunciara. Existe otra versión, también muy extendida, y es que el Chepa lo llamara Hércules por su admiración al semidiós de la mitología griega.
Un accidente en edad infantil dejó a este chico de Alicante en una estatura diminuta y con una mochila en la espalda de manera permanente, pero cargada de grandes sueños. Aún así, este jorobado lo fue todo en su amado club: desde jugador a presidente, pasando por utillero y tesorero.
En estas circunstancias, no es de extrañar que Vicente admirara al citado semidiós, que viera en él todo lo que su cuerpo no portaba. Y siendo así, que dotara al club de su creación de un nombre que hiciera honor a la fuerza, a la belleza, y al respeto.
Hoy, a escasos cinco años del centenario oficial del club, puede decirse que el Chepa acertó el nombre. Pero no por la intención que él pudo tener.
Tal vez, en futuro cercano, algún historiador escriba el primer siglo de vida del Hércules, y bien podría empezar así: " le pusieron Hércules por su fortaleza, por su angustiosa supervivencia en el abismo, por su infinito resurgir".
Ya el profesor Manolo Piera Olivares apunta en su libro 'Cabeza Negra', cómo el Rico Pérez, con su estructura deforme, es un claro homenaje a su fundador.
El Hércules, como la vida del Chepa, es un club jorobado, que de cuando en cuando también hace honor al semidiós que porta en el nombre. El Chepa vive en el Hércules, su desgracia y su grandeza.
Así fue el Hércules, así es hoy, y tal vez así será. Este club porta la chepa de su fundador. Es todo o nada, blanco o negro. Un lisiado o un héroe de leyenda.