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un paseo por el laberinto documental de san josé 

Dentro del Archivo Municipal de Elche, la memoria de la ciudad

12/06/2022 - 

ELCHE. Consuetas del Misteri d'Elx de hace 500 años, protocolos notariales de 1463, diseños de los puentes de la ciudad, estampas de eventos del siglo XX, registros del reparto del agua a través de los siglos, actas de plenos ordinarios del actual Ayuntamiento... Son miles los documentos que custodia el Archivo Municipal de Elche, un auténtico patrimonio documental que narra la historia del municipio desde hace siglos y que una vez más se ha abierto al público días atrás con motivo del Día Internacional de los Archivos, celebrado el pasado 9 de junio. Aunque recibe 3.000 visitas anuales para investigaciones, consultas o indagar en el árbol genealógico, entre otras muchas opciones, el Archivo sigue siendo, aunque cada vez menos, un gran desconocido. 

"Un instrumento abierto", como lo define Carmina Verdú, Jefa de Sección del Archivo, que está conformado por el de Carrús, donde se custodian los documentos administrativos y los más recientes y por supuesto por el más emblemático, el anexo a la Biblioteca e Iglesia de San José. Un laberinto casi literal de dos plantas, en el que la planta superior corresponde al archivo del agua, y en el que día a día se reciben fondos —sobre todo los generados por el Consistorio, que van a Carrús— se trasladan, se repasan, se amplían y que en los últimos años ha tenido novedades importantes en sus infraestructuras con las estanterías compactus. En total, el Archivo tiene unos 15.000 metros lineales de estanterías con documentos que empezaron a archivarse en el siglo XV. Parte de ellos digitalizados y consultables en la web del propio Archivo.

El papel de Pere Ibarra 

El ilicitano tiene un patrimonio documental importante y muy bien conservado. Un fondo "muy singular", especifica la archivera, por las colecciones de Pere Ibarra, figura clave en la historia y el patrimonio ilicitano, ya que "recogió una serie de materiales que no son habituales en los archivos municipales". Él se encargó, también junto a su hermano Aureliano Ibarra, de recuperar muchos documentos de los que el Ayuntamiento se deshizo por despreocupación. "No los valoró y se deshizo de muchos, pero ellos recogieron muchos de estos documentos, incluso como el libro 'Racional de la Ilustre Villa de Elche' de 1710, del que no se conserva el original pero sí la copia de Pedro Ibarra", señala. "¿Quiere decir que el Archivo no hubiera sido importante sin la labor de Ibarra? Habría sido seguramente importante, pero habría muchas lagunas grandes".

Además de los documentos que recuperó, recogió otros tantos de todo tipo, "cogía del Ayuntamiento pero también de particulares y reunía colecciones como carteles, panfletos... de ellos tenemos un total de 11.000, y registraba información que igual ahora ha desaparecido". Aparte de la inconmensurable labor de Ibarra, después desde el Ayuntamiento se han ido comprando libros a los herederos de la administración señorial para recuperarlos. "Ahí tenemos otra parte, como los protocolos notariales que regulan los actos entre privados, y por supuesto los de la res pública, los del agua y colecciones particulares...". Una serie de fondos que hacen que el Archivo sea muy rico, un patrimonio documental "bastante amplio", relata la archivera, quien añade que ahora mismo están negociando con algunos particulares donaciones, con alguna en curso "muy interesante". 

Por ejemplo, algunos de los documentos de Ibara que Verdú muestra a este medio son pergaminos antiguos de colecciones distintas del polifacético historiador. "Son privilegios privados de una disposición que da la Cancilleria Pontificia en vitela, hecha con un animal menor de dos meses, mientras que el pergamino es de un animal mayor. Esto muestra el material tan fino que utilizaba la institución para trabajar (en referencia al primero)". Pergaminos del estilo son pocos los que se conservan aparte de estos de 1296. "Se conservan pergaminos del Consell, pero son pocos". A documentos como estos ahora se les aplica lo que se conoce como 'tratamientos de conservación preventiva', con unos injertos pequeños, alisado... "En la restauración se ve de otra forma, porque no pierde la pátina". Luego se le pone un paspartú o el papel mylar y se conservan. "En un proceso de restauración se nota más el reintegro, un libro que desencuadernes se nota que lo has tocado. Ahora la restauración va a detener el impacto del uso, de los años... Son tratamientos menos agresivos".

La mayoría de los elementos son libros o documentos, pero también hay bocetos y dibujos, como el de la Calahorra, antes de la puerta de arco, que es posterior. También ser conservan dibujos a mano del antiguo convento de las Clarisas, cuando llegaba a la Glorieta, fechado de 1890; el diseño del Puente de Santa Teresa del año 1755 el dibujo, pero el de un ojo, antes de que se lo llevara una riada que supuso la construcción de uno de dos por orden del señor de Elche; dibujos de la Acequia Mayor en la parte norte del municipio; el arca de las tres llaves, para guardar documentos importantes... 

Aunque sin duda lo que más abunda son documentos o libros, como el Còdex d'Elx, el libro de privilegios de la villa ilicitana, del reparto del agua... Los hay de todo tipo. Libros muy grandes de pleitos del siglo XVI o XVII bien conservados y sin restaurar, de procesos entre la Villa y el Raval, otros con Alicante por los privilegios o por disputa del término municipal. "Son muy interesantes porque recogen sentencias anteriores que pueden hablar de momentos anteriores de documentos que no conocemos", explica la archivera, quien añade que el problema viene con algunos libros cuya calidad del papel es mala y tienen tintas muy ácidas que se comen el papel por la cantidad de hierro que tienen. 

