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EL SUR DEL SUR / OPINIÓN

El Palacio de Congresos, ¿otro error? 

22/12/2019 - 

Anda el alcalde de Alicante, Luis Barcala, con el botafumeiro a toda pastilla para desvíar la atención tras la semana negra que vivió después del puente de diciembre, bien resumida por el compañero Raúl Navarro con su análisis Los 'fichajes', el ruido, los contratos y las cuentas lastran el medio año de bipartito de Alicante. El dictamen deja algunas conclusiones, que el propio alcalde debería tener en cuenta si no quiere que su crédito quede amortizado en el primer cuarto del mandato: sus fichajes estrella no funcionan, aunque toda la responsabilidad no sea suya, pero al final y al cabo lo que ven los vecinos son las caras de los concejales, y no de los técnicos; que con Mazón en la Diputación y José Ramón González de baja médica, su equipo queda muy menguado para una singladura que no se augura fácil, dada la distancia que le están aplicando (o provocando) a Vox ; que no tener presupuesto a las primeras de cambio puede suponer una losa para los tres años y pico que quedan por delante, y que si Ciudadanos no mete mucho la pata -a excepción de las boutades del concejal Antonio Manresa en la gestión cultural-, las vergüenzas se le verán más al PP que a los naranjas por la inacción, claro está, de los segundos. Pero bueno, esto es largo y todo es susceptible de cambiar.

Las consecuencias de la semana negra de Barcala son dos, y si cuajan, parte del mérito habrá que concedérselo a su concejal de Urbanismo, Adrián Santos. Hablamos del futuro Plan General de Ordenación Urbana, que si logra aprobarse en una fase estructural ya será todo un éxito, y ese globo sonda que es situar el Palacio de Congresos en la zona sur de la ciudad, más en concreto, en el futuro solar que ahora ocupan hoy las harineras. Desconozco el tamaño y los detalles del proyecto, la opinión del sector hotelero o hostelero de la ciudad, ni si las arcas municipales disponen de suficiente riñón para asumir tal empresa (compra del terreno y posterior construcción), o si habrá que acudir a papá Generalitat o mamá Diputación para sufragar tal asonada. Se conoce poco. Pero tal intención, por bondadosa y beneficiosa que sea, ya supone un fracaso: la ausencia de la estrategia de la ciudad y, por extensión, del propio bipartito, en tanto en cuanto no genere un enorme consenso a su alrededor.

Y en caso de que se den pasos en esas dirección, sin tener el consenso político y social, supondrá caer en el error de antaño, como lo fue el proyecto de instalar el edificio congresual en la ladera del Benacantil, que ni las mayorías absolutísimas del PP lograron vencer, ni el extemporáneo proyecto de Salvador Pérez Arroyo en Sangueta. El primero, aún teniendo un amplio respaldo electoral, quiso hacer una voltereta con las cuestiones técnicas, medioambientales y patrimoniales, como era trucar el esternón trasero de la Cara del Moro. Y chocó el menfotismo de la intelligentsia de la ciudad, y con el perro del hortelano mediático, que todavía rezumaba progresía original. Y el segundo, además de contar con menos consenso, nació en el precipicio de la crisis. Ni se intentó.

Ambos proyectos perseguían bondades (el del Benacantil, pocas) y beneficios para la ciudad, pero carecían, como ahora carece la embrionaria intención de Benalúa Sur, de los principios básicos del turismo de congresos:  una necesaria una estrategia de ciudad; buenas comunicaciones en infraestructuras, determinación y consenso político, y colaboración público-privado. Esto no lo digo yo. Lo dijeron la directora general del Palacio de Ferias y Congresos de Málaga, Yolanda de Aguilar Rosell; la gerente de VisitBenidorm, Leire Bilbao Laredo; y la directora gerente del Palacio de Congresos de València, Sylvia Andrés Guilló, en una interesante jornada que organizó la Asociación de Empresas Turísticas de Elche, a la que curiosamente no acudió nadie del Ayuntamiento de Alicante.  

Dudo mucho que el proyecto que la idea de Benalúa Sur forme parte de la estrategia de la ciudad, más bien parece surgida del botafumeiro de Barcala; si sus comunicaciones son buenas, en todo caso, serían viarias y lo único que pueden conseguir en saturar la Avenida de Elche; el transporte público brilla por su ausencia en esa zona y su conexión con los principales nodos no existe (más allá del autobús con el aeropuerto); el consenso político lo desconocemos, y de la colaboración público-privada ni se ha intentado, que sepamos, ni creemos que se intente, a tenor del historial de anteriores gobiernos de la ciudad.

En resumidas cuentas, pretender instalar un centro de congresos en las parcelas de las harineras, pues en Benalúa Sur tampoco hay mucho más espacio a no ser que se convenie con el Puerto o Adif (alrededores de Casa Mediterráneo), sólo puede ser una solución rápida, y tampoco, pero chapucera, que se puede quedar pequeña para lo que necesita la ciudad; que puede congestionar los accesos viarios -ya de por sí bastante saturados ante la inacabada Vía Parque o sin el tercer carril de la AP7 que bordea la ciudad-. No creo que el edificio que se pueda construir en esa zona sea más grande que el ADDA y por tanto, no es la solución que necesita la ciudad. El sector ha venido reclamando otras cosas. Para eventos de 400 y 500 personas, la ciudad ya dispone de recintos de esas características. Otra cuestión es que necesiten un lavado de cara o que sean de otra entidad o institución. La rehabilitación (o la cesión) de un espacio puede ser una alternativa loable, pero nunca un proyecto de ciudad. 

Lo que necesita a Alicante es estrategia -como sí que tiene Elche, aunque dude de la ubicación de su futuro edificio- para el turismo MICE y, al mismo tiempo, un proyecto que sirva para revitalizar o impulsar una zona. Y para ello es necesario consenso político, buena conexión y colaboración público-privada. Y a todo ello debe mirar que están haciendo a su alrededor: Elche está proyectando un edificio con capacidad para 1.200 personas porque sabe de las dificultades de disponibilidad de fechas del ADDA. Benidorm está albergando congresos o convenciones de 400 personas, a pesar de que no tiene un edificio público, aunque en breve tendrá el Centro Cultural. Eso por citar dos ejemplos de su radio de acción.

Alicante debe saber jugar sus cartas, y sus cartas son fachada marítima -cosa que no tiene Elche, y que Benidorm ya tiene ocupada-. Eso le pueden dar un plus, el gran elemento diferencial. En segundo lugar: aprovechar sus nodos de transporte: red Tram, la que esté en marcha o proyectada a medio plazo. Y tercero, además del consenso político y social, tiene que involucrar a la iniciativa privada. Quizá la local no tenga paciencia -siempre ha querido negocios rápidos-, pero en estos momentos hay mucho capital privado interesado en zonas de desarrollo hotelero. Al capital privado hay que dejarle las cosas claras antes de comenzar la partida: cómo y cuándo tiene que ganar dinero, y dar transparencia de los acuerdos. No es necesario más. Así, con todo esto, y con la estrategia, el consenso, la iniciativa privada, sólo faltará el proyecto y saber cómo y quién lo paga. Y el liderazgo. Los casos de éxito pasaron por ahí. Cartagena, Bilbao, Málaga, etc.

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