ALICANTE. A la espera de la liquidación de gastos que habrá de pasar el club a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), de lo que abone esta (veremos si trasciende algo (Hacienda está al acecho) en la junta general ordinaria de accionistas de diciembre (aunque las cuentas del partido pertenece al ejercicio 2017/18) y de conocer el informe de impacto económico que la RFEF elabora con motivo de cada encuentro de la Roja como local, la visita del combinado nacional vuelve a ofrecer de Alicante y el Hércules una muy buena imagen: la afición se volcó una vez más y el club blanquiazul, dentro de sus posibilidades, lo tuvo todo listo, empezando por un terreno de juego de última generación.
Además de esa nueva superficie y el habitual lavado de cara a las zonas comunes, la visita de la selección española al estadio José Rico Pérez trajo consigo la construcción de unos nuevos banquillos: integrados en la grada y con tres filas de asientos para acoger el número de personas (23) que marca el reglamento de la Federación Internacional (FIFA), serán ahora modificados para reducir su capacidad (la RFEF no es tan exigente) y que sus ocupantes gocen de un mayor espacio y de otras comodidades, como una nevera cuyo hueco se construyó pero no pudo emplearse el viernes porque en el diseño inicial se habían previsto 22 asientos y la FIFA obligó sobre la marcha a incluir uno más, lo que conllevó también una reducción del pasillo para acceder a las dos filas de atrás.
Eso sí, los aficionados del Hércules que han estado muy atentos a todo lo que ocurría estos días en relación con la que es 'su casa' (agradeciendo, por ejemplo, que el neón fundido del cuarto de baño de caballeros de la tribuna baja (la gradería con localidades y abonos más caros) se hubiera sustituido de una vez (se hizo ya de cara al partido con el Deportivo Aragón), han advertido que los vistosos asientos de los nuevos banquillos no cuentan con el escudo del club y sí con el subescudo del que viene haciendo uso el Hércules desde el inicio de la campaña de abonos y en el que se prescinde de la imagen del Negre Lloma, algo que ha vuelto a molestar a no pocos.