17/02/2018 -
VALÈNCIA. Cuando Eugenio Viñas nos propuso a Ángela Valero, a Juana Camps y a mí que entráramos en la rueda de cronistas sociales de Valencia Plaza, nos dio varias directrices. Entre ellas, que aportásemos "negritas". En el argot periodístico, el palabro hace referencia a los nombres y apellidos de los asistentes a los eventos que narramos en nuestros artículos. Usted aparece en estas líneas y puede que la próxima vez que se busque en Google ya no sea un desconocido. Y es que la línea que separa el anonimato de la celebridad es tan delgada como el grosor de la letra. De normal a negrita y… chas!!! Ya eres famoso. Hoy les descubriremos a dones valentes que fueron heroínas por un día; a reyes del pop que abdicaron por motivos personales; a la mujer que viste a las novias indies y a un escritor valenciano que tiene algo que ver con Cervantes. Y, por cierto, si usted lee su nombre en este artículo, reenvíelo a su lista de amigos y escríbales algo así como: “ojo, que ya soy VIP, que mi nombre aparece en negritas”. Y ya que estamos, dígales que pinchen en mi artículo, que así aumentarán las visitas a este link y el Sr. Plaza (@barrinto) se pondrá muy contento.
El esperado regreso de Girasoules
Que levante la mano quien no haya querido tener un grupo de música. “Bueno, si la levantan no podré verla”, un guiño humorístico que le he tomado prestado a David Casinos, el atleta invidente valenciano que ha ganado 5 medallas paralímpicas y que utiliza como recurso empático en sus charlas de motivación. Seguro que son muchos los que la levantarían. Yo, por ejemplo, siempre he querido ser la vocalista rubia de una banda, aunque he tenido que conformarme con ser una de las fans más activa del mítico grupo valenciano Girasoules. Fan y amiga. Por eso me sé al dedillo la historia de esta banda de rock que agotó las entradas del concierto que los volvió a reunir el pasado 9 de febrero en la sala Loco Club, tras casi más de 20 años sin subirse a un escenario.
Ellos también fueron anónimos hasta principios de los 90. Bueno, maticemos. Muchas de las niñas que por entonces rondábamos la zona de Cánovas los fines de semana los teníamos “fichados” como “chicos monos” que también triunfaban en sus respectivas pandillas. Los pupitres de Jesuitas fueron testigos del percutir de nudillos que se marcaron en numerosas ocasiones Fer Martínez y Quique Tarrasó hasta que materializaron su sueño. Quique ofreció un pequeño estudio que tenía en la casa de sus padres en la urbanización de Santa Apolonia y allí se reunieron con Rofli (el hoy bodeguero Rodolfo Valiente) y Caco Gómez Lechón. Ramón Vela sustituyó al poco tiempo a Caco a la batería y Rofli empezó a decantarse (nunca mejor dicho) hacia su verdadera pasión: los vinos. El Richard Channing valenciano -por atractivo, no por malévolo- se convirtió en 2017 en el Mejor Enólogo del año de la Comunidad Valenciana.
Un momento de su carrera que recuerdan con especial cariño fue el viaje a Puerto Rico. “ Era como si hubiésemos ganado un concurso de Sé estrella del rock'n'Roll por una semana, ya que nos fuimos de aquí siendo unos pringados", asegura Fer. Y doy fe. Como apoyo que sirva la anécdota de una chica que se declaraba “súper fan” de ellos, que no se perdía ningún concierto de…”Caracoules”. Ni el nombre se les quedaba. Cuando llegaron a la isla caribeña fueron recibidos como auténticos ídolos. Tanto es así que Héroes del Silencio -que por aquel entonces se encontraban allí de gira- quisieron conocer en persona a ese “grupete” que sonaba en todas las emisoras, acercándose hasta el camerino de la formación valenciana. En Playa Boquerón, a la que se desplazaron en helicóptero –probablemente la primera y la última vez que utilizaron este medio de transporte- les esperaba la masa armada con latas de bebida para lanzárselas. Asustados por el panorama, tuvieron que explicarles que es así como los portorriqueños acostumbran a mostrar su entusiasmo hacia los artistas admirados. En cualquier caso los valencianos tuvieron que actuar parapetados por unas rejas.
