ELCHE. Ambiente muy optimista el que se vivió el domingo en el Centro de Congresos de Elche. Y más que optimista, casi de victoria. Un estado de emoción que viene aún de la resaca del 28-A y al calor de la encuesta publicada ese mismo día por el sondeo de Prensa Ibérica. Como el de Alicante Plaza, le otorga una victoria holgada el 26 de mayo, con opciones de encabezar una alianza progresista. Un aire que se contagiaba entre las 200 y 300 personas que asistieron a u mitin en el que el cabeza de cartel era el Ministro de Infraestructuras José Luis Ábalos. Tanto, que incluso Carlos González pidió sin tapujos el voto para los indecisos o el electorado propio de Podemos o Ciudadanos.
Una afirmación que hizo en un contexto de pura euforia. Quienes le precedieron, Alejandro Soler —más intenso desde el primer momento— y Toñi Serna —más reflexiva—, advirtieron en cualquier caso: a pesar de los buenos resultados, no se pueden confiar. Y como es obvio, mucho menos en un escenario municipal en el que las dinámicas suelen cambiar bastante con respecto a las Generales, y en el que este año además está muy abierto, con catorce listas concurrentes. Más allá del balance de la gestión que hizo tanto él como sus dos compañeros —más o menos ajustado a la realidad, lógico en un mitin donde todo está bien—, González sabe que parte con ventaja con respecto a sus competidores en la izquierda. Previsiblemente Compromís y Podemos se despellejarán electoralmente —además de intentar pescar en el electorado socialista— y ambos dependerán de lo que quiera hacer el PSOE para tocar el gobierno.
Por otro lado, tampoco es extraña la referencia a Ciudadanos. Si bien a nivel estatal ya han llegado a acuerdos, como el fallido pacto de gobierno entre Pedro Sánchez y Albert Rivera o la alianza en Andalucía, a nivel local, donde las líneas ideológicas se pueden difuminar más, González ya ha tenido el apoyo desde fuera de Ciudadanos y el otrora líder David Caballero, ahora tránsfuga en Contigo. Un apoyo desde fuera que le permitió sacar dos presupuestos y verse como un partido más transversal —una carta que el candidato socialista juega bastante, vistos sus pactos con Cs, Compromís, Ilicitanos por Elche o Partido de Elche—. Además, ahora el viento también le podría ser más favorable si intenta repescar a un votante naranja que en antaño votó a los socialistas, aprovechando el punto flaco que ahora tienen, un candidato poco conocido.
Un anzuelo que lanzó después de intentar proyectar una imagen de firmeza —algo que le ha criticado Pablo Ruz, por ejemplo—, pidiendo a Ábalos, delante que ya era hora que llegara el AVE, mejorar el Cercanías y acabar la Ronda Sur —con lo que el ministro y secretario de Organización del partido evitó mojarse y vino a responder con un "ya hablaremos"—, y que los consistorios saneados como el ilicitano tengan más autonomía financiera. No faltó tampoco la carta del 'coco', advirtiendo sobre la entrada de la extrema derecha, en referencia a Vox, ni sobre todo unas palabras duras contra el PP y el candidato Ruz, de quien dijo "no puede ser alcalde a tiempo parcial" y del partido que están ocultando sus intenciones al ocultar las siglas y su ideología —por el discurso centrista que lleva en la campaña—, "y quien oculta sus siglas y su ideología, esconde sus intenciones". Como anécdota, le gritaron pidiendo el regreso de la Dama, algo que esquivó con una patada hacia delante, con un involuntario paralelismo del propio proyecto para el hipotético retorno.
Así pues, González se vio fuerte, contagiado por el ambiente, con su candidatura detrás y delante con el ministro, Paco Sanguino, Rubén Alfaro y distintos dirigentes socialistas o directores generales. De hecho, en el momento en el que se vino arriba para captar al indeciso de formaciones a ambos lados, empezaba con una euforia en la que acabó poniendo de pie al personal y gritando, casi en éxtasis, y seguramente de forma espontánea, un "¡A ganar!" repetidamente. De esa ilusión tan potente empezó hablando el ministro Ábalos, a quien recibieron con un "¡Con Rivera no!", que salió al atril para sacar a pasear esa homilía que le caracteriza, soltando algún gancho de forma sosegada. De pocos gestos, pero fuerte en el cuerpo a cuerpo. Hizo un repaso de la gestión del partido en el Gobierno, además de tímidas referencias históricas a Elche y la fundación del partido fruto del movimiento obrero de hace más de cien años.
Pocas novedades trajo Ábalos por tanto, que venía con todo el viento a favor, bajando hasta Elche para asegurar el terreno y mantener la tensión, como hizo el día anterior el propio presidente Pedro Sánchez en Alicante, donde parece que el escenario está más disputado. Como dijo el ministro, Elche es la ciudad valenciana más importante que gobiernan los socialistas, por lo que tenía poco que hacer para ganarse a los suyos, que venían con la moral alta por las encuestas. De hecho, el político torrentino habló de no haber visto una ilusión en el partido desde 1982 —"o inicios de los 2000"—. De hecho, con su estilo tranquilo pero seguro, con su americana y su voz ronca emitiendo palabras de veterano y de 'hombre de Estado' —aunque en formato homilía—, tan sólo le faltaba una barba más frondosa para parecer salido de una mitin de Felipe González. El domingo a medianoche se verá si su candidato ilicitano ha obtenido los mismos resultados.