Hay libros de actas del Concejo medieval; es decir, las actas de los plenos de hace siglos... "Está muy bien conservado, quizá en Orihuela pueden tener más antiguos, pero documentos sueltos". Son actas del cabildo en cuarto y en valenciano y en folio en castellano tras los decretos. Aunque uno de los preferidos de la responsable de este refugio de conocimiento e historia el libro de Claveria de 1423, el de los presupuestos. "El clauari era el que tenía las llaves, aquí vemos les rebudes, lo que recibo, y les dates i despesses, lo que gasto", explica mientras lee algunas transacciones y anotaciones de deudas, sueldos y pagos a realizar por el Molino de la Laguna. "Aquí está todo". También se puede apreciar la técnica y ortografía de los escribanos, unos más cuidadosos y otros con escritura muy cursiva. Y también, claro, las costumbres de su momento histórico, mientras en alguna de las anotaciones se puede leer pago "por cabeza de moro". 

Recientemente una de las nuevas recepciones es la del archivo de de Nuevos Riegos El Progreso con sus acciones, ventas de agua, cargaremes o acciones, todo desde sus inicio a principios del siglo XX. Con él se completa aún más el archivo del agua junto a los de la Comunidad de la Acequia Mayor del Pantano y de la Acequia Marchena. Pero sin duda aparte del Còdex por antigüedad, los otros grandes protagonistas son los consuetas del Misteri d'Elx, como el de 1751 copiado por Carlos Tárrega que lleva instrucciones para las representaciones; sin música pero con la letra. Una donación reciente de la familia de José María Ruiz de Lope Pérez, archivero municipal y bibliotecario en la segunda mitad del siglo XIX. El otro consueta que se conserva, el más antiguo, es de 1709 que incluye partituras, con las antiguas tapas sueltas, ya que el libro se restauró, "con una pátina que se nota que es restaurado, ha perdido ese espíritu antiguo", señala Verdú, en referencia a esos tratamientos más 'agresivos' que se hacían antes para la restauración. "Es el problema de los libros, que si lo desmontas no vuelve a su estado original".  

Precisamente sobre las donaciones, otras colecciones también se guardan aquí. Es el ejemplo de las tres del agua mencionadas, son depósitos; cesiones temporales. "Ahora es un momento de muchas donaciones, porque mantener una colección privada que no se usa cuesta mucho dinero", relata Carmina Verdú, quien añade que "supone tener por ejemplo un local, por lo que el interés viene de los propietarios, no solo para que no se pierda su documentación, sino porque al final tienes un fondo en casa con mucho documento con el que no haces nada. Y el espacio vale dinero". Eso sí, para los depósitos, aunque no sean donaciones, se les exige desde el Archivo al menos 25 años de cesión, "porque requiere un trabajo de inventario, de puesta a punto, de limpieza, mantenimiento, catalogación...". Lo de El Progreso por ejemplo es depósito, pero en el caso de los herederos de Ruiz de Lope han sido donaciones "sin condiciones, y estamos muy agradecidos porque es una donación muy significativa y valiosísima (aparte del consueta, 200 libros del siglo XVI, revistas, pergaminos del XV...)". Los van trabajando aunque más lento de lo que les gustaría.

Un patrimonio en aumento, aunque con falta de personal

Y siempre queda la casi inabarcable colección de Pere Ibarra. "Hacemos un trabajo constante de intentar recuperar su colección. Sabemos que no está completa, el problema es que entró aquí sin inventario, pero dejó signaturas en todo aquello que entraba, así que hacemos labor de recuperación de esas signaturas" —por ejemplo, parte se sabe que está en la colección de la familia Ramos—. Precisamente de Ibarra se guardan un par de documentos árabes en el Archivo, los únicos que hay. "Son de sus papeles curiosos, un par de documentos que son versículos del Corán que llevamos a traducir", esgrime Verdú, que desvela que también hay un documento árabe en la reciente donación de la colección de Ruiz de Lope "que no sabemos tampoco lo que es, tendremos que buscar traductor". 

No obstante, en este y otros casos, siempre van más lentos de lo que se desea, sobre todo en este tipo de colecciones, ya que los documentos de instituciones como el Ayuntamiento o actas del Concejo o libros de cuentas siempre van en serie y más sencillos. Entran fondos todas las semanas del Consistorio. "El personal técnico recepciona los fondos, comprueba las transferencias, los traslada de una oficina al Archivo, así como la responsabilidad (esta es en el proceso primero de la oficina, después del Archivo), los documentos llegan tras la vigencia administrativa y entonces quedan a disposición de consulta para informes, recursos, investigaciones...". Luego se cataloga documento por documento, es una tarea que no acaba nunca y que ya se hacía con los catálogos antiguos. Con el tiempo se va revisando el fondo documental porque la información se va ampliando o modificando según lo que se va conociendo.

Por último, en cuanto a las necesidades, siempre es la de personal. En la práctica con estos dos archivos, son seis personas en San José y cuatro en Carrús. "Muy poca gente para la cantidad de volumen que hay", y con un presupuesto anual de restauración (que se encarga fuera) y digitalización. Y otro aspecto que echa en falta Verdú es el poder colaborar con otras instituciones como la Universidad de Alicante por su grado de Historia. "Siempre se puede conveniar, pero lo planteamos para difundir no solo el Archivo, sino la información", finaliza la responsable del Archivo, en un viernes exhausto en el que no han dejado de realizar excursiones y talleres por las actividades especiales de la efeméride. El lunes será otro día; recepcionar, archivar, catalogar... El ciclo para archivar el conocimiento. 

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