Tras la experiencia americana, la banda ficha por la multinacional EMI y Javi Vela, hermano de Ramón y músico profesional anteriormente vinculado a Presuntos Implicados (actualmente Javi es guitarrista de Seguridad Social), se incorpora definitivamente al grupo. Podría seguir contando batallitas, pero los siguientes protagonistas de mi crónica deberán estar acordándose con falta de decoro de mis antepasados.
Al grano: el concierto del pasado fin de semana fue mucho más que eso. Se convirtió en una sesión nostálgica, en un homenaje a los que estaban, a los que estuvieron y a los que vendrán (algunos de los temas fueron interpretados por hijos de los integrantes del grupo). Pero sobre todo fue una carta sonora de agradecimiento a todos los que creyeron y creímos en ellos. Y nosotros abajo, dándolo todo. La sala el Loco se volvió loca. Perdimos la voz, la vergüenza, se nos corrió el rímel y se nos “ruló” el pelo. Sobre todo a mí, que paso de ser Miranda –la mujer de Julio Iglesias- a Janet Jackson en solo tres dancings.
Quique Tarrasó al micro, Fer Martínez a la guitarra, Javi Vela a la guitarra, Ramón Vela (voces y batería) acompañados por Javier Ross al bajo y Sergio Sanz (voces y teclado). Como mis amigos bien saben, yo aún no distingo el bajo en los temas así que no puedo decir si sonó como es debido.
Aunque pudiera parecer que se trataba de un concierto remember, la primera fila se llenó de adolescentes (amigos de los Girasoules jr.) y los propios vástagos: Martín y Yago Tarrasó, Nacho y Raúl Vela y sus primos Mario y Nico Vela. Tampoco faltaron las mujeres de los protagonistas de la noche, Loles Ruíz, Carmen Pastor, Susana Navarro y Elena Bildú, familiares como Nancy Tarrasó, hermana de Quique, con su marido Álvaro Cano (matrimonio responsable de la firma de moda UKE), Andrea Martínez y Carla Martínez con sus maridos José Carlos Monforte y Nacho Davó, Amparo Vela con José Antonio Esteban y Lorena Vela con Alberto Peris, sus respectivos.
Los cuñados del vocalista, Lupe Ruíz y Ernesto Barrera, compartieron sala con sus hijos Ernesto y Paola. Hecho que se repitió en más de una ocasión: padres e hijos tarareando “Te parece bonito”, “Estoy aburrido” “Ceremonia robot” o “Vale la pena luchar”.
Allí estuvieron también compañeros muy afines a la formación como Felipe Pla –ex road manager del grupo-, el ex integrante de la banda Jaime Avedaño, Ambrosio Company o Jorge Arístides. Las amapoulas –como se autodenominan las seguidoras más veteranas del grupo- estaban representadas por Inma Martínez (productora de tv reconvertida en restauradora de Pop Cantina), Verónica Mas, la productora y guionista Pilar Paredes, Silvia Castaño, Gemma Mayordomo y una servidora. Y no nos olvidemos de Silvia y Sonia Mayordomo con su marido Manolo Aguilar, el periodista Javier Gutiérrez, Luis Eduardo Pérez (presidente de los guionistas valencianos y alma mater de la productora “El hombre bala”), el guionista Quique García Aranda, Jacobo Fernández, de la cervecera Fernández Pons, Rodolfo Valiente, de la Bodega Vegalfaro y su mujer Inma García Rico, Lorenzo Serratosa, CEO de Kau Markets EAFI, Eugenio López Trigo con su mujer Sandra Alamar de Aisge, el Director Comercial en CORVAN RH, Carlos Pérez Manglano, José Torres con su mujer, la doctora Sonia Mena, Tomás