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EL CABECICUBO DE SERIES, DOCUS Y TV 

Milagro en La2: un debate respetuoso y tranquilo sobre el comunismo

El programa 'Millenium' de Ramón Colom logró que se debatiera en televisión sobre el comunismo sin dramas ni insultos como es habitual en otras tertulias televisadas de referencia. Claro que este programa se emite de madrugada los lunes, posiblemente la peor franja horaria de toda la semana. La pena del encuentro fue cuando los contertulios se pusieron autorreferenciales y hablaron de España, Podemos y el 15M más que a analizar la ideología y los sistemas que determinaron el siglo XX

17/02/2018 - 

Millenium es un programa presentado por Ramón Colom en La2. Se emite la madrugada del lunes al martes a las 00:30 o a la 1:00. Colom fue director de TVE de febrero de 1990 a junio de 1996. Desde esa fecha hasta 2012, el citado programa se emitió en la televisión autonómica catalana, en El 33. Curiosamente, la fecha del cese coincide con el inicio del procés en Cataluña. El programa pasó en 2014 a La2 y ahí se produjo el milagro del que hablamos: un intento de debate sobre el comunismo sin alaridos, ni insultos, ni ofendiditos, ni dramas... 

Los debates sobre el comunismo, ahora que la revolución del 17 ha cumplido 100 años, son muy pertinentes. La visión que se tiene comúnmente de este fenómeno histórico suele estar sesgada por la propaganda y los estereotipos. 

Por ejemplo, cabe preguntarse: ¿fue la revolución del 17 la culminación de un proceso revolucionario iniciado dos décadas atrás o un golpe de estado a los revolucionarios llevado a cabo por una minoría de ellos? De ser un golpe de estado ¿era inevitable o se justificaba por la posición de Rusia en la Primera Guerra Mundial? Esto solo sería para comentar el origen de la URSS, pero se podría debatir mucho más. 

Durante la industrialización forzosa, se sacrificó a una generación. ¿No se pudo lograr por otras vías el progreso? ¿Se hubiera ganado a los nazis la guerra sin ese progreso? Hay debate. 

Quizá lo más interesantes sea lo referente a la igualdad. En el libro de Branko Milanovic Los que tienen y los que no tienen, el funcionario del Banco Mundial señalaba que en los países del socialismo real había más igualdad que en occidente, pese a la existencia en todos ellos de una burguesía roja, pero el problema era que la más mínima desigualdad -un político con zapatos italianos, citaba como ejemplo- era percibida de forma mucho más obscena que en una sociedad occidental, donde se veía lógico que un gobernante tuviera ropa cara, un buen coche y una segunda residencia en el campo. 

Milanovic no lo citaba, pero la igualdad en los países del socialismo real era doblemente meritoria. Las materias primas las extraían ellos mismos y los trabajadores que lo hacían tenían derechos. Los países occidentales iban al tercer mundo a buscar esas materias primas y la mano de obra presentaba y sigue presentando en estos lugares terribles déficits en derechos laborales y humanos. 

Claro que la economía planificada demostró desde mediados de los años 60 que no podía modernizarse al ritmo de las occidentales, lo que condenaba a toda la población al atraso y en pocos años a la pobreza. La estructura del partido, monolítica, no admitió la posibilidad de implantar cambios antes de que se iniciara un declive y se pasara un punto de no retorno ¿Es por tanto el partido único una estructura de poder homologable? 

Y como estas, se pueden hacer miles de preguntas y debatirlas hoy en día, en perspectiva. Sería muy enriquecedor e interesante. Como dijo el presentador, el marxismo ha cobrado relevancia actualmente con el aumento de la desigualdad. Sin embargo, el coloquio, aunque fue bienintencionado, aclaró poco o nada y no tocó los puntos sustanciales del comunismo. 


Fernando Hernández Sánchez, doctor en Historia contemporánea y experto en comunismo español, empezó contestando a qué hubiera pasado si la república hubiese ganado la guerra. Dijo, con buen criterio, que no se habría instaurado un régimen comunista. Ni esa era la intención de Stalin ni los propios gobernantes republicanos permitieron veleidades bolcheviques y conservaron sus propias instituciones hasta el final. 

Alejandra Matallanas, de la dirección federal del PCE, a la pregunta de qué es ser comunista en pleno siglo XXI, contestó que no se consideraba una experta, sino una militante, y que le movía la desigualdad y presentar una alternativa real al sistema capitalista "depredador". 

Antonio Saceda Toribio, miembro de la dirección del PCE entre 2002 y 2009, enumeró todos los éxitos del comunismo que dieron solución a problemas que venían del sistema capitalista, como fueron la educación y sanidad universales. Negó que la ideología hubiese fracasado y pidió "paciencia". 

Lo más profundo que llegó el debate fue cuando Hernández explicó que el sistema del bienestar que hemos gozado en Europa proviene de la lucha de los sindicatos comunistas, como la CGT francesa. 

Guillermo Cortázar, abogado y doctor en Historia, que militó en Bandera Roja y el PCE para pasar en los 90 al PP, sugirió que no era así, sino que en España el estado del bienestar se lo debíamos al Caudillo, con la congelación del alquileres, seguridad social y, atención, "bajos impuestos". Saceda le dijo que no, que lo que hizo Franco se debió a las movilizaciones sindicales de la época. 

Y ahí, penetrando en la espiral de lo autorreferencial, es decir, de España, se pasó al 15M y a Podemos en un santiamén. A un partido y una movilización que no se definen como comunistas, aunque provengan de ahí muchos de sus miembros. Saceda en este punto recordó que tras el 15M solo ha ganado las elecciones la derecha y que esa concentración salió mucho en la tele para su gusto, le parecía sospechosa y relacionaba el fin de la movilización social en la calle con la aparición de Podemos. Hernández, en cambio, relacionó las campañas anti-Podemos con la propaganda anticomunista de los años 30. 

Es de celebrar que todos los contertulios mantuvieran la compostura y nada de lo visto tuviera que ver con los espectáculos bochornosos de referencia  Sin embargo, no se llegó absolutamente a ninguna parte. Prueba de que un programa así necesitaría un mínimo de tres horas de duración y un moderador que condujera la temática a tratar de forma más precisa y estricta. Hay esperanza.

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