Murillo, Carmen Solaz o el abogado Nacho Ballester. De Jesuitas, asistieron José Piñeiro y Pilar Ramírez, Pepe Tortajada, Vice President de Human Resources de Ferro Corporation, Luis Ribas y Juan Barrachina, los abogados José Tena y Jorge Bartual, el periodista Ricardo Saiz, Javi Bernat, el abogado Oswaldo Martínez y el empresario Alex Monforte. Tampoco se lo perdieron la directora de Decom Media Valencia, Gloria de la Cuesta con su marido Pepón Climent, Gonzalo Chastel, gerente de Decom Media con la psicóloga Elena Bernad, Pepe Castelló de Valencia Flats con su mujer y sus hijos, Paloma Olmo; la comisaria de la mayoría de exposiciones de Fernando Martínez en su faceta pictórica o de collages, Marisa Giménez, con Juanra Bertomeu, Teté Amat, el abogado Ernesto Pérez Broseta con su mujer la procuradora Cristina Litago, Vicen Rodríguez y Ramón Redondo, el abogado José Luís Gutiérrez y su hermano David – uno de los más acérrimos fans de Girasoules- junto a su mujer Luisa, el arquitecto Toni Altarriba y su mujer Vero Maeso, o el empresario de Durango Andrés Mintegui y su mujer Pilar Tejada, que aprovecharon su visita a Maderalia para pasarse por El Loco.
Del club Santa Apolonia acudieron la diseñadora gráfica Mati Martí y la psicóloga Marta Ocheda, el aparejador Rafa Mengó y su mujer, la psicóloga Mª Ángeles Murria, Santi Peris, la pareja de odontólogos Javier Albalat y su mujer Mónica Jover, además de Miriam Meneu.
A Gonzalo Manglano le “Arde la memoria”
Gonzalo Manglano dejó de ser anónimo el día que publicó su primera novela, “Crónicas de humo” (2008). En aquel momento se sintió como Sartre cuando hizo lo propio con “La náusea”: “sentí que podía salir a la calle con las manos en los bolsillos y pasear como un escritor”, recuerda.
Este valenciano comparte con Cervantes la pasión por la escritura y dirige el Instituto que lleva su nombre en Estambul. Tiene web y en la pestaña de semblanza se puede leer una autodefinición que lo sitúa en la frecuencia de sus libros. Un lugar que es Madrid, París, Padua, St. Moritz y el norte de África. Le gusta la medianoche, Tchaikovsky, U2, soñar e imaginar historias que llevar a sus obras.
Su tercera novela, “Arde memoria”, aterrizó en el Ateneo de Valencia para mostrar una ciudad imaginaria, San Lorenzo, en proceso de independencia y en la que se retratan los abusos de la sociedad en general y del hombre sobre la mujer, en particular. Entre su editor, Antonio Huerga y el escritor Rafa Soler fue recibiendo a más de un centenar de personas que abarrotaron el Salón Sorolla, muchos pertenecientes al mundo de las letras, como Charo Fierro, Ricardo Bellveser, Jaime Siles, Juan Luis Bedins, presidente de CLAVE o Vicente Barberá.
Y ya entre los lectores, su prima y jefa de prensa, Ángela Valero, la interiorista Susana Lozano, el influencer Jaime Navarro, la directora de la Fundación Pequeño Deseo Marta Miró, más primos como Diego Gómez-Ferrer y Fran Bolinches, el doctor Juan Antonio Mira, Lola Ruíz de Sabor Empresarial, Rafa Ripoll, las hermanas Adeli y Pilar Alonso, los hermanos María y Javier Muñoz de Prats, Marita Puig, Alberto Lleó, Carlos Orbe, Joaco Alegre, Vicente y Verónica García-Menacho, Cristina Aguirre, Bebel Larrauri, María Aymerich, Claudia Dupuy de Lome, Maria José Muñoz Peirats o Rocío Álvarez .
Las novias indies de Carolina Otaduy
Si la modelo Kate Moss volviera a dar el sí quiero al guitarrista de The Kills, Jamie Hince, en la campiña inglesa seguro que cambiaría el vestido hippie creado por John Galliano por uno de los modelos indies que presentó recientemente la diseñadora Carolina Otaduy en su nueva tienda de Ruzafa. ¿Que no la conocen? Pues ahora mismo se la presento. A Carolina también le tira la música y la publicidad, como a Kate. Estudió esta especialidad y trabajó varios años en una discográfica independiente hasta que en 2011 puso en marcha Otaduy. Un proyecto que se hilvanó en el salón de su casa, hace tan sólo 7 años y que hoy en día es un auténtico referente nacional e internacional para el mundo de la moda nupcial, ya que podemos encontrar puntos de venta en más de 10 países como Japón, Reino Unido, Francia o Alemania. Ahí lo dejo.
Esta amante del surf y del yoga por fin se instala en Valencia -además de en Madrid y Barcelona- y su Opening party fue de las que dejan huella. Una velada amenizada con la buena música de la mano de la bloguera y DJ Mayte de la Iglesia que estuvo rodeada, en todo momento, por influencers como Enol Blasco, Marta Handrich, Nuel Puig, Patri Folgado, Jaime Navarro, Pachi Viñoles o Rebeca Santana.
Pero hubo más representación del mundo de las artes, como la interiorista Tati Monsonis, las diseñadoras Julia Ortíz, Verónica Jordá o Beti Peris, la maquilladora Kuki Jiménez, las pintoras Cristina Peris y Virginia Kelle, los peluqueros Rafa Moreno y Angel Adán, de Rafaelangel, Patricia Romero y Carmina Turel de Romero Peluqueros, la personal shopper Loles Romero o la fotógrafa de bodas Piliró. Sin olvidar a las imprescindibles María Fedriani, Coté Maldonado, Delia Barral, Eva Marcellán, Loles Guido, Vicente Ordaz, Paco Gimeno, Raúl Poveda, Ana María Delamo, José Alandés, Arturo Rosaleñ, Lola Ruíz, José Cuñat, Belén Enguix, Rocío Donat, Asun Martínez, Pilar Peñarrubia, Lucía Horrach, Lucía Llorens o Ani Maldonado.
Mujeres valientes en el Principal
Antes de que la gala de los Goya se proclamara como un homenaje a la mujer , el inicio escénico del año en el teatro Principal de Valencia se convirtió en una declaración del Instituto Valenciano de Cultura en pro de la igualdad de género y en un aplauso a la valentía de las mujeres. De esta manera, algunos palcos del teatro público se llenaron de dones valentes –muchas de ellas anónimas que igual hoy leen por primera vez su nombre en un medio- y asociaciones culturales que luchan por equiparar a hombres y mujeres. Una de esas mujeres es una jovencita que apenas levanta metro y medio, pero cuya tozudez se mide en kilómetros. Los que ha movido Elena Pérez Belenguer hasta conseguir que en las carreras ciclistas hubiera la misma cantidad de medallas y pódiums masculinos y femeninos. Otra de ellas es Sandra García Martín, la mujer que sufrió acoso psíquico por parte de su pareja, lo ha denunciado públicamente y ha salido del agujero consiguiendo que sus consejos se hagan virales y sirvan de ejemplo a personas que se encuentran en su misma situación.
Sobre el escenario, cinco bailarinas/actrices subidas a unos enormes zancos interpretaban, durante casi una hora, lo que la Companyia Maduixa ha bautizado como MULÏER: un espectáculo que, arropado por el premio Max, se ha estirado para saltar de la calle a las tablas.
Más acostumbrados a verse en negritas, el Conseller de Educación, Investigación, Cultura y Deporte, Vicent Marzà; el secretario Autonómico de Cultura y Deporte, Albert Girona; el director general de Culturarts, Abel Guarinós, la alcaldesa de Sueca, Raquel Tamarit , Bernard Gaspar, Jefe del Servicio de Acció Cultural del Ayuntamiento de Valencia, y Olga Álvarez, directora del TEM y La Mutant.
Junto al photocall, posaban para la prensa los protagonistas de la velada. Y como los que escribimos en esta sección muchas veces somos como Juan Palomo (“yo me lo guiso, yo me lo como”) allí me acerqué con mi móvil para pedirles una sonrisita (lo de patata nunca me ha gustado). Saludé a la coreógrafa Mamen García y le recordé que yo iba a sus clases de “Jazz” –que así se llamaba antes lo que hoy conocemos como “Funky”, “Zumba” o “CualquiernombreLesmills.com”- con 15 añitos; a lo que ella me contestó: “ahhh, sí, estás guapísima”. Querida Mamen, desde aquí te digo que Santa Lucía te conserve otro sentido que no sea el de la vista ya que cuando yo era tu alumna mi piel era tersa, tenía más senos que los anacardos que tengo ahora por pechos y más piernas que estas de la Gallina Turuleca. Los que ya me conocieron así, en estas carnes, y que también asistieron al estreno, fueron Diego Ruíz de la Torre (que a este paso saldrá en todas mis crónicas), la directora de La Cabina Sara Mansenet -que hizo triplete pues venía de presentar un libro del periodista y escritor Pau Gómez, asistir a una exposición en Pepita Lumière y finalmente hizo presencia en el hall del Principal-, el director de la Escuela de Arte Dramático y mi ex cuñado, Leo García Aranda, la terremoto Silvia Clavel, el actor Jaume Pujol, el productor audiovisual Hugo Llopis, la directora y guionista Giovanna Ribes, el político Ramón Vilar, el diseñador Koke Bazán, el actor y doblador Juanjo Prats, Pablo Forcada o Bárbara Trillo.
Omar Islam, premio Fundación para la Justicia
Y si este artículo trata sobre anónimos que dejan de serlo, me gustaría acabar con un hombre que es tan alma libre que no se deja escribir ni en negrita, ni en cursiva. Solo encuentra su espacio en mayúsculas, al menos para los que lo conocemos y hemos visto su labor en Kenia. Omar Islam Ali (un nombre que le ha granjeado más de algún disgusto en los controles de seguridad de los aeropuertos) fue un niño pobre de la isla de Lamu. Miembro de una familia numerosísima, abandonó su localidad natal a los 20 años para tratar de ayudar a sus hermanos. Viajó a Estados Unidos, donde vivió 20 años más hasta que regresó a su lugar de origen con un objetivo claro: devolver a su comunidad todo lo que había conseguido en el extranjero.
A su regreso a Lamu, constató un problema medioambiental grave: la llegada de plástico a la isla en los años 90 y la ausencia de planes de gestión de residuos habían convertido a su paraíso en un vertedero. Casualidades del destino, durante su estancia en USA, Omar se había formado en temas de reciclaje, además de en otra de sus grandes pasiones: la música. Al regresar, puso en práctica estos dos conocimientos. Impartió cursos sobre reciclaje de plástico a mujeres de la comunidad en situación de exclusión, quienes aprendieron a convertir este material en productos de artesanía que podían vender, mejorando así su calidad de vida. Estas mujeres acudían a su trabajo acompañadas de sus hijos y ese fue el inicio del proyecto de creación de la escuela Twashukuru Academy School: un espacio donde dar cobertura educativa y alimentaria a los más pequeños y fomentar así un futuro de nuevas generaciones en Lamu con mejores posibilidades. Un lugar maravilloso que he tenido la suerte de visitar. Lleno de risas y de música, otro de los pilares del colegio. Twashukuru Academy School recibe el próximo martes 20 de febrero el premio Fundación para la Justicia de la Fundación Bancaja, dotado con 8.000 euros. Previamente, los que quieran disfrutar del arte de Omar podrán acudir mañana domingo al MuVIM para asistir a la única actuación en Valencia de este músico al que acompañarán en directo Raízes Batucadas, con motivo de la clausura del Festival de Derechos Humanos, Human Fest.